lunes, 31 de octubre de 2011

La vida en 1868 (y III)

El relato de Tomás Lletget Caylá acerca de cómo era la vida en Fitero, en 1868, acababa diciendo: Gracias a los esfuerzos que se hacen, es posible, y aún probable, que para más adelante se observe alguna mejora, algún notable progreso en la cultura intelectual de los habitantes de Fitero, tan descuidada por desgracia hasta el presente. De entre 2752 que componen el vecindario, leen y escriben 356: leen sólo 200, y carecen completamente de instrucción 2016 ... !!
Produce el país, unos años con otros, 120.000 @ de vino y 6.000 de aceite; además de los cereales, que algunos años se pierden por la escasez de aguas; de las legumbres, de las frutas y de las hortalizas, que son muy abundantes y de buena calidad.
Ningún adelanto, ninguna invención moderna se ha introducido en los sistemas de cultivo, y el patriarcal arado y la antigua azada continúan siendo los instrumentos preferidos, los únicamente empleados. Una parte no despreciable de las tierras se quedan sin abono por la escasez de los estiércoles, sin embargo de que, según se verá luego, cuenta el pueblo con más 11.000 cabezas de ganado lanar.
Lo que he dicho de los sistemas de cultivo se puede aplicar a la elaboración de vinos y aceites: nada ha variado desde los tiempos más remotos, y, lo que es peor aún, la escasez de envases y la mala disposición de las bodegas hacen no sólo que sean desconocidos los procedimientos de clarificación, sino que, salvas algunas excepciones, ni siquiera se efectúen los de simple trasiego.
El vino que por su mucho color, fuerza y pureza tiene bastante estima para la exportación, no es el más a propósito para vino de pasto por su sabor demasiado dulce.
La alpargatería y la destilación de vinos constituían antes las únicas industrias del pueblo. La primera mantiene un gran número de familias, pues hasta las mujeres, desde la edad de ocho a diez años, trabajan ya en este ramo, y aunque el jornal que ganan no es crecido, es sin embargo un alivio no despreciable para sus familias.
La fabricación de jabones ha adquirido cierta importancia de algún tiempo a esta parte, sobre todo desde que los Sres. Alfaro y Hermano levantaron la elegante fábrica que se halla a la salida del pueblo. Sus productos tienen grande aceptación en diferentes provincias, y especialmente en la Rioja.
El comercio es casi nulo, y tanto la importación como la exportación la efectúan exclusivamente personas de fuera del pueblo.
Consistía la riqueza pecuaria, según el censo de 1865, en las cabezas de ganado siguientes: Caballar 47, Mular 128, Asnal 363, Lanar 11.515, Cabrío 248 y de Cerda 64; Total 12.365 repartidas entre 469 propietarios, siendo de notar que tanto el ganado lanar como el cabrío están empleados, casi en su totalidad, en la reproducción.
El total de la riqueza imponible en Fitero se eleva a la suma de de escudos 35.821, y paga de contribución: Por el Cupo Foral 3.739,3 escudos. Por el de Culto y Clero 3.461,8 escudos.

domingo, 30 de octubre de 2011

La vida en 1868 (II)

El relato de Tomás Lletget Caylá acerca de cómo era la vida en Fitero, en 1868, continúa diciendo: La población, higiénicamente hablando, está mal situada: la extensa y ferocísima huerta que la rodea; las acequias y sus hijuelas que la cruzan en todas direcciones, y la vecindad del río, de mezquino caudal durante el verano, son causas más que suficientes para explicar la frecuencia con que reinan allí las fiebres intermitentes de todos tipos, y las dificultades con que tienen que luchar los facultativos para vencerlas. El cambio de clima, además del antitípico, es el mejor medio de combatirlas. Los braceros y los artesanos, a quienes la falta de medios les impide cambiar de clima, pasan con frecuencia meses enteros agobiados por las calenturas, y no es raro ver que algunos consigan librarse de ellas tomando, durante diez o doce días seguidos, unos vasos de agua mineral en el establecimiento antiguo [de Baños de Fitero]. Las enfermedades que, además de las fiebres eruptivas, se observan en Fitero tienen una marcada tendencia a revestir el carácter inflamatorio, y a ir acompañadas de complicaciones gastro-hepáticas.
La proporción de los nacimientos con las defunciones está en razón de 120 de los primeros por 98 de las segundas, repartidas del modo siguiente: Nacidos: Varones - 58. Hembras - 62. Muertos: Varones - 52. Hembras - 46. Las edades en que es mayor la mortalidad son la niñez y las de 40 a 50 años.
A cada matrimonio se le calculan sobre cinco o seis hijos, y la lactancia suele durar unos diez y ocho meses.
Los habitantes de Fitero son robustos, fuertes y, generalmente, bien constituidos. Su talla media es de 1,600 m., siendo la máxima de 1,835 m., y la mínima de 1,390 m.
Existe en la Villa un solo templo, que es la antigua Iglesia del monasterio, bajo cuya tutela y señorío creció la población durante la Edad Media. Demás de sus condiciones de capacidad, a todos notorias, ofrece el referido templo, arqueológicamente considerado, sumo interés artístico, y tiene en la historia de las artes españolas grande importancia. El tiempo, la incuria, la ignorancia y el capricho se han adunado sin embargo para desfigurarlo, haciendo hoy difícil al arqueólogo su quilatación y aprecio.
También añadió que la casa monacal, lo mismo que la capitular, solo ofrecen de notable el estado ruinoso en que se encuentran. En el sitio mejor conservado de la primera tiene establecidas el Ayuntamiento las escuelas públicas y alguna otra dependencia del concejo.

sábado, 29 de octubre de 2011

La vida en 1868 (I)

Tomás Lletget Caylá, siendo Médico-Director del actual balneario Virrey Palafox, de Baños de Fitero, publicó en 1870 una monografía sobre éstos, en la que incluyó esta descripción de cómo era la vida en la Villa en 1868: Sus habitantes, en número de 2752, según el último censo, viven en casas de uno a tres pisos, reducidas y poco cómodas por lo general, por hallarse la población muy apiñada, mayormente la parte más antigua, que es la del mediodía.
Consisten sus alimentos en pan de trigo, comunmente de buena calidad, pues en Navarra, desde el más rico hasta el más pobre, procuran comer pan blanco, aunque no siempre está amasado con arte. Buenas carnes, legumbres y verduras completan la alimentación de una gran parte de los habitantes. Los artesanos y los braceros hacen uso de la carne de cerdo durante una parte del año, y el resto de él las legumbres y las patatas forman su principal alimento. La pesca no la conocen sino las clases acomodadas.
El traje habitual de los fiterienses es igual o parecido al de los demás habitantes de la provincia: los hombres visten la pana y el paño, y el percal las mujeres. De algunos años a esta parte se observa sin embargo que las telas de lana, y aún las de seda, van reemplazando a la pana y al percal entre la clase labradora, que es la más numerosa, lo cual prueba que el lujo y la moda, al recorrer el mundo, no se ha olvidado de visitar este tranquilo rincón de Navarra.
Si se juzgara del carácter de los fiterienses a la ligera y bajo la primera impresión, se les calificaría fácilmente de un tanto bruscos, de secos y hasta, si se quiere, de desconfiados; más a medida que se les trata se va borrando aquella desagradable impresión primera, y se les encuentra amables, dóciles y sumamente obsequiosos con los forasteros; como lo prueba la gran afluencia que de ellos acude a cuantas fiestas se celebran en la Villa. Fitero es, en fin, un pueblo hospitalario, religioso sin fanatismo y morigerado en sus costumbres.
Los labradores trabajan, por término medio, ocho horas al día, cuatro por la mañana y otras tantas por la tarde. Los industriales se ocupan más tiempo en sus labores, pudiendo señalarse como tipo doce horas para los que se dedican a la alpargatería, que es la industria principal, la única se puede decir que ha arraigado allí.
No hay en Fitero diversión alguna pública ni privada, si se exceptúan los juegos de pelota y bolos a que la gente es bastante aficionada. Un modesto Casino sirve de punto de reunión a las clases acomodadas. Los jornaleros se reúnen en la Calle Mayor, que es ancha, tiene buenas aceras y agradable aspecto. Las mujeres, los domingos, forman corro alrededor de una baraja, sentadas en la acera, y pasan horas enteras jugando al mus o a la brisca, mientras que algún rucio, asomando la cabeza fuera del portal, parece contemplar, serio y tranquilo, la marcha del juego.

viernes, 28 de octubre de 2011

Beneficencia Municipal

A finales de los 80 del siglo pasado, Manuel García Sesma escribió que la clausura del Monasterio en 1835 significó un desastre para los más pobres del pueblo, que quedaron prácticamente abandonados a su suerte, pues la institución posterior de la Beneficencia Municipal sólo representó un inocuo y descolorido paliativo.
Suprimida la comida conventual y reducidos al mínimo vital los salarios, las familias de los jornaleros se las veían negras para poder subsistir. Sobre todo, en las temporadas invernales en que sobrevenían lluvias y nieves prolongadas, entonces frecuentes. En tales ocasiones, el Ayuntamiento socorría provisionalmente a las familias más necesitadas, repartiéndoles pequeñas raciones de comestibles (pan y alubias o garbanzos, o sardinas arenques, etc.). Todavía en 1913, La Voz de Fitero, en su nº 48, correspondiente al 2 de marzo, insertaba esta gacetilla. "El viernes, 21 de febrero, a consecuencia del temporal de nieves, se repartió a los pobres raciones de una libra de pan y media escudilla de alubias por persona". Era indispensable que los beneficiarios no poseyeran ni un palmo de terreno y que estuviesen inscritos en las listas de la Beneficencia. El principal servicio de ésta consistía en suministrar a los pobres gratuitamente médico, practicante y medicinas, en caso de enfermedad grave, tramitando su ingreso en el Hospital Provincial de Pamplona, si se estimaba necesario. Las peticiones de admisión en la Beneficencia eran frecuentes, en la 2ª mitad del siglo XIX, a causa de la pobreza reinante en el pueblo. Así, en la sesión del Ayuntamiento del 28-III-1886, se acordó incluir en ella a 16 vecinos más, rechazando a otros 6 solicitantes. 
También añadió que al industrializarse el pueblo en la década de 1960-70, el número de los beneficiados de la Beneficencia Municipal, comenzó a decrecer rápidamente, de manera que en 1972, sólo quedaban inscritos 14 vecinos y en la actualidad, ya no hay ninguno. Sin duda, da qué pensar.

martes, 25 de octubre de 2011

Godina y los Baños de Fitero

En la Historia de Fitero abundan las singularidades cuya relevancia sobrepasan el ámbito local. En la Plena Edad Media, aparte de las reinas y de las abadesas de algunos destacados conventos religiosos, no hubo muchas mujeres que tuvieran la oportunidad de ejercer un cargo público y de formar parte de la aristocracia terrateniente sin que fuera como consorte. En la sociedad feudal del Siglo XII, el poder de los monarcas estaba delegado en los tenentes que, como su nombre indica, eran los señores que tenían un territorio o feudo como el que, por ejemplo, correspondía a la villa o castro de Tudején (despoblado de Fitero), desde su reconquista en 1119. Señoríos que, aunque evolucionaron, se mantuvieron vigentes hasta la primera mitad del siglo XIX, habiendo pasado el de Tudején a manos del primer abad del monasterio de Fitero, San Raimundo, el 15 de abril de 1157, y pudiéndose considerar a la villa de Fitero como una continuidad de la de Tudején.
La primera noticia conocida acerca de un señor de Tudején data de 1151, bajo el reinado de Alfonso VII el Emperador, siéndolo Gautier o Gutierre Fernández de Castro, uno de los principales magnates de la corte de Castilla y León durante la primera mitad del siglo XII. En casos como éste, en los que un señor feudal tenía a su cargo múltiples tenencias, siendo alguna de ellas de gran valor estratégico, como lo era Tudején, por su carácter fronterizo con los recién escindidos reinos de Pamplona y Aragón, no es de extrañar que delegaran algunas de ellas en alguien de su entera confianza. Lo extraño era que la escogida fuera una mujer pero así consta Godina como señora de Tudején entre 1151, al menos, y 1155, pues aunque desde finales de 1153 o principios de 1154 Gutierre Fernández pasó esta tenencia y la de Cervera del Río Alhama a su sobrino, Álvaro Rodríguez de Castro, Godina siguió como señora de Tudején, mientras que su marido, Fortún Garceiz, siguió siendo el alcaide de este fronterizo castro. Poco después, entre abril de 1156 y quizá hasta que Tudején pasó a manos de San Raimundo de Fitero, figura en Ágreda, Cervera del Río Alhama y Tudején, García Zapata por delegación del cofrade templario Portales, que era hermano del señor de Tarazona, el también cofrade templario Fortún Aznárez, entonces al servicio de Castilla.
Poco más se sabe de Godina, tan sólo que hacia 1147, como propietaria del establecimiento de los Baños de Tudején o Baños de Fitero, lo donó a la Catedral de Calahorra con objeto de adquirir el derecho a ser enterrada en ella. No quedando claro cómo pasó el balneario a manos del Monasterio de Fitero, si fue en 1157, formando parte del señorío de Tudején, o si fue en 1159, cuando la gente armada de Tarazona asaltó este convento, apaleó y expulsó a los cistercienses, y lo usurpó en beneficio de esta sede episcopal aragonesa y en perjuicio de la calagurritana.

lunes, 24 de octubre de 2011

La primera entidad bancaria

Hace poco más de un siglo y un lustro que comenzó la actividad bancaria en Fitero. Manuel García Sesma publicó que la Caja de Crédito Popular fue la 1ª institución bancaria de la Villa. Se abrió a principios de febrero de 1906, como una delegación de la Federación Católico-Social Navarra, la cual tenía su sede central en Pamplona. Las primeras oficinas de la Caja de Crédito Popular estuvieron instaladas en el edificio nº 9 del Paseo de San Raimundo (antiguo Palacio del Abad) y el primer Presidente de su Junta fue D. Hilario Falces Carrillo. En su primer año, hizo solamente 24 préstamos por valor de 3.375 ptas. e ingresó en su Caja de Ahorros 1.728,21 ptas. Ahora bien, 15 años después, o sea, en 1921, sus entradas en caja fueron 479.097,23 ptas., y sus salidas 476.434,04. En este año, fue nombrado Secretario de la misma el organista de la Parroquia, D. José Mª Viscasillas que desempeñó su cargo en la Caja hasta su jubilación en 1970; es decir, durante medio siglo. Hacia la 2ª mitad de la década de 1940-50, la Caja trasladó sus oficinas a un piso de la casa nº 27 de la Calle Alfaro, propiedad de D. Ángel Grávalos; y en la 1ª mitad del decenio de los años 60, se instaló en el nº 17 de la misma calle.
Hacia el comienzo del decenio de los 50, cambió su nombre, tomando el de Cooperativa Agrícola-Caja Rural Católica de Fitero, hasta 1970, en que la Caja Rural Católica fue absorvida por la Caja Rural de Navarra, subsistiendo aparte, aunque muy precariamente, la Cooperativa Agrícola, hasta que ésta hizo suspensión de pagos a finales del pasado siglo. Las oficinas de la Caja Rural de Navarra, en 1984, pasaron a ocupar la bajera de la casa nº 55 de la Calle Mayor, y ahora están en la del número 30.
En la actualidad, además de esta entidad bancaria sólo mantienen abiertas sus oficinas el Banco Santander, en la Plaza de San Antonio, y la Banca Cívica, en la Calle de la Villa, habiéndose cerrado todas las demás que ofrecieron sus servicios a lo largo del último siglo.

domingo, 23 de octubre de 2011

Calle Beato Palafox

Ha desaparecido la antigua placa que daba nombre a una de las entradas de la Calle Venerable Palafox, concretamente, la que hace esquina con la Calle del Pozo. La verdad es que era poco visible debido a la desafortunada ubicación de la señal de tráfico que había junto a ella y que, tras la remodelación de la fachada de la casa que da a ambas calles, sigue estando ahí.
Seguramente, la placa que reponga el Ayuntamiento de Fitero no tendrá la presencia de las antiguas placas de cerámica que hacían más atractiva la visita por las calles de la Villa, sino que será una de las chapas metálicas con las que durante la última década se viene señalando la denominación de las calles. Aunque así sea, ojalá que al menos aprovechen esta ocasión para renombrar la Calle Venerable Palafox como Calle Beato Palafox y así se haga un homenaje más al esperado acontecimiento celebrado este año.
Homenaje municipal que también sería aplicable a la Calle García Lahiguera que, desde este año, debería ser Calle Venerable García Lahiguera, si el Ayuntamiento decidiera plasmar en sus calles el reconocimiento que ambos fiteranos, Juan de Palafox (1600-1659) y José María García Lahiguera (1903-1989), han recibido este año por parte del Papa Benedicto XVI.

sábado, 22 de octubre de 2011

El Trujal de la Era de la Orden

La villa de Fitero comenzó a trabajar un Trujal en el sitio llamado la Era de la Orden, Camino de Cervera [del Río Alhama] a Corella, y lo continuaron hasta llegar a moler en él. Al mismo tiempo hicieron unas Heleras y Pozas en los términos de Turungen [(despoblado de Fitero)] comprendidos en las Demarcaciones que tiene el Monasterio y en 6 de Marzo de 1621 puso demanda el Monasterio en la Corte de Navarra pidiendo se derribase el Trujal y que se declarase que la Villa no había podido edificarlo y que también se mandase cerrar las Pozas y Heleras que habían hecho. Dióse traslado a la Villa, la que acudió a alegar sus razones y habiéndose substanciado el pleito, en el que pidió la Villa que el Monasterio no pudiese llevar a los que van a moler más de medio almud de maquila en el Molino harinero. En 15 de Julio de 1622 se pronunció sentencia en Corte dándole la razón al antiguo Monasterio de Fitero y condenando a la Villa a que, a su costa, derribara lo construido y dejase los terrenos empleados para ello como estaban antes.
Gracias a esta información recogida de forma resumida en los memoriales del antiguo monasterio y al plano que se conserva acerca de la nueva población que la Villa quiso construir a mediados del siglo XVII en El Olivarte, sabemos que al Oeste del actual Cementerio y justo enfrente del lugar en el que la Costerilla alcanza el actual camino asfaltado que hace las veces de variante entre Corella y Baños de Fitero, lugar en el que se encuentra el edificio de la antigua Venta de Fitero, los fiteranos construyeron y derribaron un trujal así como que dicho lugar era conocido como la Era de la Orden [de Císter]. Topónimo que el Ayuntamiento de Fitero podría recuperar en el catastro de la Villa con objeto de que sirva como referencia geográfica para posteriores estudios sobre la Historia de Fitero.

viernes, 21 de octubre de 2011

La Plaza de la Picota y el Calvario

Pocos son los registros existentes de Picotas en Navarra, según publicó Julio Altadill Torrontera de Sancho San Román, diciendo que sólo llegó a conocer la que se conserva en Lacunza y señalando que correspondió la Picota a la condición de villas, obtenida por las aldeas que adquirieron vida municipal propia, autonomía administrativa, libertad dignificante, que no sin honrosa información y cuantiosa ofrenda al real patrimonio, lográbase alcanzar; y desde el momento en que se lograba esa categoría en el orden administrativo, obteníase también el derecho de implantación de la picota, para en ella ejecutar justicia en plaza pública u obtener de la ejemplaridad, la enmienda de las costumbres públicas. También aclaró que el origen de esta palabra procede de la pica, porque como nadie ignora y la tradición nos informa, antes de que existiera la picota, se situaban al borde de los caminos las cabezas de los ajusticiados, cortadas a golpe de hacha por el verdugo y clavadas al extremo superior de unas picas cuya extremidad inferior se afianzaba en tierra, costumbre cuya tendencia era la ejemplaridad. Añadiendo que era posible que muchas de las cruces y de los Calvarios existentes en las afueras de los pueblos pudieron haber sido monumentos patibularios antes de adquirir su condición religiosa. Tal pudo ser el caso del Calvario que hubo en el camino asfaltado que hace las veces de variante o desvío por el Camino de Corella y Cervera del Río Alhama, y del que sólo se conserva su topónimo pues es posible que allí, a las afueras de la Villa, se trasladara la Picota que hubo en su plaza principal.
Además de los tres fallidos intentos por independizarse la Villa del señorío del antiguo Monasterio de Fitero, creando una nueva población en sus cercanías, mantuvo numerosos y costosos pleitos por lograr el derecho a impartir justicia entre los vecinos. La Picota, ubicada en una plazuela que entonces era la principal plaza de la Villa, a la salida de la Plaza de la Orden, por la que se accedía al monasterio y que hoy forma parte del Paseo de San Raimundo de Fitero, entre ésta, el Barrio Bajo, los Charquillos y el Cortijo, era el lugar en el que el abad mitrado de Fitero ejecutaba las ejemplarizantes sentencias, ante el espantado público que asistía a estos eventos, y también el lugar en el que se manifestaba y recordaba públicamente que la villa de Fitero lo era del monasterio que le dio su nombre.
Es una pena que hace más de un lustro el Ayuntamiento de Fitero desestimara la propuesta de recuperar la memoria de este importante lugar para la Historia de Fitero, colocando una placa con el nombre de Plaza de la Picota. Aunque peor ha sido que la plazuela haya quedado reducida a un extraño cruce en el que ahora se encuentran seis u ocho calles, según se mire, al que decidieron renombrar como si fuera parte de la cercana pero distinta Calle que no Barrio de la Iglesia, con la confusión que ello genera. No obstante, la chapuza tendría fácil arreglo si, quizá con apoyo del Consorcio EDER, se acabara recuperando la memoria de la Plaza de la Picota, instalando en ella no sólo una placa que la identifique adecuadamente sino también un panel informativo y quizá también otro panel similar junto al Calvario. Así, poco a poco, se podrían ir poniendo en valor los lugares significativos del casco urbano y de los alrededores de Fitero que podrían ir haciendo de esta Villa un lugar más atractivo para el turismo. 

lunes, 17 de octubre de 2011

El Olivarete

Una consecuencia del tercer y último intento de la Villa por independizarse del antiguo monasterio cisterciense de Fitero fue la elección de un lugar cercano para edificar la nueva población: El Olivarete. Así lo recuerdan los memoriales del desaparecido convento: En 18 de Abril de 1653 señaló la Villa el puesto para la nueva población en el camino carretil que sube de la Ciudad de Corella a la Villa de Cervera [del Río Alhama] y desde el camino que sale de Fitero a Calahorra. Nombraron medidores para ajustar los 50 Robos y un Pintor para que delinease la planta; y el Monasterio y los Lugares opuestos lo impugnaron todo y, especialmente, el señalamiento del sitio, por decir [que] se había hecho en territorio que [está] en propiedad y posesión del Monasterio por estar comprendido en las donaciones Reales y apeos antiguos, que tiene dicho Real Monasterio, de [lo] que resultó que mandó el Consejo [Real de Navarra] que el Sr. D. Gerónimo de Feloaga, Oidor del Consejo, viniese a hacer vista ocular de dicho sitio, dándole facultad para todo lo que fuere necesario, para la averiguación del derecho de las partes y que con citación de todos se hiciese [un] amojonamiento de los términos comprendidos en los apeos antiguos y modernos, y de los puestos y sitios contenciosos con mojones, nombres y señales; y que se hiciese auto en forma con testigos de todo esto. Y dicho Sr. Feloaga comenzó a hacer dicha vista ocular el día 19 de Enero de 1655, con asistencia de todos los interesados, y se concluyó el día 11 de Febrero del mismo año.
Substancióse el pleito sobre la Sobrecarta y se hizo consulta a Su Majestad por el Consejo y, vista la consulta y demás papeles por el Consejo de la Cámara, se dieron dos decretos en 1º de Marzo y en 13 del mismo de 1658, en que se mandó dar Sobrecédula de las dadas, conque la Población se hiciese a una lengua de distancia del Monasterio y, habiendo suplicado la  Villa de este decreto, se dio otro en 22 de Octubre del mismo año, mandando cumplir el primero, conque la población se hiciese en el lugar y sitio que había elegido la Villa de Fitero, que está a un tiro de arcabuz del Monasterio. Y habiendo vuelto otra vez a consultar por el Consejo, se mandó cumplir y ejecutar la primera Cédula, sin perjuicio de las partes y que se siguiese en el Consejo de Navarra y se despachó Cédula a 9 de Junio de 1660, siendo ésta la quinta sentencia que sacaron los de la Villa, y presentada en el Consejo, mandó dar Sobrecarta.
En la actualidad sólo hay edificaciones en ambos extremos meridionales del Olivarete: las cocheras y el almacén de gas butano que hay junto al camino del Olmillo o antiguo Camino de Calahorra, y la fábrica y las oficinas de Alabastros HERNA, que están ubicadas justo al cruce del Camino de Nava Mujeque y el antiguo Camino de Corella a Cervera del Río Alhama, que en parte coincide con la actual NA-160. Aunque el topónimo del Olivarete se había perdido, de hecho, Manuel García Sesma erró al ubicarlo en Las Eras, enfrente de la recién clausurada fábrica textil Nueva Navarra, no estaría mal que lo recuperara el Ayuntamiento y que lo incorporara como tal en el catastro pues con él va una parte de la Historia de la Fitero.

domingo, 16 de octubre de 2011

Las variantes de Fitero

La carretera local que pasa por Fitero, NA-160, no siempre atravesó su núcleo urbano, como lo hace ahora pues el origen abacial de la Villa requería que sus edificios, por estar junto a los del antiguo monasterio cisterciense, estuvieran alejados del mundanal ruido. En el siglo XVII a esa carretera se le citaba como Camino de Corella a Cervera [del Río Alhama] y a su llegada a lo que ahora son las afueras de la Villa, a la altura de la fábrica de conservas El Juncal, continuaba por delante del pantano del Olmillo y del actual Cementerio antes de proseguir desde lo alto de la Cuesta de la Mejorada con el actual trazado de la NA-160 hasta Baños de Fitero. Esto es, la que era la principal vía de comunicación de Fitero seguía un camino muy similar al que ahora sigue el camino asfaltado que hace las veces de variante de la Villa, gracias a las ayudas del primer Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo del Gobierno de España o Plan E.
Anteriormente, la antigua circunvalación de Fitero era la Calle Mayor que, en el siglo XVII, era la Calleja y que, por un extremo, comunicaba con el puente sobre el río Alhama y el antiguo Camino de Ágreda, actual NA-6991, y por el otro, siguiendo por la actual Cuesta del Cementerio o Costerilla, comunicaba con el Camino de Corella a Baños de Fitero justo donde aún se encuentra el edificio de la antigua Venta de Fitero y un poco más arriba de donde está el de la vieja herrería donde se reparaban los carros y diligencias. Si bien la Calleja también tuvo un segundo enlace con este camino principal a través de la actual Calle Díaz y Gómara y de la Avenida de Pío XII o Cogotillo Bajo que, atravesado el Camino de Corella a Cervera del Río Alhama a la altura del pantano del Olmillo, se transformaba en lo que era el antiguo Camino de Calahorra o de Aldeanueva de Ebro.
De hecho, Manuel García Sesma publicó que fue en 1862 cuando se desvió el recorrido de la diligencia que iba por el Camino de Corella a Baños de Fitero para comunicar este establecimiento termal con Tudela, con objeto de entrar en el casco urbano de la Villa y hacer así una parada a Fitero, entrando por la actual cuesta de La Mejorada y saliendo por el segundo enlace citado. Costumbre que acabó afianzando este desvío como el actual trazado de la carretera local NA-160 hasta que, en 1913, se abrió la prolongación de la Calle Mayor y convirtió a ésta en parte de la propia carretera NA-160. Lo que hizo que el principal enlace de la antigua Calleja o actual Calle Mayor con el Camino de Corella a Cervera del Río Alhama, a través de la cuesta del Cementerio, así como el propio trazado de este camino quedaran reducidos a simples caminos de acceso secundarios. Aunque el asfaltado de la actual variante de la NA-160, en cierto modo, ha recuperado casi sin modificaciones el trazado de la otrora vía principal de Corella a Baños de Fitero.
No obstante, la construcción del polígono industrial junto a la carretera NA-6900, cerca de Ormiñén, desde finales del pasado siglo conlleva un replanteamiento de lo que debería ser una variante tanto para éste como Baños de Fitero y para la Villa en el siglo XXI.

sábado, 15 de octubre de 2011

Los orígenes de la Parroquia de Fitero

Tal como publicó Manuel García Sesma, durante la época abacial no hubo en Fitero clero secular y, como era lógico, la actividad parroquial estuvo a cargo de los monjes del Monasterio. Ni qué decir tiene que el supremo jefe espiritual de Fitero era el Abad, sobre cuyas atribuciones religiosas escribía el Prior y Archivero del Convento, Fr. Baptista Ros, en 1634, lo siguiente: "El Abad tiene jurisdicción quasi-ordinaria y es Abad Bendito, con silla pontifical en la Iglesia, báculo, mitra, pectoral, anillos y gremial. Nombra a un monje como Vicario General y a otro como Cura de almas. Aprueba las confesiones de los monjes, da licencia para predicar y lanzar censuras y excomuniones. Imparte las Órdenes Menores, da licencia para predicar y confesar a los que vienen al Monasterio y licencia para pedir limosna. Visita la iglesia cada año y asimismo los testamentos, cofradías, aniversarios y otras obras pías. Da o niega la licencia para enterrar en la iglesia y, cuando se necesita la confirmación, el Abad la hace".
Aunque no hemos encontrado ninguna lista del personal primitivo de la Parroquia, es seguro que se compondría, al menos, de un Vicario ordinario (Párroco), de un Sacristán y de un Acólito. El Censo Municipal de 1797 anotaba lo siguiente: "Párroco: 1 monje del Convento. Teniente: 1 monje del mismo. Sacerdote francés emigrado: 1 (A la sazón, era la época de la Revolución Francesa). Sacristán: 1 monje. Acólitos: 2 Sirviente de la iglesia: 1".
Los primeros vicarios ordinarios de los que tenemos noticia y cuyos nombres y fechas figuran en el Libro I de Bautizados de la Parroquia, son los seis siguientes: en 1547, Fr. Pedro González; en 1560, Fr. Andrés Sanz; en 1566, Fr. Bartolomé Ponce; en 1571, Fr. Francisco de Jaureguizar; en 1582, Fr. Alonso Aguado; y en 1583, Fr. Martín de Bea.
El último párroco de la época abacial fue Fr. Antonio de Echarri, cuya postrera anotación en el Libro de Difuntos de la época fue la nº 108, referente a la niña María Magaña Díaz, enterrada el 15-XII-1835. Seis días después, los frailes desalojaron el Convento.

viernes, 14 de octubre de 2011

El tercer intento independentista de la Villa

Todavía hubo un tercer intento por hacer una nueva población a la que trasladar la villa de Fitero. Manuel García Sesma recogió que los apuros económicos de la Corona española se agudizaban, pues, a pesar del Tratado de Westfalia de 1648, continuaba la guerra con Francia, Portugal y Cataluña.
Por eso, acabado el relato del segundo intento independentista de la Villa con sentencia favorable para el antiguo Monasterio de Fitero, sus memoriales recuerdan cómo percibieron los siguientes acontecimientos: Parece que con este Privilegio que obtuvo el Monasterio habían de quedar desengañados los vecinos y no habían de molestar al Monasterio con pretensiones de nueva población. Pero como nunca faltan cavilosos en los Pueblos y la ambición de ganar dietas los mueve a inventar nuevas tretas, persuadiendo a los vecinos la libertad, y que miran por los derechos de la Villa logran su intento con facilidad, ya porque los más de los Vecinos son de corto alcance, y ya porque ceban en cualquiera especie que sea contra el Monasterio. Sin embargo, por este privilegio que tenía el Monasterio para que los de Fitero ni otro ninguno pudiesen hacer edificios en los Montes de Cierzo y Argenzón, acudieron de nuevo a Su Majestad, solicitando gracia o merced para hacer nueva Población, ofreciendo por ella ciento once mil Reales de plata doble, y para facilitar más su pretensión dieron antes 4000 ducados. Y en 14 de Julio de 1652 obtuvieron merced de Su Majestad de 50 robos de tierra medida de monte en los de Cierzo y Argenzón, en la parte y sitio que señalare la Villa, dándole la propiedad de ella, con facultad para hacer una nueva población, Iglesias, Casas, Molinos, etc. sin limitación alguna, con título y nombre de Villa Real, haciéndola buena Villa, dándole jurisdicción civil y criminal, con todas las prerrogativas que se requieren, en remuneración de sus servicios, y por 11.000 Reales de plata, conque ofrecía servir para el gasto de las guerras, con calidad que antes que tomasen posesión, pagase la dicha Villa al Monasterio 2000 ducados de plata que dio al Conde de Oropesa [Duarte Fernando Álvarez de Toledo] por un despacho privativo que dio a dicho Monasterio.
Presentóse esta Cédula en el Consejo [Real de Navarra] y habiéndose mandado comunicar al Monasterio y a las Ciudades de Cascante y Corella y otros lugares interesados, salieron a la demanda y después de muchos alegatos y Escrituras que se presentaron, mandó el Consejo por dos declaraciones conformes, que la Villa de Fitero eligiese y señalase el puesto donde intenta fundar, midiendo y dejando amojonados los 50 Robos de tierra y que se hiciese una planta del sitio, todo con citación de las partes interesadas.
Por fin parecía que la Villa iba a lograr su propósito de independizarse del monasterio que la había fundado. En vez de ello, comenzó un largo proceso que, en 1685, acabó para siempre con las posibilidades de hacer una nueva población de Patronato Real en Fitero.

jueves, 13 de octubre de 2011

Los símbolos heráldicos de Fitero

El pasado fin de semana se ha avanzado en el conocimiento del significado del Escudo de Fitero, mejor dicho, en el de los símbolos que hubo en el primer o en uno de los primeros escudos fallidos que tuvo la Villa y que parece ser que inspiró al actual, diseñado en el siglo XIX. No ha sido un mal ejercicio académico aunque haya sido más un ejercicio de especulación y de planteamiento de hipótesis plausibles, al menos por mi parte, que una cadena de descubrimientos. Por lo que creo que mientras no se avance o avancemos en el conocimiento de la Historia de Fitero, afianzando las aportaciones en las correspondientes fuentes documentales, no estaremos en mejores condiciones de poder explicar todos y cada uno de los símbolos del Escudo de Fitero y, por tanto, de nuestras señas de identidad. Cuando lo estemos, quizá tengamos otra perspectiva y seamos menos propicios a proponer que se cambie alguno de ellos.
Mientras tanto, no me parece una buena idea la de considerar la posibilidad de quitar del escudo actual la Corona Real pues creo que ahora representa tanto los repetidos intentos fallidos de nuestros antepasados por liberarse del señorío abacial, con objeto de intentar ser una Villa Real, como la identificación de los actuales fiteranos con la historia del antiguo Reino de Navarra y del Reino de España en el que estamos. Tampoco me lo parece que se considere la posibilidad de quitar la Cruz de Calatrava acolada al actual escudo pues es un recuerdo de que Fitero fue la cuna de Órden Militar de Calatrava y si ésto le dió derecho al antiguo monasterio de Fitero para acolar dicha cruz a su escudo heráldico, debería mantenerse ésta así en el de la Villa, como heredera de aquél y de la gloria alcanzada por su su fundador y Patrón de la Fitero, San Raimundo de Fitero. Independientemente de que esta cruz fuera añadida al Escudo de la Villa en 1946 pues su adición se debe al erudito recuerdo de que ésta fue una de las mayores hazañas de la Historia de Fitero, el del monasterio y, por tanto, el de la actual Villa. No hacerlo así o hacerlo a medias, planteándose mantenerla pero colocándola en otra parte del escudo creo que también está fuera de lugar y que no debería ir más allá del mero ejercicio teórico y recreativo de cómo debería ser el Escudo de Fitero si nos planteáramos diseñarlo ahora, olvidando que ya existe uno y que tiene un pasado y una historia.
Dicho esto de los dos símbolos cuya permanencia en el Escudo de Fitero ahora se cuestiona, creo que va siendo hora de que ahondemos algo más en el significado de los otros dos: el Romero y la Parra, y de que busquemos documentación que lo acredite aunque para ello sea necesario que se avance en el conocimiento de la Historia de la Villa, aún por escribir y cada vez siendo más importante y necesario que se haga con urgencia.
Lo mismo se puede decir de la Bandera de Fitero y de los símbolos que en ella figuran: el propio Escudo de Fitero, la Cruz de Calatrava, la Virgen de la Barda y la Vera Cruz. Todo ello, claro, antes de considerar ningún cambio pues si el Ayuntamiento de Fitero está decidido a modificar el escudo y la bandera actuales, creo que ésto no debe ser algo improvisado y que antes debe asegurarse bien de qué símbolos añade o quita y de por qué lo hace.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Novedades sobre la Bandera de Fitero

También este sábado hubo una ponencia en el XXVI Congreso Nacional de Vexilología, celebrado en Fitero, acerca de la bandera de la Villa y corrió a cargo de Juan José González Sánchez. Hizo referencia al trabajo que publicamos Ricardo Fernández Gracia y un servidor, en 1983, reconociendo que no se conocen datos de cómo pudieron ser otras banderas de la Villa, si es que las hubo con anterioridad a 1881, fecha en que el Ayuntamiento de Fitero encargó la bandera que entonces describimos y de la que parece ser fiel reflejo la que se conserva desde 1945. No ocurre así con la que reemplazó a ésta en 1998 pues se simplificó la cara de la Vera Cruz, eliminando los escudos de la Villa y las Cruces de Calatrava; ni mucho menos con la bandera blanca que con sólo un gran escudo de la Villa ondea en los edificios oficiales, tal como manda la Ley de Símbolos.
Juan José González consideró que la Bandera de Fitero es demasiado compleja para ser usada como tal, aunque no así para ser portada por la Corporación municipal en los grandes acontecimientos, tal como ya viene haciéndose desde hace poco más de un lustro. También expuso que la bandera que ondea en los edificios oficiales es una simplificación extrema y que tampoco se corresponde con la de la Villa, por lo que era necesario replantearse su revisión.
Puestos a buscar los orígenes de la Bandera de Fitero, Juan José González propuso acudir al relato de los acontecimientos del famoso Motín de 1675 y destacar que en él se dice que los amotinados enarbolaron la bandera de la Cofradía de San Miguel de los Ballesteros, añadiendo que ésta pudo tratarse de una bandera blanca, con una cruz que posiblemente pudo ser roja, con una imagen de San Miguel bordada en ella, y que quizá a ésta y no a la cruz de la bandera de la Vera Cruz, podría hacer referencia la actual enseña municipal.
En cualquier caso, dada la especial vinculación de la Villa con el fundador de la Órden Militar de Calatrava, San Raimundo de Fitero, propuso mantener la Cruz de Calatrava tal como ahora figura en dos de las esquinas de la Bandera de Fitero, sólo que una de las caras de ésta debería pasar a ser completamente blanca en la nueva. Y dado que para simplificarla proponía quitar tanto la Vera Cruz, como la Virgen de la Barda y el Escudo de Fitero, propuso añadir una franja diagonal roja, en recuerdo de la faja que enarbolaron los amotinados de 1675, al ser desposeídos de la bandera de la Cofradía de San Miguel por el alcalde de la Villa.
Propuesta preliminar que causó cierta sorpresa entre los fiteranos asistentes al Congreso de Vexilologia y que motivó que en el turno de preguntas, me viera obligado a declarar, con buena intención y sentido del humor, que, aunque no soy muy aficionado al fútbol, creía que puestos a reemplazar la actual Bandera de Fitero por una nueva, que prefería que nos hiciéramos del Osasuna antes que serlo del Rayo [Vallecano]. Todo ello antes de declararme partidario de mantener la tradición y recuperar la bandera de 1883, reemplazando con ella las variantes simplificadas que están actualmente en uso. A lo que el ponente contestó que su propuesta no dejaba de ser un inocuo ejercicio vexilológico de cómo podría ser una Bandera de Fitero si hubiera que crearla ahora y que, aunque estaba de acuerdo en respetar la tradición, creía que la bandera encargada en 1881 no podía seguir siendo usada como tal por el Ayuntamiento de Fitero, sino en la forma que había comentado antes. Esperemos pues a que Juan José González y Francisco Alfaro Pérez acaben y publiquen los trabajos que tienen entre manos.

martes, 11 de octubre de 2011

El segundo intento de la Villa por su independencia

Ya señaló Manuel García Sesma que las guerras con Francia, Inglaterra y Portugal obligaron a la Corona a arbitrar recursos para mantener sus ejércitos y con tal motivo, el Monarca [Felipe IV de Austriadespachó una Cédula al Virrey de Navarra, Conde de Oropesa [Duarte Fernando Álvarez de Toledo], dándole facultad para otorgar cualquier tipo de mercedes a quienes aportaran cantidades de dinero.
De ahí que en los memoriales del antiguo monasterio de Fitero se recoja que, casi un siglo después de que la Villa hubiera intentado emanciparse del monasterio de Fitero, lo volviera a intentar: El año 1643 se hallaba Virrey de Navarra el Conde de Oropesa y Su Majestad se sirvió despacharle una Cédula, en la que le daba facultad para beneficiar cualesquiera gracias. Súpolo la villa de Fitero y luego acudió a Su Excelencia pidiendo 40 robos de tierra de medida de monte, en los que llaman de Cierzo y Argenzón para poder hacer una nueva villa y para facilitar esta gracia ofrecieron servir a Su Majestad con una cantidad considerable. Tuvo el Monasterio noticia de esta pretensión y acudió a Su Excelencia proponiéndole los inconvenientes y perjuicios que se seguían al Monasterio de conceder a la Villa la gracia que solicitaba y presentando los Privilegios y donaciones que el Monasterio tiene de los Señores Reyes de los términos de Turungen y Nienzebas, en cuyos sitios intentaban la Población los de Fitero, y ofreciendo en servicio a Su Majestad 2000 ducados de plata doble, caso no tuviese efecto la pretensión de la Villa y habiendo visto este negocio en el Consejo con asistencia del Señor Fiscal y los Abogados del Monasterio y Villa, sin hacer asunto de la pretensión de la Villa, con consulta del Consejo, el Señor Virrey otorgó en favor del Monasterio un privilegio para que la Villa de Fitero ni otro particular de ella o de fuera pueda hacer edificio ninguno, mayor ni menor, en los montes de Cierzo y Argenzón. Lo dio en Pamplona a 31 de Octubre de 1643 y se Sobrecarteó en Consejo a 3 de Abril del siguiente. Secretario Sebastián OlóndrizY habiéndose notificado el dicho Privilegio a la Villa y Vecinos, juntos en la casa del Concejo, en 24 de Agosto de 1644, pidieron traslado y acudieron a dicho Señor Virrey, presentando agravios, y pidiendo interpretación de dicho Privilegio, y con consulta del Consejo, en 24 de Octubre de 1644, el dicho Virrey dio otro despacho interpretando la merced que había hecho, que no se entendía de los Palomares, Abejeras, Pajares y Corrales, y de este despacho se pidió Sobrecarta por la Villa y se concedió a 23 de Octubre del mismo año, como todo consta por un traslado fehaciente que queda en el Número 3 de este Fajo.
Así acabó el segundo intento fallido de los fiteranos por independizarse del señorío abacial de Fitero pero no la historia de su lucha por su libertad.

domingo, 9 de octubre de 2011

El primer intento de la Villa por su independencia

Tal como recogen las memorias del antiguo monasterio cisterciense de Fitero, de forma algo sesgada, estuvo pues desierto el Monasterio con sólo un Barrio o Cortijo que hasta hoy guarda el mismo nombre, donde vivían los Criados, Pastores y Oficiales hasta el año 1482 en que se comenzó a reedificar la villa de Turungen, llamando el abad Peralta Moradores que viniesen a poblar y dándoles sitios contiguos al Cortijo para que fuesen fabricando casas en que vivir, con carga de un censo pequeño que hoy día pagan.
Pero duró en ellos poco la memoria de este beneficio pues el año 1548, 66 años después de su principio y pocos para haber podido formar lugar, acudieron al Príncipe D. Felipe 2º y obtuvieron de Su Alteza Cédula Real para hacer nueva Población en los montes de Turungen y Nienzebas, que son propios del Monasterio por donaciones reales. Consta de un traslado de dicha cédula que hay en el archivo y en este fajo, otorgada en Valladolid a 21 de Junio de 1548. Opúsose el Monasterio a la Sobrecarta de esta Cédula, que sólo dieron poder para ella 117 vecinos de más de 200 que entonces había, y estándose conociendo sobre la Sobrecarta, a 14 de Agosto de 1550, sacaron Sobrecédula del Sr. Príncipe para que el Consejo informase a Su Alteza de lo que había en este asunto; se otorgó en Valladolid como consta por una copia que también hay en el archivo y está en el fajo 1º, y habiendo alegado el Monasterio de todo lo actuado en esta razón, el Consejo de Navarra informó a Su Majestad de todo lo actuado, con cuya consulta de su Real Consejo de Castilla, víspera de Santiago del año 1563, de ésto Su Majestad [sentenció] No haber lugar a lo que pretendían los Vecinos de Fitero. No.
Así acabó el primer intento fallido de los fiteranos por independizarse del señorío del abad de Fitero pero no la historia de su lucha por su libertad.

El final de Tudején y su renacimiento como Fitero

En 1152 se produjo el traslado definitivo del Monasterio de Niencebas (despoblado de Alfaro) al que empezó siendo conocido como Monasterio de Castellón y acabó siéndolo como de Fitero, en la castellana villa de Tudején (despoblado de Fitero). El primer abad de este monasterio fue San Raimundo de Fitero, antes conocido como Raymond de Saint Gaudens, quien en 1157 obtuvo la tenencia del castro de Tudején de manos del rey de Castilla, Sancho III el Deseado, contando con el permiso de su padre, Alfonso VII el Emperador. De este modo el término tudejenero de Fitero, limítrofe con Cintruénigo y Tarzona, pasó a ser la sede administrativa de la Villa, bajo el gobierno del abad San Raimundo.
Tras fundar la milicia de Calatrava, germen de la Órden Militar de Calatrava, en 1158, San Raimundo perdió su Monasterio de Fitero, cuando los monjes que había dejado en él fueron expulsados por la turba de turiasonenses enviados por el obispo de Tarazona, interesado en aumentar su diócesis a costa de los dominios de la de Calahorra. Aunque intentó recuperarlo no lo logró y falleció en su exilio toledano de Ciruelos, en 1163. Para entonces ya llevaba más de dos años instalada otra comunidad cisterciense venida igualmente de allende los Pirineos (l'Escaladieu) y cuyo abad era Guillaume. A partir de entonces el monasterio de Fitero prosiguió su evolución como la mayoría de los monasterios cistercienses, logrando completar la adquisición de su Coto Redondo o término en el que su abad ostentaba su jurisdicción, en 1168, a costa de los términos de las villas de Niencebas y de Tudején, así como de otros limítrofes a éstos que habían adquirido de sus vecinos de Cervera del Río Alhama, Tarazona y Cintruénigo.
Mientras finalizaban las obras del segundo Monasterio de Fitero, cuya iglesia es la actual iglesia parroquial de la villa de Fitero, Tudején se fue despoblando y ya debía haberlo hecho completamente antes de 1222 pues, el mes de agosto de ese año, el abad de Fitero logró la autorización del rey de Castilla, Fernando III el Santo, para repoblarla con 12 moros casados.
En 1247 fue consagrada la iglesia del nuevo Monasterio de Fitero y su villa de Tudején seguía despoblada. Por lo que, en marzo de 1266, Alfonso X el Sabio le concedió un nuevo privilegio al abad de Fitero para que volviera a intentar su repoblación. Tampoco tuvo éxito en esta ocasión, de ahí que los monjes fiteranos volvieran a intentarlo otra vez en 1305 y en 1315, gracias a la concesiones hechas por Fernando IV el Emplazado y por Alfonso XI el Justiciero, respectivamente, con iguales resultados, conformándose a vivir en compañía de los conversos y de los pocos moradores que habitaban en El Cortijo del Monasterio de Fitero, cuando éste aún formaba parte integral de las dependencias de este cenobio cisterciense.
Tras diversas vicisitudes, en 1482, el abad Miguel de Peralta acabó repoblando Tudején junto a los edificios de su monasterio en lugar de hacerlo donde había estado antes, al oeste del monte Castillo y cambiando su nombre secular por el de su actual señor, esto es, dejando de ser la villa de Tudején para pasar a ser la de villa del Monasterio de Fitero o, simplemente, la villa de Fitero.

El enigma del primer escudo de la Villa

El primer escudo de la villa de Fitero presenta una compleja y enigmática composición. Parte de sus componentes fueron sido identificados por Ignacio Baleztena Azcárate en 1958, siguiendo la pista de su leyenda: Ormiñén propio de la villa de Fitero y considerando que dicha propiedad del termino fiterano de Ormiñén le había sido reconocida a la Villa en 1643 y que desde entonces puso la Villa en el escudo de sus armas un jeroglífico de tosca factura que simboliza el dicho término, con sus romerales, viñas y otros arbustos, añadiendo que más tarde todos los cuarteles y figuras que aparecen en el escudo fueron reducidos al romero y viña que aparecen en el actual. Aunque no anduvo desencaminado Ignacio Baleztena, la verdad es que la sucesión de acontecimientos previos y posteriores fue algo más compleja de lo que expuso.
Ricardo Fernández Gracia y un servidor publicamos los datos de la inhibición que obtuvo el antiguo monasterio cisterciense de Fitero en 1653 para evitar que los fiteranos siguieran usando el escudo que habían comenzado a utilizar, y cuya representación gráfica incluí, de forma algo forzada, en el cómic que junto, con Manuel Rández Garbayo, publicamos en la revista Fitero-84. Algo que facilitó que ayer Francisco Alfaro Pérez pudiera hacer ayer una brillante aportación para la resolución del citado jeroglífico pues identificó la representación del Mojón de los Tres Reyes en el cuartel inferior derecho y, junto a él, en el cuartel inferior izquierdo una descripción casi cartográfica de Ormiñén con respecto a Fitero, creyendo ver en él un esquema del puente sobre el río Alhama que unía dicho término con el lugar donde está ubicado el casco urbano de Fitero. Postulando que la simplificación sufrida en el siglo XIX debió obedecer a que para entonces se hubiera perdido el conocimiento de esta información en la Villa.
Cuando el pasado jueves Francisco Alfaro me avanzó estas novedades de la ponencia que estaba preparando para el XXVI Congreso Nacional de Vexilología, que se está celebrando este fin de semana en Fitero, le felicité por su gran aportación pero también le expuse que no creía que en este último cuartel se describiera dicho puente sino que creía que la figura central del cuartel inferior izquierdo podía corresponder al Monasterio de Fitero y del Lugar o villa de Fitero, tal como se les representaba en el plano de mediados del siglo XVII. Destacando, en cualquier caso, la presencia de los montes en los que los fiteranos de entonces habían adquirido propiedades para ubicar su nueva población, en la margen derecha del río Alhama, en Ormiñén, propio de la villa de Fitero. Propuesta que, además, permitía explicar la duplicidad de los cuatro cuarteles superiores que, además, no eran tales pues si se observa bien se ve que éstos corresponden sólo a dos o, mejor dicho, a dos escudos cortados que figuran duplicados e incluidos en lo que es la primera fila de las únicas dos que tiene el escudo, y en los que se representa tanto a los romerales como a las parras de Ormiñén. Permitiendo hacer una lectura vertical del escudo que facilita tanto la explicación de dicha duplicidad de cuarteles cortados, como la diferencia existente en las líneas que agrupan y dividen los cuatro que no seis cuarteles que tiene el escudo, así como por qué y cómo se simplificó el escudo en 1836. No siendo éste un proceso debido a la ignorancia del significado de los dos cuarteles inferiores, ahora redescubiertos tras casi dos siglos de olvido, sino fruto de una lógica aplastante y del mantenimiento secular entre los fiteranos de sus señas de identidad e independencia.
Así la columna de la izquierda explicaría con su primer cuartel cortado que los romerales de Valderomeral y las parras de Ormiñén, lugar donde los fiteranos estaban intentando lograr su independencia, eran propios de la villa de Fitero, que no sería ya dependiente del vecino monasterio de Fitero que la había fundado y cuyo abad había sido hasta entonces su Señor, tal como figuraba en el cuartel inferior izquierdo. Mientras que la columna derecha explicaría con el escudo abreviado de Fitero y que representaba a la Villa, que ésta mantenía el nombre de Fitero, esto es, el sinónimo del Mojón de los Tres Reyes o reinos de Castilla, Navarra y Aragón, ya que éste es el significado del topónimo medieval (no anterior como muchos otros han supuesto erróneamente) de Fitero y lo que estaba representado en el cuartel inferior derecho. Quedando ambas columnas bajo el timbre de la Corona Real para poner de manifiesto el Patronato Real al que aspiraba Fitero con objeto de dejar de ser una villa abacial, como había sido desde su fundación en 1482. Lo que explica la rápida y a mi juicio merecida inhibición que interpuso y ganó el monasterio en 1653, dejando a la villa bajo su señorío y sin que pudiera hacer uso de su escudo independentista.
Además, esta propuesta también explica por qué tras la Desamortización de 1835 la Villa, en un acto de erudición, recuperó una versión simplificada del escudo abreviado, que figuraba dos veces en la primera fila del original que había caído en desuso en 1653, y que, a su vez, estaba compuesto por los dos cuarteles de los romerales y las parras, ya que para entonces habían perdido sentido el resto de los símbolos aquel complejo escudo reivindicativo. Tanto los otros dos cuarteles de la segunda fila, como la necesidad de que el escudo abreviado figurara duplicado en la primera, así como la presencia de la Corona Real en su timbre. Pues al haber sido exclaustrados los cistercienses ya no era necesario justificar la propiedad de Ormiñén frente a sus antiguos señores monásticos y al no haber ya necesidad de explicar que la Villa y el Monasterio eran entidades diferentes, pues sólo había ya un Fitero, tampoco era necesario el cuartel inferior de la derecha, más aún cuando el reino de España acababa de ser dividido en Provincias en 1833 y, por tanto, la carga semántica del topónimo Fitero como Mojón de los Tres Reyes o reinos medievales había perdido relevancia en la España liberal de aquél momento. De ahí que se suprimiera la segunda fila y que ya no hubiera necesidad de duplicar en la primera el escudo abreviado; quedando también fuera de lugar la recuperación de la Corona Real pues Fitero nunca logró su propósito de pasar a ser una villa real  y mantuvo su carácter abacial hasta diciembre de 1835.
Por lo que creo que tras la brillante aportación de Francisco Alfaro y los comentarios complementarios aquí añadidos y expuestos de viva voz también ayer en el turno de preguntas del XXVI Congreso de Vexilología, hemos contribuido a despejar algo más el enigma del primer escudo de la Villa. Quedándome sólo insistir, como hice ayer en público y ante el alcalde de la Villa, en que se indulte al actual escudo de Fitero y se mantenga la Cruz de Calatrava acolada que añadió Fausto Palacios en 1946, en recuerdo de haber sido Fitero la cuna de esta Órden Militar y, por tanto, hacer uso de la tradición y el argumento que le dio derecho al Monasterio de Fitero para incluirla de esta guisa en su escudo. Además, si estas razones y esta tradición secular y diferencial de Fitero le bastaron a Ignacio Baleztena, cuando a mediados del siglo XX normalizó la mayoría de los escudos municipales de Navarra, ¿por qué no habrían de seguir sirviéndonos ahora? En cualquier caso, sería bueno evitar la proliferación de las tres variantes de escudos oficiales en uso actualmente por el Ayuntamiento de Fitero.

sábado, 8 de octubre de 2011

Los claustros y las galerías porticadas de Fitero

A menudo se habla del Claustro de Fitero como si se tratara del único que hay, asimilando este concepto con las galerías porticadas del claustro medieval del antiguo Monasterio de Fitero. Sin embargo, se trata de conceptos relacionados pero distintos.
Así, si nos referimos a las galerías porticadas que tuvo el Monasterio de Fitero, tendríamos que aclarar si nos referimos a las del citado claustro medieval, a las del claustro moderno o Plaza de las Malvas, o a las del desaparecido nártex medieval que comunicaba y cubría la entrada principal de la iglesia con la que había en el Paso de los Conversos, en El Cortijo. Por el contrario, si hablamos del claustro de un monasterio deberíamos tener en cuenta que se trata del espacio cerrado e interior por medio del que se comunican todas y cada una de las estancias del monasterio. Este espacio cerrado tiene forma más o menos cuadrada y en él se suele encontrar un jardín con un pozo de agua potable, además de una galería porticada que cubre de las inclemencias del tiempo las puertas de cada una de las estancias monásticas que dan al perímetro del claustro. 
En el caso del Monasterio de Fitero no se conserva la galería porticada perimetral que tuvo el claustro medieval y, en su lugar, podemos ver la galería plateresca, que data del siglo XVI y que fue reforzada con contrafuertes para poder sostener la galería porticada que se construyó en el segundo piso, a principios del siglo XVII, y que es de estilo neoclásico. Tampoco se conserva el nártex medieval aunque son visibles las pilastras sobre las que un día se apoyó esta desaparecida galería porticada, mientras que también se conserva la galería porticada del claustro moderno que hoy se conoce como la Plaza de las Malvas y a la que se accede por el popular Arquillo.
Aclarado todo esto ya se puede concretar qué partes de uno de los dos claustros se han venido reconstruyendo estos últimos años: los contrafuertes y el muro de la galería que hay en la panda oriental, y la base de los contrafuertes de la panda norte. Así que falta completar la reconstrucción de esta panda, las otras dos en las que aún están por empezar las actuaciones y que son las que sufrieron el hundimiento del 16 de enero de 1893, los accesos a las dependencias que dan al piso llano del claustro así como la reconstrucción de las cuatro galerías del primer piso y sus correspondientes accesos. Por lo que es muy difícil que todo esto esté acabado el año que viene, que es cuando termina el Plan Navarra 2012 en el que se enmarcaron estas obras. Además, en su día este claustro era el corazón que palpitaba vida a todas las dependencias monásticas y como los frailes no van a regresar, si no se planifica la reutilización de estos espacios carecerán de todo sentido los esfuerzos dedicados a esta reconstrucción. De ahí que ahora más que nunca sea urgente contar con un Plan Director en el que se considere su futura explotación y el retorno de las inversiones realizadas.

viernes, 7 de octubre de 2011

Una valla publicitaria camino de integrarse en el paisaje

No se trata del Toro indultado de Osborne pero casi lo parece pues la valla que anuncia la Urbanización Tudején S. A., sigue ahí, en Los Cascajos, aunque por su nombre quizá habría que ubicarla en la otra margen del río Alhama, en San Valentín. Fue colocada poco antes de las elecciones municipales de la anterior legislatura de modo que no se puede considerar propaganda electoral pues ésta debe ser retirada por quien la coloca al poco tiempo de que se celebren los comicios a los que hace referencia y no sólo no fue así sino que también ha estado presente en los últimos y ahí sigue.
Este proyecto urbanístico llegó a Fitero poco antes de que surgiera la crisis del ladrillo, lo que explica que no se haya llevado a efecto a pesar de haber pasado por las manos de varios promotores muy diversos y exóticos. Si bien tuvo un efecto secundario positivo ya que gracias a él se construyó buena parte del Paseo Peatonal que une las afueras de la Villa con Baños de Fitero y, para lograr ésto, el Ayuntamiento de Fitero tuvo que recalificar los terrenos que atraviesa este paseo, declarándolos urbanizables. De modo que no sólo los que ahora paseamos por él, fiteranos, bañistas o visitantes en general, nos beneficiamos de los efectos indirectos de este proyecto urbanístico sino que también debieron obtener algún beneficio los propietarios de algunas de las fincas rústicas afectadas. Vamos que, a fin de cuentas, se puede decir que ha resultado una muy buena iniciativa para Fitero. Por eso, ojalá que pronto completen el tramo que falta por hacer a la altura del Tamarigal, entre el Yesal y las afueras de Baños de Fitero.
No obstante, si ya es seguro que la Urbanización Tudején no se va a llevar a cabo, ¿no sería ya hora de que alguien que tenga competencias para ello retire esta valla publicitaria que lleva camino de formar parte del paisaje?

jueves, 6 de octubre de 2011

El Escudo, la Bandera de Fitero y la Ley de Símbolos

Este fin semana se celebrará en Fitero el XXVI Congreso Nacional de Vexilología, dedicado a Las Banderas: Pasado, Presente y Futuro. La ponencia inaugural corre a cargo de mi buen amigo Francisco Alfaro Pérez y versará sobre El escudo de la villa de Fitero en su bandera: origen, distorsiones y valor identitario.
Será una gran ocasión para conocer las últimas novedades acerca del Escudo y la Bandera de Fitero, así como la importancia que tienen estos signos de identidad para quienes saben interpretarlos y los admiran con el respeto que merecen, por lo que representan para el pueblo que los creó.
También será un buen momento para reflexionar sobre la pena que da cuando quienes no saben de qué se trata, los ignoran o lo que es peor aún, los modifican a su antojo bien siguiendo sus preferencias personales o las modas y costumbres del momento político en el que se vive. Males que viene sufriendo la Bandera de Fitero, especialmente, desde que se aplicara como se hizo la Ley de Símbolos de Navarra, de abril de 2003, y se modificaran sus símbolos arbitrariamente, siendo reemplazados la Virgen de la Barda, la Cruz de Calatrava, etc en una cara por un gran Escudo de Fitero y perdiéndose también la Vera Cruz, etc al quedar completamente en blanco por la otra. Justo pocos años después de que algunos creyéramos que el Ayuntamiento de Fitero empezaba a ser consciente de la importancia que tenía recuperar las señas de identidad de la Villa y pensáramos que empezábamos a recoger los frutos conseguidos por los esfuerzos que desde la década de los 80 del pasado siglo, hicimos Ricardo Fernández Gracia y un servidor, entre otros, para que se recuperase el Escudo de la villa de Fitero.
Todavía recuerdo los años que les costó asumir el cambio a las corporaciones municipales a las que se lo fuimos solicitando hasta que por fin se convencieron de que debían dejar de emplear el escudo diseñado por Fausto Palacios. Cambio que emprendieron varios años después de que ya nos hubiéramos dado por vencidos quienes insistíamos en que era de Justicia hacerlo así, pensando que no había nada que hacer al respecto.
Afortunadamente, de ese escudo ya sólo quedan dos ejemplares en sendos lugares públicos de Fitero: el monumento a San Raimundo de Fitero, que data de 1946 y que fue diseñado por el propio Fausto Palacios, y una variante errónea y libre de éste que aún puede verse en la fachada del otrora edificio público que hay en la Calle Mayor. Ambos escudos carecen de soporte histórico y son fruto de errores interpretativos del Escudo de Fitero que se rediseñó en el siglo XIX. Esperemos que ambos desaparezcan cuando se revise la correcta aplicación de la citada ley, más que por cumplir con ésta porque creemos que sería bueno que las autoridades municipales tomaran conciencia de la trascendencia de las señas de identidad de la Villa y obraran en consecuencia, movidas por el respeto a la historia de nuestros antepasados.

domingo, 2 de octubre de 2011

La bandera de Fitero

En las grandes fiestas fiteranas, los hijos de esta Villa miramos con respeto y emoción nuestra bandera cuando ondea en el Ayuntamiento o recorre las calles con la Corporación. Algunos foráneos se admiran cuando los Concejales inclinan la cabeza al entrar en la Casa Consistorial, como lo hacían nuestros antepasados, o cuando algún anciano se descubre o se levanta a su paso. ¡Hermoso Homenaje! a diversos símbolos e imágenes, unos arraigados en la más noble tradición y otros más o menos olvidados, pero todos presentes en la historia local desde los momentos en que Fitero se constituyó en una villa a la sombra de su abadía, allá por el siglo XVI. Así comenzaba el texto sobre La Bandera de Fitero, que Ricardo Fernández Gracia y un servidor publicamos en el Programa de Fiestas de Fitero, de 1983.
A continuación explicamos por qué el Estandarte de la Vera Cruz fue la primera enseña municipal ya que a lo largo de la Edad Moderna y buena parte de la pasada centuria [el siglo XIX] la villa de Fitero no poseyó otra bandera que el pendón de la Cofradía de la Vera Cruz. Esta hermandad figura entre las más antiguas de Fitero, junto a las de San Miguel, Santa Lucía y Santísimo Sacramento, todas ellas fundadas en tiempo del Abad don Fray Martín Egüés y Pasquier, en la primera mitad del siglo XVI. El patronato municipal sobre esta cofradía correspondió al Regimiento (Ayuntamiento) que todavía en 1805 nombraba al abad y mayordomos de la misma "en conformidad del estilo y costumbre observada inviolablemente desde inmemorial".
Cuando el Concejo acudía en Corporación a los actos cívicos y religiosos lo hacía siempre acompañado del citado estandarte en el que figuraba una Cruz. En destacadas páginas de la historia local, como en 1675, con motivo del famoso amotinamiento de los vecinos contra el monasterio, se alude a la presencia del citado emblema "como símbolo de la amenazada libertad de los fiteranos".
De 1883 data el encargo de una bandera "para las procesiones y otros actos públicos por estar la vieja inútil", de la que no poseemos más detalles por ser así de escueta la referencia del libro de cuentas.
En plena etapa de la Restauración Monárquica, concretamente en la sesión del Ayuntamiento del 17 de julio de 1881 se tomó el acuerdo de confeccionar una bandera blanca y tapices para los balcones. De la citada bandera poseemos un testimonio gráfico de 1916.
Como dato significativo de esta época, señalamos la existencia desde fines del siglo XIX de dos banderas blancas, una para los días más señalados y otra para las fiestas simples.
Cuando hace unas décadas, en 1945, se procedió a bordar y pintar el pendón actual se puso especial cuidado en que sus motivos, colores y adornos fuesen los mismos que los de la bandera de 1881, que para estas fechas estaba muy deteriorada. En la copia fidedigna, realizada por las Hermanas de Santa Ana, campean sobre fondo blanco los siguientes motivos:
Virgen de la Barda, que figura de forma preferente, por ser la Patrona de la Villa, pintada en un óvalo en el centro de una cara; viste delantal blanco y manto azul.
Cruz de color madera en el centro de un óvalo en la otra cara, orleada con las inscripciones: In hoc signo vinces y Es de la Villa de Fitero. Este motivo responde al pendón secular de Fitero, concretizado, como hemos visto, en el estandarte de la Vera Cruz, y que el Ayuntamiento del siglo XIX no dejó perder, incluyéndolo en una zona destacada de la nueva bandera.
Escudo de la Villa localizado en dos ángulos de cada una de sus caras. En la [bandera] de 1881 aparece un escudo ovalado y cortado en cuyo campo superior hay Romero y en el inferior una Parra sobre campos diferentes, en tanto que en la actual [la de 1945] el Romero ha pasado de arbusto a un incipiente árbol por una mala interpretación del anterior. En el artículo también incluíamos una reseña de los orígenes del Escudo de Fitero, remontándose al primer escudo que fue impugnado por el monasterio en 1653 y su relación con la propiedad que la Villa tenía entonces en Ormiñén.
Cruz de Calatrava pintada en los dos ángulos contrarios a los del escudo de la Villa. El hecho de figurar estas cruces hay que relacionarlo con la memoria de San Raimundo, primer abad de Fitero y fundador de la Órden [Militar] de Calatrava. De este período entre siglos datan la dedicación de la Calle Calatrava, Paseo de San Raimundo y la erección de su primer monumento.
Adornos utilizados son unos rameados vegetales bordados a todo color que sirven para unir los escudos de la Villa y las Cruces de Calatrava. Los óvalos centrales se orlan por un simbólico laurel y se rematan por coronas reales.
En 1998, el Ayuntamiento encargó una nueva Bandera de Fitero para reemplazar al ya viejo y maltrecho ejemplar de 1945, manteniendo fielmente la reproducción de todos los motivos de su anverso aunque no así los de su reverso pues en éste sólo conservó la Vera Cruz del óvalo central y los motivos que había a su alrededor.
Aunque desde hace un par de legislaturas, la Bandera de Fitero que ondea en los edificios oficiales de la Villa ha quedado casi irreconocible pues el Ayuntamiento decidió reemplazarla informalmente o de facto, simplificando la Bandera de Fitero o, mejor dicho, sustituyendo ésta por una Bandera Blanca con el actual Escudo de Fitero en su centro en una cara y completamente lisa y blanca por la otra cara.
De modo que podemos decir que, hoy en día, casi no hay distinción entre la Bandera y el Escudo de Fitero, habiéndose sustraído así a los fiteranos el simbólico significado de cada uno de los motivos que formaban parte de la gloriosa Bandera de Fitero.