miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los realistas de Salaberri en su pueblo, Cintruénigo

Pocas semanas después de la derrota sufrida por la partida realista del faccioso cirbonero Fermín Echevarri Salaberri en Corella, ésta volvió a cruzar el Ebro, reapareciendo el 1 de Agosto de 1822 en Alfaro, donde secuestró a su alcalde, obligándole a que le acompañara a Cintruénigo. Allí llegó la partida realista de Salaberri con unos 100 hombres de infantería y caballería; y [a pesar de que éste era] natural de dicho pueblo, lo ha tratado con tan poca consideración, como pudiera haberlo hecho en un país enemigo.
Al día siguiente, tal como consta en el parte de guerra emitido el día 3, favorecidos por la obscuridad de la noche, se presentaron en Cascante a las cinco de la mañana en número de 60 de a caballo; se llevaron las armas sobrantes de los milicianos que se hallaban en su persecución; en seguida pasaron por Monteagudo con dirección a Tarazona, y a tiro de fusil de aquel pueblo [entre la Virgen del Camino y Novallas] fueron alcanzados a las 9 de la mañana por los milicianos de Tudela y de Cascante [bajo el mando de Manuel Martínez de Morentin], los cuales les hicieron un fuego vivísimo por espacio de media hora, poniéndose al cabo en una vergonzosa fuga.
Los facciosos se dirigieron hacia la Dehesilla [en la falda del monte Castillo, junto a Tudején (despoblado de Fitero) y enfrente de Baños de Fitero], en donde se reunieron con la infantería que les esperaba; y a las seis de la tarde volvieron a Cintruénigo, y maltrataron a un patriota hasta el punto de vendarle los ojos para arcabucearle. Por fin a las once de la noche se marcharon a la montaña [hacia Falces, donde estuvieron el día 4, antes de acabar incorporándose a las tropas del mariscal de campo Vicente Quesada [Arango], el día 9 de Agosto, en Alsasua] con unos 100 reclutas que hicieron en su expedición a la Ribera, y las armas de los milicianos que desarmaron.
El alcalde de Corella, que les había hecho resistencia cuando pasaban por dicho pueblo con dirección a Cintruénigo, pudo salvar su vida a costa de 19 duros.

martes, 29 de noviembre de 2011

La fallida entrada de los realistas en Corella

Francisco Alfaro Pérez publicó que la Milicia Nacional Local voluntaria en Cintruénigo se constituyó a finales de Noviembre de 1820, y aunque no hay constancia de cuándo se formaron las de Cervera del Río Alhama y Fitero, es de suponer que fueran coetáneas. En cualquier caso y en contra de lo que se creía, los voluntarios de Fitero participaron en la primera Guerra Civil Española.
Poco más de un mes después de la derrota sufrida por la partida realista de Martín José Balda en Buñuel y de su huida a través de la fiterana Venta del Pillo, la guerra reapareció en la Ribera. Según el parte del coronel que estaba al frente de la Columna Volante Expedicionaria contra FacciososAgustín Escribano, el 21 de julio de 1822, los facciosos [bajo el mando del realista cirbonero Fermín Echevarri Salaberri] perseguidos por los provinciales de Logroño al mando del comandante de armas de dicha ciudad, Egoaguirre, quien los llegó a picar en su retirada de Corella, habían repasado el Ebro, dirigiéndose a Villafranca. En este encuentro, que fue en las calles de Corella al entrar ya la noche, mataron a algunos facciosos de infantería, hirieron a otros, y prendieron también a tres o cuatro. Los voluntarios de Tudela, puestos ya en comunicación con el comandante Egoaguirre, marcharon en combinación en su alcance tomándoles un caballo; pero informados de que los facciosos habían salido con mucha anticipación a la llegada de los provinciales dejando una partida de sus mejores caballos y unos pocos infantes para entretener nuestras tropas, determinaron replegarse y hacer noche en Alfaro, cuyo alcalde sin más fuerza que la decisión de sus vecinos no temió a los facciosos, y los esperó a pie firme, sin que se atreviesen a penetrar en él. Es sabido que esta canalla no da la cara, ni presenta combate, ni se atreve a entrar en pueblos donde no son deseados.
Cuéntase que los partidarios de Corella, denominados serviles, han decaído de ánimo al ver la gavilla de que se componía aquella facción, su desorden y excesos, y hubo servil que exclamó: ¡estos son los que nos han de redimir! De aquí deduzco yo que los pueblos, aún los más fanatizados, se desengañarían en breve, y en esta clase de forajidos, perdida su mal adquirida opinión, se retirarán con sus rapiñas. Dícese también haber referido un arriero, que los encontró en su fuga, que le preguntaron aquellos por el espíritu público de Zaragoza, y que habiéndoles contestado no haber novedad, dijo uno de ellos: "¿no os digo yo que nos engañan? ..." Por fin se han ahuyentado, y se han tenido noticias del espíritu y decisión de la mayor parte de los pueblos inmediatos a Corella, como son Cervera, Fitero y Cintruénigo, de los que salieron un número considerable de voluntarios a hacerles frente, a quienes se incorporaron los voluntarios de infantería y caballería de Tarazona; me persuado no pisen más este país.
Debo advertir que el pueblo de Cervera se levantó en masa contra la canalla; y uniendo su fuerza a la de dichos pueblos, hizo su movimiento por aquella parte. Saco por cuenta que pasarían de mil hombres los que queríamos disputarnos la gloria de llegar a las manos con los facciosos. Es indecible la decisión y entusiasmo de todos. Los de mi columna tienen tal ansia por un lance, y es tal su ardimiento, que no reparan en fatigas. El primer día anduvieron más de 10 leguas por el deseo de llegar a tiempo, creyendo ser cierto el combate, y su espíritu es tal que irían a Rusia si fuese necesario. Me parece pues que se reunirá la fuerza que se quiera, y por descontado la columna de 300 hombres se completará muy presto, y su organización se verificará muy luego.

sábado, 26 de noviembre de 2011

La ermita de la Virgen de Olmacedo

 A los pies del Moncayo y a las afueras de Olvega se encuentra la ermita de su Patrona, la Virgen de Olmacedo, que junto con su coto redondo pasaron a pertenecer al Monasterio de Fitero en 1252, siendo consagrada su iglesia el 15 de Mayo de 1269 por el obispo de Tarazona. Estos cistercienses mantuvieron su posesión hasta la Desamortización de 1835, figurando como una basílica entre los bienes que entonces se incluyeron en su inventario, junto con unas tierras contiguas, arrendadas al santero por 16 robos de trigo anuales, que se invierten en la conservación de aquella, tal como publicara Manuel García Sesma.
Mi amigo Ángel Almazán de Gracia publicó que en 1770, el párroco de Olvega afirmaba que la imagen mariana "es venerada con devoción de los pueblos circunvecinos, y en tiempo de calamidades de bastante concurso", así como que en 1865 consta que el Ayuntamiento [de Ólvega] la había reparado "luego que el Gobierno vendió las tierras y dejó abandonada la ermita y la casa (del santero)", tras la citada Desamortización. Además añadió detalles relativos a su romería, que aún se celebra el domingo anterior a la Ascensión, y también acerca de la leyenda que cuenta la milagrosa aparición sobre un olmo centenario de la imagen que hasta entonces parece que debía ser conocida como la Virgen de Calatrava, poco después de que los cistercienses de Fitero hubieran empezado a trasladarla hacia su monasterio, junto con el resto de bienes que tenían en Olvega. Una leyenda muy parecida a la del origen de la Virgen de la Barda, basada también en la tradición impulsada por los monjes de Fitero para relacionar a la Patrona de Fitero y de Olvega con su fundador y el de la Orden Militar de Calatrava.
El retablo del altar mayor data de 1657 y parece que procede del Monasterio de Fitero y, tras la rehabilitación del interior de la ermita que se llevó a cabo en 2006, ya no se conserva en la capilla del Cristo de La Vega los dos cuadros pertenecientes a su retablo barroco en los que figuraban a San Raimundo de Fitero y Diego Velázquez, pues fueron trasladados a las dependencias parroquiales.
No estaría nada mal que en el cuidado y agradable espacio en el que se encuentran la ermita de la Virgen de Olmacedo y la contigua casa del santero, hubiera un panel explicativo en el que se describiera la relación de esta basílica con el antiguo Monasterio de Fitero. Sería una buena forma de potenciar el turismo en ambos lugares a la vez que se podrían recuperar los perdidos vínculos debidos a su común pasado cisterciense.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Hospitalarios en Cintruénigo

Hace más de una década que revisando la documentación más antigua que se conserva del desaparecido Monasterio de Fitero y que data de la época de su fundador y primer abad así como fundador de la Orden Militar de Calatrava, San Raimundo de Fitero, me topé con unos datos curiosos y que habían pasado desapercibidos hasta entonces. En ellos se hacía referencia a la adquisición que este abad hizo, a mediados del siglo XII, de algunos terrenos ubicados entre Pañetero, entonces término del castellano castro de Tudején (despoblado de Fitero), y la pamplonesa villa de Cintruénigo, en la margen izquierda del Alhama, así como el barranco de La Nava, en la margen derecha, y que pertenecían a la Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén o, coloquialmente, a los hospitalarios, así como que en dicho terreno debió haber existido una villa, ya entonces despoblada e incorporada a Cintruénigo, denominada Lorcenec o Lorcénigo.
La presencia templaría en Cintruénigo es poco conocida y también hay quienes todavía no saben que el primer monasterio cisterciense de la península Ibérica fue el de Fitero. No obstante, lo que aún es casi completamente desconocido es el hecho de que los hospitalarios que habían construido el famoso hospital de Santa Cristina de Somport (Aísa) para facilitar el paso de los Pirineos a los peregrinos europeos que se dirigían hacia Santiago de Compostela, también se hubieran asentado en la vecina localidad cirbonera a mediados del siglo XII y que allí algunos de sus cofrades establecidos en Cintruénigo y dependientes de Santa Cristina de Somport hubieran mantenido una especie de granja o explotación agraria, desde la que explotar diversas heredades locales en la antigua Lorcénigo.
Hace cuatro años, mi amigo Francisco Alfaro Pérez publicó un libro sobre la historia de esta villa cirbonera y, dos años después, otro amigo común, Salvador Remírez Vallejo, fue uno de los autores de otro libro sobre el desaparecido castillo de Cintruénigo. Gracias a estos trabajos y a otros similares se ha venido avanzando en el conocimiento de la Historia Medieval de esta región del valle del Alhama, aunque aún queda mucho por descubrir. Especialmente en lo que se refiere a las relaciones existentes entre los cistercienses de Fitero, los hospitalarios y los templarios de Cintruénigo, entre mediados y finales del siglo XII.

lunes, 21 de noviembre de 2011

El C. F. Calatrava-INITESA y los 40 años del Olmillo

Manuel García Sesma publicó que, tras 20 años de ausencia, la afición local, que parecía definitivamente muerta y enterrada, resucitó en 1970, con la constitución del C. F. Calatrava-INITESA. Fue organizado por Emilio Latorre Bayo. El primer capitán de su equipo fue Ricardo Conde; su primer entrenador, Salvador Azagra; y su primer presidente, Blas Gonzalvo. Esta vez la cosa marchó sobre ruedas, gracias por una parte, al apoyo de INITESA, que les regaló los equipos de vestuario y material deportivo, les señaló una subvención y los trasladaba fuera del pueblo en sus furgonetas; y por otra parte, gracias al apoyo del Municipio que creó el Campo del Olmillo, cuyas dimensiones aproximadas, incluyendo las instalaciones, son de 100x130 metros; es decir, de unos 13.000 metros cuadrados. El 17 de septiembre de 1971, se inauguró este campo de fútbol, con un partido que jugaron el equipo titular del C. F. Calatrava-INITESA y el Osasuna-Veteranos de Pamplona. Para amenizar el espectáculo, subió hasta allí la Banda Municipal, en un remolque arrastrado por un tractor. El equipo fiterano estuvo formado por Manuel Garraleta, portero; Javier González, Carmelo Aliaga, José Yanguas y Evaristo Prado, defensas; Ricardo y Jesús Ángel Conde y Jesús Alfaro, medios; Jesús Berrozpe, delantero centro; Ramón Francés y José Ignacio Hernández, extremos derecho e izquierdo. Ganó el Osasuna por 5 a 2 goles; pero, en el mismo año, el C. F. Calatrava-INITESA jugó en la 3ª Regional, quedando subcampeón; y en la primavera de 1972, quedó campeón de la 2ª Regional, al derrotar al Corellano en el Olmillo, por 4 a 1. A la sazón, contaba el Club con 290 socios, que pagaban una cuota individual anual de 200 pesetas.
Hace un par de meses se cumplió el 40 aniversario del campo de fútbol y también alguno más del comienzo de la última etapa del C. F. Calatrava, aunque creo que pasaron desapercibidos. Quizá sea una buena idea proponer que alguien recopile y publique su historia pues por este equipo han pasado y siguen pasando la mayoría de los jóvenes fiteranos, generación tras generación y ya van unas cuantas. Tantas como para que las actuales quizá no conozcan los detalles de las aventuras por las que pasaron las que les precedieron.

martes, 15 de noviembre de 2011

Calles Luchana y Victoria

La Calle Luchana, renombrada desde 1920 como Díaz y Gómara, hacía referencia, tal como publicó Manuel García Sesma, a la victoria del ejército isabelino del Norte, dirigido por el general Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro, en la batalla de Luchana (Vizcaya), que tuvo lugar entre los días 1 y 25 de Diciembre de 1836, como parte de la campaña con la que liberaron a la cercana ciudad de Bilbao, sitiada por los carlistas desde mediados del mes de Octubre. Como consecuencia de esta victoria, al general Espartero le fue concedido el título de conde de Luchana.
El nombre de la Calle Victoria o, como recordó Manuel García, de la Calle de la Victoria, data de 1839 y se le puso en conmemoración de la victoria definitiva de los liberales en la Primera Guerra Carlista, que añadió a los títulos que ya tenía el general Espartero, los de Duque de la Victoria y Príncipe de Vergara.
No se sabe exactamente cuándo se renombraron estas dos calles fiteranas con sus denominaciones isabelinas pero debió ser después del 14 de Diciembre de 1839, ya que entonces fue creado el título nobiliario de Duque de la Victoria. Es posible, que fuera algo más tarde, tras el triunfo de la Revolución Liberal de 1840, que dio paso a la Regencia de Espartero, y que de entonces date también la denominación de la Calle Espoz y Mina, a no ser que ésta sea anterior y date de la época del Trienio Liberal. Quizá cuando se conozca mejor esta etapa de la Historia de Fitero con la que comenzó la de la actual Villa, tras la desamortización definitiva del antiguo monasterio cisterciense, se pueda concertar mejor la historia de estas tres calles.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Los judíos y la fundación de la Orden Militar de Calatrava

Para enero de 1158, Sancho III el Deseado completó las negociaciones que le permitieron resolver los asuntos pendientes con su vasallo pamplonés. Por eso, no es de extrañar que Sancho VI el Sabio estuviese presente en Almazán y que figure confirmando la donación de la villa de Calatrava que hizo aquel rey de Castilla a Dios, la virgen María y la orden de Císter, y a San Raimundo de Fitero y a todos los monjes cistercienses, presentes y futuros, del Monasterio de Fitero, para que, con la ayuda de Sancho III la defendiesen de los enemigos de Cristo. Esta donación significó un gran avance en la evolución de las tareas políticas y militares asumidas por San Raimundo y su Monasterio cisterciense en la frontera castellana, hasta entonces con los reinos de Pamplona y Aragón y, a partir de este momento, con los almohades de al-Andalus que amenazaban el antiguo reino de Toledo.
A Sancho III ya sólo le quedaba resolver los asuntos pendientes con Aragón, por lo que pocas semanas después se reunió con su tío Raymond Berenguer IV el Santo, para poder dedicarse con total libertad a fortalecer la frontera de Toledo e intentar recuperar el terreno perdido en al-Andalus desde poco antes de la reciente muerte de su padre, Alfonso VII el Emperador. Por eso, una vez que Sancho III hubo resuelto los asuntos pendientes con ambos vasallos, es posible que se uniese temporalmente a las huestes que procedentes del Monasterio de Fitero iban camino de la estratégica villa de Calatrava, atravesando la antigua Extremadura Soriana. En cualquier caso, hay constancia de que en febrero llegó a Segovia y allí el rey de Castilla se interesó por afianzar el futuro de los defensores de Calatrava, ya que a éstos les donó la aldea toledana de Ciruelos, situada al sur del Tajo, en la retaguardia de Calatrava y en el camino entre ésta y el onasterio de Fitero. Esta donación se hizo únicamente a los monjes y a los cofrades de Calatrava, lo que muestra la rápida consolidación de las dos instituciones dispuestas para la defensa de Calatrava bajo el único mando de San Raimundo, esto es, los monjes cistercienses que desde su Monasterio de Fitero se desplazaron con él a Calatrava y la cofradía militar creada con el propósito de la defensa de esta estratégica villa. Es notable que en este documento no se cite para nada al Monasterio de Fitero ni a la orden de Císter, y que los monjes y los cofrades de Calatrava ya fuesen reconocidos por la cancillería del rey de Castilla como las entidades receptoras de esta donación. Por otra parte, como esta donación influía en las responsabilidades de quienes estaban a cargo de la Extremadura Castellana, no es de extrañar que Sancho III se desplazase hasta Ávila, donde estuvo a primeros de marzo y donde compensó al almojarife Bon Juda –que podría tratarse de Jehudá ha-Narí, por la pérdida de la mitad de la aldea de Ciruelos, y es muy probable que fuese entonces cuando se completara la estrategia defensiva de Calatrava a cargo de San Raimundo, que habría comenzado a fraguarse poco antes de enero de 1158.
Jehudá ha-Narí era hijo del magnate granadino Josef ha-Narí Ibn Ezra y perteneciente a una poderosa familia judía asentada en Castilla. Jehudá ha-Narí, desde su posición en el importante enclave económico de Calatrava, como Gobernador de Calatrava, de todos los ejércitos del rey, según se recoge en el epílogo de la crónica del filósofo e historiador toledano Abraham ha-Levi Ibn Daud, ofreció asilo y ayudó a que los judíos expulsados de Granada, tras haber pasado ésta a manos de los almohades, en 1154, pudiesen buscar refugio en los dominios de Alfonso VII el Emperador. Acabada esta misión, éste lo mandó llamar a su presencia y le nombró su Mayordomo, prosperando en su curia y llegando a ser uno de sus consejeros e importante miembro de su gobierno. No hay documentos que aporten más información y que clarifiquen lo ocurrido en Calatrava entre los meses de enero de 1147, tras su reconquista, y de 1158, cuando fue donada a San Raimundo. Excepto que, antes de finalizar el año 1147, el emperador Alfonso VII le otorgó fuero propio a Calatrava y que, en 1148, su tenencia ya estaba en manos del conde de Urgell, Armengol o Ermengaud VI el Castellano. Aunque es probable que en algún momento de este período, seguramente después de 1154, su gobierno y la responsabilidad de su repoblación y defensa pasase a los Templarios, con la aquiescencia del arzobispo de Toledo y la supuesta compensación que debió recibir el rabí Jehudá, pero no se conocen documentos coetáneos que así lo acrediten. Como tampoco los hay de su abandono por parte de los Templarios, exceptuando la obra literaria de Rodrigo Ximénez de Radaque podría no ser un fiel reflejo de la realidad histórica.

martes, 8 de noviembre de 2011

La regularización de los Médicos Directores de Baños

El médico y cirujano Cirilo Castro Laplana se presentó a la oposición de Médico Director en 1833 pero el estallido de la Primera Guerra Carlista le impidió actuar en ella. En 5 de Noviembre de 1836 se le adjudicó interinamente la plaza de [Médico-Director] de Quinto [(Zaragoza)], quedando cesante en Octubre de 1839 por no haberse presentado a servirla, nombrando en su lugar al Dr, [Carlos José FranciscoViñolas [Borrell], y negándosele en 7 de Marzo de 1840 la reposición que había pedido el 1º de Noviembre de 1839.
Acabada esta contienda bélica, Cirilo Castro presentó una instancia solicitando la dirección de uno de los balnearios vacantes, por los servicios que prestó como segundo Ayudante médico provisional de Sanidad Militar [en el ejército del Centro, desde el 17 de Junio de 1839], y los riesgos sufridos por la causa liberal, de cuyas resultas fué saqueada su casa en 1837, ante el Subsecretario de Gobernación, quien la remitió a la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía el 22 de Diciembre de 1841. De ahí que el Gobierno, en 30 de enero de 1842, traslada a la Junta la orden que con la misma fecha dirige al Jefe Político de Pamplona participándole el nombramiento de D. Cirilo Castro Laplana para la dirección de los Baños de Fiterosegún publicó Leopoldo José María Martínez Reguera. Quién también recogió que la Junta Suprema de Sanidad, al evacuar su informe relativo a los Sres. Castro y [José] Salgado [Guillermo], en 7 de Enero de 1845, la Real Orden que salió el 31 de Mayo de 1846, con el principal objeto de abolir las interinidades, utilizando los conocimientos de los Directores que las desempeñaban, otorgándose a nuestro interesado, en 26 de Marzo de 1846, la propiedad de la Dirección de Fitero, que venía ocupando interinamente desde el 30 de Enero de 1842, y que pretendió en 5 de Diciembre de 1844 sin sueldo, sólo con los emolumentos reglamentarios, consignando el Ministro en su concesión que se anotasen las circunstancias en que se funda este excepcional nombramiento, "de manera que no pueda servir de regla para lo sucesivo".
Cirilo Castro analizó en 1843 dichas aguas y en 1844 contestó al cuestionario circulado ese mismo año por la Comisión del Manual de Baños, nombrada por S. M. para redactar el Manual de aguas y baños minerales del Reino, con un informe de 13 hojas en el que aportaba datos acerca de las aguas y Baños minerales de Fitero que fue utilizado por Pascual Madoz Ibañez en la voz Fitero de su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, editado en 1847. Precisamente, el 11 de Diciembre de 1844 se leyó un oficio del Ministerio de la Gobernación de fecha 2 de Diciembre con la Real Orden, para que se reconociera como establecimiento público los baños y aguas minerales de Fitero, como publicó José Mª. Mutiloa Poza.
Entonces las temporadas médicas de baños se prolongaron entre el 15 de Mayo y el 15 de Octubre, con ligeras modificaciones, y, fuera de ellas, Cirilo Castro residía unos años en Barbastro y otros en Madrid. Escribió varias memorias anuales y en la de Diciembre de 1845, año en el que se volvieron a analizar estas aguas termales, incluyó una sección dedicada a "Mejoras materiales" que necesitaba el establecimiento y que también debieron ser atendidas por su propietario, Juan José Aréjula, como éste vino haciendo desde la llegada de Cirilo Castro a Fitero, en la que supuso la segunda gran reforma de este balneario desde 1768. En Diciembre de 1848 presentó sendas memorias correspondientes al establecimiento principal o antiguo y al nuevo de Baños de Fitero, por lo que estuvo a cargo de ambos desde que se inauguró éste, en 1846, hasta 1848 y quizá también en 1849. A partir de esta o de la temporada siguiente parece que ya sólo lo fue del que había pasado a ser el antiguo balneario, en el que permaneció ejerciendo hasta el 5 de Agosto de 1856, fecha en la que falleció de una apoplejía fulminante. Regularizándose a partir de entonces, aunque por duplicado, la función del Médico-Director en los dos establecimientos de Baños de Fitero.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Erección de los Baños Nuevos

Manuel García Sesma escribió que el segundo acontecimiento capital de la historia de las Aguas termales de Fitero, en el siglo XIX [el primero lo asoció a la Desamortización de Mendizábal], fue la erección de los Baños Nuevos [de Fitero]. El sitio que ocupan actualmente, era una antigua junquera al fondo de un barranco rocoso, que formaba parte del monte comunal de Valdecalera. El calor que se notaba en aquel lugar y las filtraciones acuosas que sudaban algunas partes de sus oquedales, eran señales de que por allí cerca debía encontrarse un manantial de aguas termales, parecidas a las del Baño Viejo [de Fitero]; y tras no pocas excavaciones y tanteos, se consiguió por fin alumbrarlo.
El promotor de la construcción de los Baños Nuevos fue el opulento propietario fiterano, D. Manuel Esteban Abadía Atienza, secundado por varios parientes adinerados: D. Manuel Jerónimo Octavio de Toledo Abadía, D. Nicolás Octavio de Toledo Alonso y el político corellano, D. Eduardo Alonso Colmenares.
La empresa no fue fácil, a causa de lo abrupto del terreno, la altura del manantial, situado a más de 40 m. de altura sobre la carretera, y la amplia gruta que se abría 20 m. más abajo de él. Estas circunstancias decidieron a los constructores del establecimiento a levantar el edificio de los servicios hidrotermales y parte de la hospedería, adosado al monte, por toda la parte Norte, con lo que los baños, chorros, estufas, etc. se quedaron a la altura de un tercer piso: situación insólita y exclusiva de estos Baños. Sabido es que las instalaciones hidroterápicas de los Baños Viejos [de Fitero] se hallan en la planta bajaPedro María Rubio concretó que brotaban varios manantiales, de los cuales el menos abundante es el inferior, y el más alto el más copioso. Recogida el agua de todos va a parar a un depósito en que caben 4.000 pies cúbicos, pero lo que dan los manantiales viene a ser 400 pies cúbicos por hora. Así como que junto al depósito se ha construido una estufa cuyo vapor reciben los enfermos por la puerta de aquél: la estufa es cómoda y clara. Al otro lado del depósito se han dispuesto cuatro baños, dos chicos y dos grandes, que se piensa mejorar, añadiendo también que las propiedades físicas del agua son las mismas que las del balneario viejo.
Manuel García prosiguió su descripción diciendo que el primitivo edificio de los Baños Nuevos sólo constaba de un cuerpo central, con la fachada orientada hacia el Mediodía. Al decir del Dr. [Miguel GómezCamaleño, que la conoció bien, la instalación "era deficiente y arcáica". Como todavía no se conocía la luz eléctrica, la iluminación nocturna, tanto en el Balneario Nuevo, como en el Viejo, se hacía con farolas y palmatorias de velas. Y como tampoco se conocían los automóviles, el servicio de viajeros lo realizaba una vieja diligencia o coche grande cubierto, tirado por dos troncos de caballos.
En 1853, según publicó Pedro María Rubio, había una diligencia destinada exclusivamente a los bañistas que sale tres veces por semana del Bocal y ciudad de TudelaManuel García añadió que en el primer decenio de este siglo [XX], la diligencia hacía dos viajes al día, desde los Baños hasta Castejón y viceversa, tomando indiferentemente a los clientes de ambos establecimientos. El viaje sencillo costaba 3,50 ptas. y duraba más de dos horas.
Los Baños Nuevos se inauguraron en la temporada veraniega de 1846. En la década siguiente, se levantó a la altura del primer piso la arcada de acceso al establecimiento y el pequeño edificio del Este, con el Salón de Café y Billares en la parte posterior, que terminaba en una terraza, y con un almacén en la parte baja. Pedro María Rubio concretó que en 1853 había un edificio provisional que tiene un paso estrecho con tres cuartos para dos camas, un corredor con cinco cuartos de a tres camas, y un cuarto más espacioso con ocho cuartos cómodos: hay despensa, dos cocinas y una capilla. Existe ya una fonda, que sirve a los concurrentes en los mismos términos y a los mismos precios que el otro [balneario de] Fitero. En la temporada de 1850 se ha hecho una plazuela frente al edificio, y colocado asientos de piedra y ladrillo frente al Camino de Castilla. En la temporada de 1851, en los dos pabellones de la hospedería ya se contaban 50 cuartos para bañistas y un gran comedor. En las habitaciones había buenos muebles, camas de hierro, ropas, buen servicio, y todo a precios equitativos. Los bañistas comen, si quieren, por su cuenta. Ahora se pagan 100 reales por nueve días, por cuarto, cama y agua mineral en cualquier forma que se use. También recogió datos de la concurrencia a este balneario y al viejo, respectivamente: En 1847 la concurrencia ha sido de 158 personas; en 1848 ascendió el número de bañistas a 227; en 1849 a 170; en 1850 a 220 y en 1851 a 336; mientras que en el viejo: En 1847 ascendió a 579 enfermos, de los cuales 48 eran pobres de solemnidad; en 1848 hubo 498 bañistas; en 1849 472; en 1850 515 y en 1851 622.
Manuel García prosiguió su descripción diciendo que al principio del decenio de los años 1870 se construyeron la arcada de salida y el gran edificio del ala occidental, anejo al central y de la misma altura que éste.
El primer Médico-Director que estuvo a cargo del nuevo balneario fue el que entonces ejercía esta posición en el cercano establecimiento de Baños de FiteroCirilo Castro Laplana, a pesar de que los propietarios de ambos balnearios hacían que éstos compiteran entre sí, y los primeros análisis de sus aguas fueron realizados por Juan Chávarri, en 1852. Posteriormente, cada balneario tuvo su Médico-Director, de hecho, en 1851 ya estaba a cargo del nuevo balneario José Asenjo Cáceres.

sábado, 5 de noviembre de 2011

El segundo Médico Director de Baños de Fitero

El 13 de agosto de 1834, Carlos José Pelleport, médico titular de Estella, solicitó a la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía su apoyo para que le concediesen la plaza de Médico-Director de Baños de Fitero como compensación por los méritos contraídos en defensa de la causa liberal en la división del general [Manuel] Lorenzo sobre los cuales "ha recaído una particular recomendación para que sean atendidos los interesados comprendidos en la Real Órden expedida por el Ministro de la Guerra". En la Secretaría de la Junta consta que Fitero fue uno de los sitios provistos en la primera oposición, en la cual lo obtuvo D. Ángel Sanz y Muñoz, pero por pertenecer al monasterio de Bernardos de aquella Villa y por otras causas, fue trasladado este Director a los de Villavieja [Castellón].
El Gobierno, en 21 de junio de 1836, pidió informe, con urgencia, a la Junta, sobre la instancia de D. José Pelleport, exponiendo, en solicitud de los Baños de Fitero, que hallándose de médico en Estella al estallar la facción en Navarra, fue el primero que se incorporó al ejército de [Pedro] Sarsfield, prestando servicios gratuitos, distinguiéndose en la acción de Asarta, por lo cual mandó S. M. [María Cristina de Borbón-Dos Sicilias] se le premiase, hallándose posteriormente en otros varios hechos de armas, siempre manteniéndose a sus expensas, sin emolumento alguno. Acompaña documentos que justifican sus servicios en los hospitales de campaña como primer Ayudante de Cirugía, por lo que se le concedió la pensión anual de 2.400 reales, que renunció a favor del Estado. De ahí que el Gobierno, en 11 de Julio de 1836, participa que la Reina Gobernadora se ha servido conferir interinamente la Dirección de los Baños de Fitero a D. José Pelleport, hasta que se verifique la oposición a esta plaza, según publicó Leopoldo José María Martínez Reguera. Quién también recogió la reclamación que hizo este médico el 17 de Abril de 1837, porque aún no había cobrado ningún sueldo, ya por las dudas ocurridas por el cambio de jurisdicción territorial, pues desde la provincia de Logroño ha pasado a la de Navarra, ya por carencia de fondos de Propios. Así como la respuesta que éste obtuvo del Gobierno, el 11 de Mayo de dicho año, en la que se le comunicaba que S. M. se ha dignado resolver que "mediante haber sido empleado Pelleport en virtud del nombramiento Real se le satisfaga por la pagaduría del propio Ministerio (de la Gobernación), en aquella provincia, el haber que le corresponde desde el día que tomó posesión de su destino, hasta el 1º de Octubre de 1836, en que se cerraron médicamente los Baños", esto es, hasta que se acabó la temporada oficial de ese añoAunque se había previsto que ésta fuera entre el 15 de Mayo al 15 de Octubre de 1836.
Tras presentar su primera memoria el 20 de Diciembre de 1836 y la segunda el 26 de Marzo de 1838, en la que hizo una descripción de las aguas y baños de Arnedillo, y algunas indicaciones sobre las de Fitero y Grávalos, presentó el 22 de Noviembre de este año su segunda y última reclamación porque aún no había cobrado ningún sueldo desde que comenzó a ejercer en Fitero como Médico-Director, antes de abandonar esta función, pues también registró Leopoldo Martínez que, poco después de que abdicase la reina regente y marchase al exilio parisino, el Alcalde Constitucional de Calatayud, en 30 de Noviembre de 1840, dice que, aunque los Baños de Fitero radican fuera de su jurisdicción municipal, se cree en el deber de manifestar el estado de abandono en que se encuentran, por llevar su Director interino, D. José Pelleport, más de tres temporadas sin presentarse en ellos, lo cual los está desacreditando, "mediante a que los enfermos son árbitros de sí mismos y sus únicos directores". Constando que el cirujano Carlos José Pelleport falleció antes de que acabara ese mismo año.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Los primeros compradores de Baños de Fitero

Después de la segunda desamortización del antiguo monasterio de Fitero, acaecida tras el abandono de éste por parte de los cistercienses fiterienses el 22 de febrero de 1821, la administración de Baños de Fitero quedó a cargo del Ayuntamiento de la Villa. Manuel García Sesma, siguiendo a Florencio Idoate Iragui, publicó que ese mismo año, el Jefe Político de Navarra, D. Luis Veyán [y Aparicio], pidió informes sobre la situación de los famosos Baños, ampliándose la obligación de admitir gratuitamente a dos pobres, en vez de uno, en cada temporada, sin que eso significase, según el Alcalde [FranciscoHuete, que no se admitiese a otros necesitados siempre que presentasen un certificado del Alcalde y del Párroco.
En esta ocasión, se sacaron a subasta en Tudela algunos bienes del Monasterio y, entre ellos, los Baños. Según José María Mutiloa, se los quedó el vecino de Tudela, Pedro Barrera, por la cantidad de 738.000 reales de vellón, habiendo sido evaluados en venta en 663.961. Ahora bien, no sabemos si Barrera llegó a tomar posesión de ellos, pues es el caso que, en 1823, compró el establecimiento D. Juan José de Aréjula por un millón y medio de reales en créditos contra el Estado, según asegura en su Monografía el antiguo Médico-Director de los mismos, Dr. Lletget y Caylá. De todos modos, el Sr. Aréjula fue desposeído de los mismos, pocos meses después, tras el derrocamiento del régimen constitucional por la intervención del Ejército francés, mandado por el Duque de Angulema [Luis Antonio de Francia], volviendo a recuperarlos los monjes a finales de agosto del mismo año.
Durante el período de 1823-1835, el Monasterio introdujo en ellos algunas reformas, como la construcción del estanque de enfriamiento y de los cuatro primeros baños de asperón (éstos en 1830); pero se dedicaron sobre todo a explotarlos de nuevo, subiendo cada vez más los precios de los arriendos. Es cierto que la vida en general también se iba encareciendo. Según se hizo constar en el Inventario de 1835, el Monasterio tenía, a la sazón, arrendados los Baños, por cinco años, en 24.000 reales de vellón anuales, al vecino de Cervera [del Río Alhama] D. Valentín Zapatero, por cesión que le había hecho de ellos, D. Vicente Ágreda Remón, vecino y comerciante de Fitero, nacido en Cervera del Río Alhama pero naturalizado fiterano desde 1817.
Tras el decreto desamortizador de Mendizábal, del 11 de Octubre de 1835, los monjes abandonaron definitivamente el Monasterio el 21 de Diciembre siguiente; pero D. Juan José de Aréjula no recuperó inmediatamente los Baños, sino después de la promulgación del Real Decreto del 25 de Enero de 1837, que ordenó la devolución a los respectivos compradores de los bienes nacionales, adquiridos en virtud de la ley y reglamentos, hechos en las Cortes Constitucionales de 1820 a 1823. Algún tiempo después, [tal como publicó Tomás Lletget Caylá], murió el Dr. Aréjula y la propiedad del establecimiento termal pasó a sus herederos, Doña Juana María Orozco [Aréjula, esposa de Gregorio] de Uztáriz [Malgarejo] y [su hermana,] la Sra. Marquesa de Vezmeliana [, Mariana Orozco Aréjula], quienes hicieron construir cuatro baños de jaspe y ensanchar el edificio y el estanque de enfriamiento.

jueves, 3 de noviembre de 2011

El Primer Batallón de Barcelona en Baños de Fitero

Manuel García Sesma, aunque como siguió el relato de Florencio Idoate Iragui confundió el nombre del primer médico del Cuerpo de Médicos de Baños que hubo en Baños de Fitero, que fue: Ángel Sanz Muñoz, publicó que en 1817, el Médico-Director del establecimiento, se dirigió al Virrey [José Ezpeleta Galdeano], solicitando remedio para cierta dificultad que se le había presentado; a saber, la llegada inesperada a los Baños de 22 soldados del Primer Batallón de Barcelona [de infantería ligera]. El Director se había dirigido al Alcalde, para que le facilitase camas y colchones, y éste se había excusado, alegando las continuas exacciones que venían sufriendo los vecinos. Era el mes de Septiembre. Entonces el Médico-Director se dirigió al Virrey y éste pasó el papel a las Cortes, las cuales, a su vez, pidieron antecedentes a otros organismos administrativos, y mientras pasaban los días en estos inútiles papeleos, los soldados tuvieron que arreglárselas como pudieron, logrando por su cuenta alguna manta, pero ninguna cama, con lo que pasaron la novena de la manera más inadecuada, para aliviar sus males.
El mismo año de 1817, se arrendaron los Baños a Doña Manuela Irisarri por tres años y 1.000 pesos fuertes anuales, en las condiciones acostumbradas y que el bañero pusiese un capellán por su cuenta, más una caballería para acudir desde el Monasterio.
En 1819, se hizo el arriendo a Benito Ixea por cinco años y 1.640 pesos anuales; o sea un 64% más. La cantidad era exorbitante y el bañero se resarció, cobrando a los clientes 16 reales más de lo fijado en el contrato. Resulta que entretanto había triunfado la Revolución Constitucionalista, y las Órdenes Religiosas habían sido suprimidas por Decreto de las Cortes, del 1 de Octubre de 1820, abandonando los frailes el convento el 22 de febrero de 1821. Entonces se hizo cargo de la administración de los Baños Viejos el Ayuntamiento de la Villa, volviendo a ocuparse de la atención a los enfermos que acudían al balneario el médico titular de Fitero.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El primer médico del Cuerpo de Médico de Baños

Carmen San José Arango publicó que el 29 de Julio de 1816, durante el reinado de Fernando VII, se promulga la Real Órden por la cual se crea el Cuerpo de Médicos de Baños y en la que se dispone "que en cada uno de los Baños más acreditados del Reino se establezca un profesor de suficiente conocimiento de las virtudes de las aguas y de la parte médica necesaria para determinar su aplicación y uso". A estas plazas de Director Médico se accedía por oposición y adquirían de inmediato plena autoridad no sólo sobre los asuntos médicos relativos al balneario, sino para señalar las reparaciones y mejoras de las instalaciones que se estimasen necesarias.
El 28 de Mayo de 1817 es aprobado el primer Reglamento de Aguas y Baños Minerales, que consistía en normas orientadas en hacer más efectiva la inspección de las aguas de reconocido poder curativo y obligaba a los médicos directores a la redacción de una memoria anual sobre el establecimiento termal que dirigen.
Juan Manuel López de Azcona publicó que creado el Cuerpo de Médico de Baños, es convocada la plaza de Fitero en las primeras oposiciones (1816), según establecían las disposiciones oficiales, cada oponente debía indicar las plazas a las que deseaba acceder. A esta oposición acude Ángel Sanz Muñoz, natural de Almarza (1780), quien había revalidado los estudios de medicina por el título de médico en Valencia (1809) con título expedido (1816) por la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina. Actuó en las oposiciones en Febrero de 1817. Ganó las oposiciones, teniendo el nº 27 en la relación general del Cuerpo. Tras la satisfacción de ganar la plaza, surge una contrariedad, dado que según la Ley de las Cortes de Estella (1724), incurrirá en contrafuero. En Navarra los ejercitantes de la medicina debían ser examinados por el Colegio de San Cosme y San Damián. Elevó recurso al Rey (1817-Noviembre-15), alegando no haber incurrido en falta alguna por lograr una plaza según las normas de la convocatoria. No se encuentra respuesta oficial a este escrito, únicamente se conoce el informe (1818-Enero-15) tolerando la actuación de Sanz en beneficio de la Salud Pública y del Virrey [José Ezpeleta Galdeano], diciendo era contra la legalidad y que con anterioridad estaba cubierto su puesto y el de cirujano, por el sostenido para el Monasterio y la Villa. Vista su delicada situación administrativa, solicitó traslado en la primera ocasión (1818) pasando a Villaviciosa. Falleció el 16 de Mayo de 1837. No escribió la memoria reglamentaria de 1817, ni la de 1818.
Entonces, la temporada de Baños de Fitero, uno de los 31 balnearios españoles reconocidos oficialmente como talesse prolongaba entre el 1º de Mayo y el 31 de Octubre y el Director-Médico estaba obligado a residir durante este tiempo en el establecimiento termal que tuviera a su cargo, según lo había dispuesto el rey en beneficio del público. El citado reglamento también disponía que  para que los enfermos antes de salir de sus casas puedan consultar a los médicos directores de los expresados baños sobre si les convienen o no, puesto que éstos, según la obligación en que están, contestarán a las preguntas que les hagan, franqueándoles las cartas, de ahí que en la Gaceta de Madrid se publicara dónde residían dichos médicos, constando que Ángel Sanz Muñoz, lo hacía en la vecina Grávalos, en 1817 y 1818, pues también era el médico titular de esta localidad riojana. Dándose la circunstancia, como publicó Pedro María Rubio, de que este médico soriano fue quien estudió este agua mineral [de Fuente Podrida, Grávalos, usada con fines medicinales desde el siglo XVI] y la sacó del abandono en que estaba.

martes, 1 de noviembre de 2011

El Camposanto Municipal

Tal como publicó Manuel García Sesma al tratar acerca de los cementerios de Fitero, ya el rey Carlos III [de Borbón] expidió una Real Orden proscribiendo la inhumación en los templos y Carlos IV [de Borbónordenó que se establecieran cementerios, alejados de los poblados, para enterrar en ellos a los fieles. Conque, en vista de ello, en 1804, se empezó a construir, aunque de mala gana, un camposanto donde está precisamente el actual; pero sólo se pusieron algunos cimientos, que quedaron abandonados poco después.
En 1808, estalló la Guerra de la Independencia y los frailes fueron expulsados por el Gobierno de José Bonaparte, no volviendo hasta el verano de 1814. En el ínterin, ya en 1812, se mandó hacer un camposanto nuevo, utilizándose para ello el jardín que hay detrás del Altar Mayor, o mejor dicho, del Ábside, donde se enterró [tal como ya se hiciera en la Edad Mediahasta 1817, en que los monjes volvieron a enterrar en la Iglesia. Pero nuevas órdenes gubernativas insistieron en la prohibición y entonces se levantó definitivamente el cementerio actual; o, mejor dicho, su terraza baja. El último enterrado en la Iglesia fue Sandalio Duarte, casado, que murió el 30 de marzo de 1833, siendo inhumado al día siguiente, por la tarde.
El Libro IV de Difuntos de la Parroquia anota la fecha del 8 de Abril de 1833, como la del estreno del Camposanto actual, siendo el primer vecino enterrado en él Manuel Gómara, alguacil o, como se decía entonces, ministro. Dio la casualidad de que este alguacil fue el que había llevado a la Abadía el Oficio de la Junta de Sanidad, intimándole a que cumpliese lo dispuesto, en este asunto, por las autoridades gubernativas. Para dicha fecha, habían ya muerto en tal año 21 vecinos, falleciendo hasta el final del mismo 127; de manera que en el primer año, se enterraron en el Camposanto actual 106 personas. Merecen citarse entre ellas, a título de curiosidad, Blas Pina, casado, que "murió ahogado en el Río de las Quadras [entre las viviendas del actual Paseo de San Raimundo y la Pieza de la Orden] y bajó hasta la huerta de arriba de este Monasterio"; Felipe Martínez y Toledo, casado, de Cervera [del Río Alhama], que murió el 25 de Septiembre "de resultas de que le cogió un novillo, el día de la Virgen de la Barda"; Raimúndo Pérez, soltero, de 24 años, que murió el 15 de Diciembre, "a resultas de dos puñaladas que recibió"; y el Prior del Convento, D. Norberto del Valle, que murió el 26 de Diciembre.
No estaría nada mal que el Ayuntamiento de Fitero le diese una mano de pintura al cartel que hay encima de la que ahora es sólo una puerta lateral del Camposanto Municipal y que, ya puestos, colocara un cartel en la que ahora es su entrada principal, de modo que lo identificara como tal, y quizá hasta un panel informativo que relate la historia de este cementerio. También sería de utilidad que se hiciera un inventario de los nichos, tumbas y panteones existentes, algunos con cierto valor artístico o histórico, así como de un plano en el que se recogiera su distribución geográfica pues, hoy por hoy, no existe esta información y no hay forma de localizar una tumba ni tampoco de saber quienes están enterrados en ellas. Hasta aquí llega el desinterés y la desidia de quienes administran el Patrimonio de la Villa.