domingo, 31 de julio de 2011

Uno de los inmuebles protegidos que ya ha desaparecido

Entre los inmuebles absurdamente protegidos por el Ayuntamiento de Fitero se encuentran edificios que han sido reconstruidos, a pesar de la Protección Medioambiental que les amparaba según el Plan Municipal de Urbanismo vigente desde 2005, como por ejemplo es el caso de los inmuebles de la Parcela 1029 de la Calle Mayor o el de la Parcela 2642 de la Calle Armas. Por lo que sería conveniente que se revisara su calificación y si se tuvieran que adoptar medidas para proteger y conservar el Patrimonio Arquitectónico de Fitero, mejor que se destinen a aquellos inmuebles cuyo estado lo merezca y que, por lo menos, sigan en pie. Pues no todos los edificios protegidos por el Ayuntamiento siguen existiendo y, lo más curioso, es que alguno de ellos ha sido derruido hace pocos años bajo la atenta supervisión municipal, que así demostró el interés por conservar, acrecentar y explotar en beneficio de todos los fiteranos el rico Patrimonio Histórico de la Villa. Tal es el caso, por ejemplo, del inmueble que había en la Parcela 1064 de la Calle Mayor (debería decir Calle Lejalde) y que, desafortunadamente, no ha sido el único que recientemente ha desaparecido.
No estaría mal que las autoridades competentes en materia de patrimonio, tanto municipales como forales, se preocuparan un poco, aunque sólo fuera un poco, por Fitero y, ya puestos a soñar, que tuvieran una actitud dialogante con los fiteranos y nos informaran a todos de qué es lo que tenemos de valor, cómo conservarlo y cómo podemos contribuir entre todos a que la Villa pueda sacar provecho de su explotación turística.

sábado, 30 de julio de 2011

Otro inmueble absurdamente protegido

Otro de los inmuebles cuya Protección Medioambiental carece de sentido, a pesar de que así se contemple en el Plan Municipal de Urbanismo de Fitero vigente, es el de la Parcela 2642 de la Calle Armas. La fachada de este edifico ha sido completamente reconstruida y no recuerda en nada su apariencia anterior. De modo que, aunque hubiera tenido algún posible sentido su protección y conservación, ahora no hay duda de que es absurdo que así lo siga contemplando el Ayuntamiento, con todo mi respeto para sus propietarios.
Por cierto, en el citado plan se contemplan tres niveles de protección: Integral, Estructural y Ambiental. También se especifica que la Protección Medioambiental implica que integran esta categoría de protección los inmuebles que por ser piezas de un conjunto urbano de interés deben conservarse. En ellos se permitirán obras de Mantenimiento y Conservación, Acondicionamiento, Rehabilitación y Reestructuración que pueden afectar a la fachada. también se admitirán las obras de Ampliación cuando éstas se realicen siguiendo las pautas compositivas y constructivas de la composición original.
A la vista de los resultados de los edificios protegidos con el nivel medioambiental, cuesta creer que las obras que han sufrido buena parte de ellos se hayan realizado siguiendo la descripción de las características de la Protección Medioambiental. Tanto o más que la mayoría de ellos cumpliera los requisitos para tener derecho a dicha protección, mientras que otros que sí los cumplen carecen de cualquier tipo de ella y de las consiguientes medidas para su conservación. Así como que la surrealista situación del catálogo de bienes inmuebles protegidos en Fitero requiere una evidente y urgente revisión.
Finalmente, me asalta la duda de si los propietarios particulares de la mayoría de los trece inmuebles con Protección Medioambiental conocen las consecuencias de la clasificación que tienen estas propiedades y si existe un proyecto compartido y financiado conjuntamente entre los propietarios y el Ayuntamiento para garantizar que se cumpla lo contemplado en el Plan Municipal de Urbanismo de Fitero.

viernes, 29 de julio de 2011

Uno de los inmuebles absurdamente protegidos

En el vigente Plan Municipal de Urbanismo de Fitero, promulgado en mayo de 2005, se cita un Catálogo en el que constan varios inmuebles que, según el criterio del Ayuntamiento, debían protegerse y conservarse por ser piezas de un conjunto urbano de interés, acogiéndose todos ellos sólo al nivel de Protección Medioambiental, admitiendo en esta categoría trece construcciones. Muchas de las cuales carecen de un interés especial e incluso han sido parcialmente reformadas. Tal es el caso, por ejemplo, de la Parcela 1029 de la Calle Mayor (debería decir Calle Lejalde), que no tiene nada que ver con la fachada que poseía anteriormente y cuyo actual estado, con todos mis respetos para sus propietarios, no destaca de ningún modo especial ni forma parte de ningún conjunto urbano de interés como para figurar en esta categoría. Desconociendo también su posible valor histórico o artístico que pudo originar que se le clasificase en tal categoría.
De modo que, a no ser que alguien, quizá alguno de los que tienen competencias municipales en esta materia, exponga qué méritos le hacen destacar para figurar como uno de los inmuebles que el Ayuntamiento considera que debe conservarse, debería reconsiderarse su situación. Especialmente, cuando hay otros inmuebles que quizá reúnen o reunían más o mejores condiciones para ello y, sin embargo, no son considerados de interés por el Ayuntamiento. Como por ejemplo podrían serlo la casa del Soto o la Nevera de San Valentín si es que alguien se preocupara por proteger estos inmuebles antes de que se conviertan en ruinas arqueológicas como ha pasado también por ejemplo con el Batán de Angós. Por lo que sería bueno que, si se constata que este inmueble de la Parcela 1029 de la Calle Mayor no debiera figurar en esta categoría del Patrimonio Arquitectónico de Fitero, sería bueno que se recalificara su absurda situación actual y que, en su lugar, el Ayuntamiento catalogue aquellos bienes arquitectónicos que realmente presentan motivos más que suficientes para se proteja y que además corren el peligro de desaparecer si no se toman medidas para evitarlo.

martes, 26 de julio de 2011

La Cruz de Calatrava

En 1158, San Raimundo de Fitero fundó la milicia cisterciense que colaboró con las tropas del rey de Castilla, Sancho III el Deseado, en la defensa de Calatrava (Carrión de Calatrava, Ciudad Real) y que, con el tiempo, dio lugar a la famosa Orden Militar de Calatrava.
Tradicionalmente, se viene adornando las imágenes que representan al Patrón de la villa de Fitero con la Cruz de Calatrava, una cruz griega de gules florliseada. Sin embargo San Raimundo de Fitero nunca conoció este emblema ya que el comienzo del uso de esta cruz por los calatravos, aún vigente, sólo data de finales del siglo XIV.
Así relató Fray Roberto Muñiz, en 1787, en el tomo VI de su obra titulada Médula histórica cisterciense, cómo era el hábito de los calatravos: La forma de habito, que asi los Freyles Caballeros, como los Freyles Clerigos usaron desde el año mil ciento sesenta y quatro hasta el de mil trescientos noventa y siete, queda ya mencionada en el capitulo tercero de este titulo; y aunque tan moderado como alli hemos visto, con todo considerandole incomodo y gravoso para el exercicio de la guerra, y de ningun distintivo de otras Ordenes Militares, solicitaron de la Santidad de Benedicto XIII, que en lugar de la Capilla de que usaban sobre el Escapulario negro, se les concediese una Cruz por divisa. Asintio su Santidad a esta petición y en su vista expidio una Bula, su data en Aviñon el año mil trescientos noventa y siete á veinte y seis de Junio, y tercero de su Pontificado, por la que les permitio el uso de la Cruz roxa ó encarnada, que el mismo delineo en la Bula, y es como la que hoy usan; sustituyendo por la Capilleta que antes traian asida al Escapulario, pero con la obligacion de no poder desnudarse de éste, que debian traer siempre ceñido baxo de las ropas exteriores. Este Escapulario debe ser blanco liso y llano con solo la Cruz encarnada en el medio.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, esta Cruz de Calatrava adorna también el escudo de la Villa, así como previamente figuraba ya en varios lugares del antiguo monasterio cisterciense de Fitero y, con posterioridad, también figura en el emblema de diversas entidades culturales, deportivas y comerciales de Fitero, habiéndose convertido en parte indispensable de las señas de identidad de la Villa.

lunes, 25 de julio de 2011

Barnueva y la Serna: dos granjas de Fitero en Cervera

En 1374, el monasterio de Fitero y su castillo de Tudején (despoblado de Fitero) se incorporaron definitivamente al reino de Navarra. Como consecuencia de esta injusticia, casi la mitad del coto redondo del antiguo monasterio cisterciense de Fitero quedó en el reino de Castilla, dando lugar a graves conflictos con las poblaciones vecinas que antes eran aliadas y que ahora, por quedar en la otra margen de la frontera, habían pasado a ser adversarias, tal fue el caso de las riojanas Alfaro y Cervera del Río Alhama, y viceversa, en el caso de Cintruénigo y Corella, no afectando a la condición de la aragonesa Tarazona, última localidad limítrofe entonces con el monasterio de Fitero.
En 1414 concluyó el litigio mantenido entre Cervera y el monasterio de Fitero por la forma en que debían seguir explotándose las posesiones que éste tenía en los términos de aquella: Valnueva -reducido a un caserío que hoy se conoce como Barnueva-, en la vega del río Añamaza que desemboca en la margen derecha del río Alhama poco más adelante, y la Serna del Emperador, en la actual pedanía cerverana de las Venta del Baño, que, a su vez, hace referencia a Baños de Fitero, en la margen izquierda del Alhama.
Todavía se conserva en Cervera el topónimo de la Granja, en Barnueva y, concretamente, en la margen izquierda del Añamaza. Así como allí mismo pero en la margen derecha de este afluente del Alhama y ya en términos de la actual villa de Fitero, se conserva de Aranjuela o, mejor dicho, La Granjuela que, evidentemente, hacen referencia todos ellos a la citada granja de Valnueva que allí tuvo el antiguo monasterio de Fitero.
En los mapas del siglo XVII se mantiene la referencia a la Serna tal y como ha llegado hasta nuestros días, esto es, habiendo perdido ya el calificativo del sobrenombre que hacía referencia a la donación que de ella había hecho Alfonso VII el Emperador a San Raimundo de Fitero. Mientras que en dichos mapas ya no se menciona la granja pero sí el topónimo fiterano de La Granjuela al que aquella había dado lugar, antes de caer en desuso esta explotación agropecuaria.
Posteriormente, en Valnueva se asentó una población dependiente igualmente de Cervera que se denominó Pisalvos, según recogió Pascual Madoz Ibáñez en el tomo VI de su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, aunque de ella no quedan restos en la toponimia cerverana ni, claro está, en la historia fiterana. Permaneciendo hasta ahora, eso sí, el citado topónimo cerverano de Barnueva que, como el de la Serna, recuerda la forma en la que el antiguo monasterio de Fitero explotó estas propiedades una vez que cambió de reino como consecuencia de las intrigas políticas de la época.

domingo, 24 de julio de 2011

El mojón fronterizo de la Cueva Negra

El actual término municipal de la Villa es una pequeña parte del que fuera el coto redondo del antiguo monasterio cisterciense de Fitero, cuyo amojonamiento fue constituido en 1168 por mandato del rey de Castilla, Alfonso VIII el Bueno. Uno de los mojones que aún cumplen su función delimitadora es el de la Cueva Negra de la riojana Peña del Saco. Aunque las primeras versiones correspondientes a las periódicas revisiones del citado amojonamiento del coto redondo no eran lo suficientemente detalladas como para citar esta cueva fiterana, figura por primera vez en la realizada en 1610, con motivo de la delimitación de la parte destinada a regadío por los cistercienses. De hecho, con el mojón de la Cueva Negra comenzaba y acababa el recorrido circular por ambas orillas del río Alhama con el que se delimitaban los términos de regadío que entonces poseía el monasterio en Fitero, describiéndo este mojón como: En la Peña del Saco, en la Cueva Negra de ella que está al pie de la misma peña, pegada al álveo del Río Alhama, frontero del Barranco de Valdecañueca [así se llamaba desde mediados del siglo XII, al menos, el Barranco de Baños de Fitero que ahora sirve de frontera entre Navarra y La Rioja], por donde bajan las aguas calientes y entran en el dicho Río de Alhama. La qual dicha Cueva, como esta declarada, por ser muy segura, cierta y perpetua que ningun otro mojón que se pueda poner, se declara por mojón en el dicho lugar.
Aún es visible el mojón de cemento que hay junto a la Cueva Negra y que, a pesar de que en su base cilíndrica figuran sendas placas metálicas con los letreros correspondientes a las provincias de Navarra y de Logroño, ahora, desde el trabajo que hizo José María Jimeno Jurío para el Gobierno de Navarra, al menos, ya no cumple la misión de límite entre las dos Comunidades Autónomas correspondientes pues las autoridades navarras, tanto las municipales como las forales, se han desentendido de cuidar como merece éste y otros límites del menguante término municipal de Fitero. En este caso, también se puede decir que se trata del menguante viejo reino de Navarra.
No obstante, al margen de a quién pertenezca ahora la Cueva Negra, quienes visitan Baños de Fitero en período estival pueden cruzar el río Alhama a la vera de la fronteriza Peña del Saco, aprovechando el paso sumergido que allí encementó el Ayuntamiento de Cervera del Río Alhama. Sin embargo, los peatones que desean pasear por sus contornos lo tienen más difícil pues no hay ningún paso accesible entre los puentes que salvan el curso del río Linares, justo antes de su desembocadura en el Alhama, y del propio río Alhama a las afueras de Fitero. Ojalá las autoridades competentes tomen cartas en este asunto y favorezcan la explotación turística de los interesantes y ricos recursos naturales e históricos que hay junto a los Baños de Fitero. Además de facilitar el paso a la margen derecha del Alhama, quizá podrían también acondicionar el acceso y la visita a la Cueva Negra, de modo que ésta pudiera ser mejor conocida tanto por los fiteranos y cerveranos como por quienes nos visitan.

sábado, 23 de julio de 2011

El mirador de Quiebracántaros

En el programa electoral de la actual Corporación Municipal figura la creación de un mirador turístico en la carretera NA-6900: Fitero-Polígono de Fitero, encima de las tres peñas. Esto es, en la margen derecha del río Alhama y sobre ésta, aunque más que encima de la ubicación del popular Pozo de Las Tres Peñas, aguas abajo de donde se encuentra éste y justo encima de la presa que nutre de agua al río Llano que los cirboneros construyeron en la segunda mitad del siglo XVI, entre la desembocadura del Barranco de los Palomares, que dio nombre al Paseo Viejo o Paseo del Barranco, y el del arroyo de Quiebracántaros, siendo éste, precisamente, el nombre de la peña en cuya cima está el lugar en el que se va a construir el citado mirador.
Seguramente, esta obra estará relacionada con la de la esperada mejora del trazado y firme de la carretera local NA-6900. Hay que reconocer que es una iniciativa muy buena pues convertirá lo que hoy es un amplio arcén lleno de plastones de hormigón, buen número de escombros y diversa basura en un lugar desde el que será más agradable seguir admirando el encantador paisaje que, por la margen izquierda del río Alhama, va desde la Peña del Baño -Baños de Fitero- hasta la de Fitero o Pañetero, pasando por la Cruz de la Atalaya, a cuyos pies se haya ubicada la Villa y el vergel de la Huerta.
Este topónimo de la Peña de Quiebracántaros, documentado desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XIX, da idea de la función tradicional que, como vertedero de la villa de Fitero, se le dio a su escarpada vertiente norte. Por lo que es de esperar que éste sea también el nombre que se le de al futuro mirador y que así no se acabe de perder este topónimo y se puedan seguir identificando las referencias que a él se hacen en la rica documentación del antiguo monasterio cisterciense de Fitero. Eso sí, sin confundir las referencias a esta Peña de Quibracántaros con las de que se refieren a la riojana Peña del Saco, ubicada en el límite de Cervera del Río Alhama con Fitero, frente a Baños de Fitero, como desafortunadamente hizo el equipo topográfico dirigido por José María Jimeno Jurío, trasladando este craso error y otros parecidos al registro de la toponimia oficial de Navarra que, algún día, alguien del Ayuntamiento de Fitero o del Gobierno de Navarra deberá preocuparse por su corrección, si es que se quiere ser fiel a la Historia de la Villa. Ni tampoco confundir este topónimo de la peña y el arroyo de Quiebracántaros con el topónimo medieval de Quiebracántaros que también figura en los documentos del cartulario del antiguo monasterio de Fitero, de mediados del siglo XII, y que se refieren a otro lugar que estuvo ubicado en el antiguo término de Murillo. Esto es, en las cercanías de la casa del Soto y del Monte Castillo, cerca del despoblado de Tudején, y que también debió servir de escombrera o vertedero de esta villa antecesora de la de Fitero.

viernes, 22 de julio de 2011

La bodega riojana del monasterio de Fitero

Hace casi una década tuve la oportunidad de localizar e interpretar correctamente los restos del antiguo lugar de La Noguera (despoblado de la localidad riojana de Tudelilla) en un amplio valle que limita, por el nordeste, con el Villar de Arnedo y, por el sudoeste, con Ocón y con el término de Tudelilla denominado el Torrejón.  Este valle está atravesado por el río Molinar, en cuya margen izquierda y sobre un cerro cercano al riachuelo, todavía son visibles las ruinas del pequeño Monasterio de San Bartolomé. Cenobio que, el 5 de abril de 1148 y tras haber permanecido abandonado durante algún tiempo (no mucho pues esta región de La Rioja Baja fue reconquistada en 1119), se transformó en una granja cisterciense dependiente del monasterio cisterciense de Niencebas (despoblado de Alfaro) y de su abad, San Raimundo de Fitero, como recompensa del emperador Alfonso VII por las buenas gestiones diplomáticas que aquel cisterciense había realizado durante la preparación de la campaña que en 1147 le había facilitado la reconquista de Calatrava y Almería.
En el último cuarto del siglo XV, los cistercienses castellanos del monasterio riojano de San Prudencio del Monte Laturce (Clavijo), sin razón alguna que se sepa, usurparon y reivindicaron la propiedad de la granja de San Bartolomé que el Monasterio de Fitero, ya ubicado en Navarra desde 1374, tenía en La Noguera. Tras un largo pleito de cerca de un siglo de duración, los monjes usurpadores acabaron logrando que así fuera, seguramente tras llegar a un acuerdo económico con el monasterio de Fitero que ya no estaba dispuesto a seguir pleiteando por su legítima posesión. En 1651, esta granja de San Bartolomé de La Noguera tuvo que ser reconstruida y, en 1684, pasó a depender de la parroquia de la nueva villa de Tudelilla, que acababa de independizarse entonces de Arnedo. Finalmente, con la desamortización de 1821 cesó la explotación de esta granja por parte del Monasterio de San Prudencio del Monte Laturce y se transformó en la ermita de San Bartolomé que entonces pasó a manos privadas y que acabó por desaparecer poco después. Aunque, en Tudelilla, todavía existe la cofradía de San Bartolomé que, sin duda, estuvo relacionada con las ruinas de este antiguo monasterio, posterior granja cisterciense y finalmente ermita.
Cuando localicé sus restos, era muy difícil identificar las posibles dependencias de la antigua granja de La Noguera debido al paso del tiempo y por haber sido reutilizadas como corrales para el ganado, tal como amablemente me explicó el que entonces era el alcalde de Tudelilla, Luis Cárdenas Argaiz, ciertamente sorprendido por mi interés en unas ruinas por las que, hasta entonces, no se había interesado nadie. Si bien había unas escaleras que bajaban a una antigua bodega subterránea, que se veía en muy buen estado, pero a la que no se podía acceder por estar cerrado su último tramo por medio de un candado que bloqueaba la verja de entrada. Por lo que decliné la invitación del animoso alcalde que, con la mejor intención por ayudarme, estaba muy interesado en que la investigáramos.
Casualmente, casi dos años después de publicar estas y otras noticias en el libro San Raimundo de Fitero, el monasterio cisterciense de la frontera y la fundación de la Orden Militar de Calatrava, la fundación Dinastía Vivanco anunció en la prensa riojana, en octubre de 2003, que esta bodega promotora del mayor museo del vino del mundo en Briones, lleva a cabo un proyecto de recuperación arqueológica en el cerro de La Noguera, de Tudelilla, donde hace dos años halló los restos de lo que fue una granja medieval adscrita al Monasterio de Fitero y, posteriormente, al de San Prudencio del Monte Laturce,  citando como fuente a María Pilar Sáenz Preciado, arqueóloga del proyecto, y añadiendo que el fin último es el acondicionamiento de la zona para uso turístico-cultural, como yacimiento arqueológico o museo de sitio. "La idea es hacer un pequeño museo, con algunas piezas añadidas traídas de Briones y enseñar al visitante como se elaboraba entonces el vino", así como que se trata de unos restos de extraordinario valor, dada su antigüedad y vinculación con los monjes cistercienses, auténticos impulsores de la plantación de viñedo en España a partir de la Edad Media.

martes, 19 de julio de 2011

La Oliva y Veruela, filiales del monasterio de Fitero

En mayo de 1145 seguían las disputas por definir la nueva frontera entre los recién escindidos reinos de Pamplona y Aragón, así como la de ambos con el imperio leonés, cuya posición oriental más avanzada se encontraba entonces en Tudején (despoblado de Fitero). En este contexto se enmarcan las negociaciones que entonces reemprendió el futuro rey de Castilla, Sancho III el Deseado, hijo de Alfonso VII el Emperador, para poder retomar sus campañas de reconquista en al-Andalus, con su tío Raymond Berenguer IV el Santo, conde de Barcelona y regente en Aragón, a quien también le interesaba emprender su propia campaña contra los musulmanes, una vez asegurada su frontera occidental con Pamplona.
Así se fraguó una nueva y efímera tregua entre los reinos de Pamplona y Aragón, en cuya gestión desempeñó un papel importante San Raimundo de Fitero y su fronterizo y estratégico monasterio cisterciense de Niencebas (despoblado de Alfaro), ya que, el 27 de mayo de 1145, pocos días después de que se firmasen estas paces, es cuando el futuro abad fiterano recibió en agradecimiento la donación de los fronterizos y estratégicos lugares en los que fundó las granjas cistercienses de La Oliva (Carcastillo) y de Veruela (Vera de Moncayo), en ambas márgenes del río Ebro.
Las granjas de La Oliva y Veruela continuaron su desarrollo hasta que, en septiembre de 1150, San Raimundo obtuvo la necesaria aprobación del Capítulo General de la Orden de Cister, en Borgoña, para que ambas se pudieran independizar y transformar en sendos monasterios afiliados a esta orden monástica a través del monasterio de Niencebas, por medio de los cuales se articulaba la frontera de los reinos de Castilla, Pamplona y Aragón bajo la supervisión arbitral de los cistercienses.
La Oliva y Veruela siguieron siendo monasterios dependientes de San Raimundo mientras éste también estuvo al frente del primer monasterio de Fitero, esto es hasta que su aventura en Calatrava, para cuya defensa organizó una milicia cisterciense que acabó dando lugar a la Orden Militar de Calatrava, propició la invasión turiasonense del monasterio de Fitero, la expulsión de sus monjes y la llegada de una segunda comunidad monástica, que como la primera también procedía del monasterio cisterciense de l'Escaladieu (Bonnemazon, Hautes-Pyrénées), a cuyo frente estuvo el que fue el segundo abad fiterano, Guillaume, desde 1160. Año en el que Capítulo General de esta orden debió aprobar la refundación cisterciense del monasterio de Fitero, que ahora se encontraba en la diócesis de Tarazona, mientas San Raimundo y el obispo de Calahorra reclamaban sus derechos ante el Papa. Con la salvedad de que las antiguas filiales de La Oliva y Veruela pasaban a depender directamente de la casa madre de Fitero: l'Escaladieu, en vez de seguir haciéndolo a través del monasterio que había fundado San Raimundo en el valle del Alhama.

lunes, 18 de julio de 2011

El suministro eléctrico

El alumbrado eléctrico no se introdujo en Fitero hasta 1898 en que, como publicó Manuel García Sesma, fundó la Electra Fiterana el industrial D. Casimiro Francés [García]. El fluído no se producía en el pueblo, sino en Cintruénigo, aprovechando el salto de agua del molino de nuestros vecinos, que era asimismo propiedad del señor Francés. En un principio, este alumbrado solo fue adoptado por el Ayuntamiento para sus dependencias y la iluminación de las calles, y por algunas familias acomodadas, pues la mayoría de los vecinos continuó, en la primera década del siglo [XX], con sus candiles y sus palmatorias. El alumbrado público constituyó, durante años, un verdadero espectáculo para los niños, los cuales, al encenderse las bombillas, gritaban a coro por las calles: "¡La luz! ¡la luz! ¡Ya viene la luz!".
Por supuesto, el primitivo alumbrado eléctrico era bastante menguado, pues consistía en lámparas de filamento de carbón de cinco o diez bujías, que alumbraban poco más que una vela. Los precios de la Electra Fiterana eran relativamente módicos, pues, por un recibo del 31-V-1917, sabemos que el consumo mensual de una lámpara de 5 bujías, destinada a la iluminación del altar de la Virgen del Rosario, en la Parroquia costó 1,50 ptas.; y por otro recibo del 31-III-1928, nos enteramos de que el vecino de la calle Alfaro, Esteban Pérez, por el consumo, en dicho mes, en su casa, de una lámpara de 10 bujías, pagó 3 ptas.; y por una bombilla para el cuarto de la Cofradía de la Cruz a Cuestas, 1,70 ptas., y además, 0,15 suplementarias, por el impuesto provincial del 5% sobre el consumo de energía eléctrica, aprobado por la Diputación Foral, en febrero de 1917. En total, 4,85 ptas.
El suministro de fluido eléctrico por la Electra Fiterana solo duró hasta 1931 en que fue sustituido por el de la Hidráulica del Moncayo, cuyo primer representante fue Juan Calleja Prada. Esta electra había sido fundada en 1909, como resultado de la fusión de de Electricista Tudelana, Electra Industrial de Navarra y Moto-electra Moncayo y, gracias a sus buenas dotaciones productivas, pudo hacerse sin muchos problemas con la red de distribución más extensa de la provincia navarra, como publicó Josean Garrués Irurzun.
No obstante, Manuel García también recogió que, en Fitero, a Hidráulica del Moncayo no tardó en hacerle competencia la Electra Cárcar, cuyo primer representante fue Moisés Díez. Dato cuya comprensión se facilita al aclarar que, para entonces, el fiterano Casimiro Francés se había convertido también en uno de los promotores y propietarios de esta electra. Dato relevante para la historia local que no tuvo en cuenta Manuel García cuando también publicó que la Electra Cárcar acabó por absorber a la Hidráulica del Moncayo y fue, a su vez, absorbida, en 1967, por las Fuerzas Eléctricas de Navarra [FENSA, electra fundada en 1927 que absorvió varias electras fundadas, a su vez, a finales del siglo XIX en Navarra], filial de Iberduero. Empresa eléctrica, esta de Iberduero, que resultó de la fusión de otras dos electras,  Hidroeléctrica Ibérica y Saltos del Duero, en Septiembre de 1944, después de que, en febrero de ese año, Saltos del Duero se hubiera hecho con la participación mayoritaria de FENSA, como publicó Josean Garrués. Quien también añadió el dato de que, en 1992, FENSA pasó a formar parte de la corporación Iberdrola, lo que explica que esta electra sea el actual proveedor de energía eléctrica en Fitero y por qué.

domingo, 17 de julio de 2011

El alumbrado público: Las farolas y los serenos

Tal como publicó Manuel García Sesmael alumbrado público en Fitero data de 1859, siendo Alcalde, D. Nicolás Octavio de Toledo. En la sesión del 6 de septiembre de dicho año, el Ayuntamiento acordó instalarlo, poniendo 12 farolas grandes y 6 pequeñas, con un sereno encargado de su cuidado y limpieza y de cantar las horas. Las farolas contenían en su fondo una lámpara de aceite de oliva y, cada año, el Ayuntamiento sacaba a subasta el suministro del mismo, hasta que en la sesión del 21-IV-1872, se acordó cambiar el aceite por el petróleo.
El primero y único sereno fue Juan Liñán, hasta que, en 1869, se nombró a un segundo vecino, llamado Lucas Pueyo, alternándose por semanas en la vigilancia del pueblo. En la sesión del 18 de marzo de dicho año, se acordó que se le pagaría 1 pta. diaria, en los seis meses de verano y 2 ptas., en los 6 de invierno. En la sesión del 6 de febrero de 1870, el Ayuntamiento nombró dos comisionados vigilantes, que fueron D. Sebastián Yanguas, del distrito 1º, y D. Romualdo Muro, del 2º, para que "los serenos cumplan con su deber y los faroles luzcan lo que corresponde a ese aceite que se le suministra". En 1887, se aumentó en I real diario el salario de los serenos, por haberles quitado la vivienda gratuita que tenían en los locales del Monasterio y se estableció que su horario de servicio sería desde las 10 de la noche hasta las 4 de la mañana, de junio a septiembre, y de 10 a 5 de la mañana en los demás meses.
A principios del siglo XX, los serenos continuaban siendo dos y ganaban 1,25 ptas. diarias. En invierno llevaban sendos capotes, y en todo tiempo, un farolillo con una lámpara encendida de aceite y una lanza. Salían de la Casa de la Villa, situada en la Placilla, a las 10 de la noche, diciendo en voz alta: "Ave María Purísima. Sin pecado concebida. Las 10 en punto. Sereno" (o Nublado o Lloviendo o Nevando, según el tiempo que hiciera). Cada uno estaba encargado de la vigilancia de las calles de uno de los dos distritos y de apagar los faroles del alumbrado público, a las II de la noche. Para ello utilizaban unas escaleras de madera, que estaban colgadas, durante el día, en el Parador de San Antonio. En el nº 42 de LA VOZ DE FITERO, del 19 de enero de 1913, se consignaba que, en la última sesión del Ayuntamiento, Eladio Calleja había presentado una cuenta de 69 ptas., por el aceite suministrado en el año 1912, para los faroles de los serenos y la lámpara de la Patrona.
El sereno que prestó más tiempo este servicio, en el siglo actual [XX], fue el Tío Parejo (Román Fernández Gómara), que lo fue durante 23 años seguidos (1900-1923). El último y único sereno fue Ricardo Hernández Carramiñana, empleado en funciones múltiples del Municipio, que desempeñó algún tiempo este servicio hasta 1982, en que quedó extinguido. Su sueldo anual de este año fue de 726.874 ptas.; o sea, 1990 más al día que el primitivo sereno Juan Liñán, en el año 1869.
Mucho ha llovido desde entonces y en gran medida ha aumentado el número de farolas con que se iluminan las calles de Fitero, así como su tecnología, gestión y horarios. Sin embargo, no parece que desde el Ayuntamiento se haya tenido en cuenta que su ubicación no debería impedir el paso de los peatones por las correspondientes aceras, ni que la distribución del tendido del cableado eléctrico y telefónico requiere un replanteamiento y, seguramente, un soterrado para así embellecer las fachadas de las casas de la Villa, liberándolas de tan fea decoración municipal. Si en Fitero queremos potenciar y fomentar el turismo, entre todos debemos cuidar todos los detalles que hacen de la Villa un lugar de interés y atracción turística y, hoy por hoy, su urbanismo deja mucho que desear.

sábado, 16 de julio de 2011

Los pioneros de la industria eléctrica en Fitero

En Navarra, la energía hidráulica fue la principal fuente de energía hasta finales el siglo XIX. La aparición de posibilidades técnicas, que surgieron entonces, para la producción y utilización industrial de la electricidad rompió los límites energéticos existentes, debidos a la carencia de carbón mineral, a la limitada disponibilidad del carbón vegetal y a la dependencia de la energía hidráulica, de carácter estacional, gracias a las dos grandes ventajas que presenta la electricidad, su capacidad para transportar energía a través del espacio sin pérdida importante y su capacidad de conversión en otras formas de energía: calor, luz y movimiento.
Josean Garrués Irurzun publicó que los albores de la industria eléctrica en España se remontan a 1874, año en el que la Escuela de Ingenieros de Barcelona importó, de la mano del óptico barcelonés Tomás J. Dalmau, la primera máquina electromagnética de [Zénobe ThéophileGramme, señalando también que, previamente, el director de la Escuela, Ramón de Manjarés, había comprobado las virtualidades del invento del belga Zenobe T. Gramme en la Exposición Universal de Viena (1873), y que, gracias a esta máquina, comenzó la realización de instalaciones de iluminación en diversos establecimientos industriales de Cataluña y, en menor medida, fuera de ella. Añadiendo que la empresa familiar Francisco Dalmau e Hijo se transformó, en 1881, en la Sociedad Española de Electricidad, la primera que instaló y comercializó centrales eléctricas españolas. Así mismo, Josean Garrués recogió que el primer proyecto de utilización industrial que hubo en Navarra estuvo destinado al alumbrado público y que lo promovió, el Ayuntamiento de Pamplona en sesión aprobada el 31 de marzo de 1888.
Respecto a la utilización industrial de la energía eléctrica en Navarra, Josean Garrués publicó que dada su tradición cerealista, fue la industria harinera la más favorecida. Entre las empresas harineras autoproductoras conviene destacar, por ejemplo: Gárate y Cía. de Lumbier (1892); Santesteban y Oyarzun de Vera (1895); y Vda. de Alzugaray de Villaba (1897). También existieron otras empresas y entidades que incorporaron la electricidad, entre otras, la fábrica de aceites de Gervasio Alfaro [Octavio de Toledo, aunque entonces la fábrica aún era de su padre Manuel María Alfaro Morales] de Fitero (1895); la serrería de Fausto Cía. de Aoiz (1895); el Ayuntamiento de Falces (1893); la Junta de Regadío de Puente la Reina (1894); y el Balneario de Betelu (1890).
A partir de entonces, muy pronto proliferaron pequeñas electras, aunque preferentemente en el campo de la iluminación municipal, mediante la reutilización de algún molino infrautilizado. La importancia de todas ellas, si se tiene en cuenta la potencia empleada, fue muy limitada, si bien desde un punto de vista cualitativo se debe valorar positivamente la rápida extensión de la electricidad en el terreno de la iluminación y de la industria rural.
En el caso de Fitero, la llegada de las revoluciones industriales modernas a la Villa fue muy tardía, en palabras de Manuel García Sesma: La industria moderna, propiamente dicha, es decir, la producción en serie de mercancías, no apareció en Fitero hasta la 2.ª mitad del siglo XIX. Añadiendo que, inició esta etapa el propietario D. Manuel María Alfaro, quien, en 1862, construyó una fábrica de jabones, llamada "La Primitiva", y en 1874, otra de aceite industrial llamada popularmente la "Fábrica de Coco". Señalando también Manuel García que otro de los fiteranos que continuó con la renovación de los antiguos talleres artesanales que habían mantenido los cistercienses hasta su exclaustración definitiva, en 1835, fue Casimiro Francés García quien, en 1877, abrió una fábrica de chocolates; en 1898 fundó la "Electra", para dotar al pueblo de alumbrado eléctrico [con un motor hidráulico o turbina de Planas, Flaquer y Cía de 100 cv., n.º 1148, en un salto de 24 mts., instalado en el molino hidráulico que Casimiro Francés también poseía en Cintruénigo]; y en 1902, convirtió su viejo molino de trigo en una verdadera fábrica de harinas, sustituyendo con cilindros las antiguas piedras de moler, reemplazando así la tecnología que estuvo en uso desde que ahí la instaló San Raimundo de Fitero a mediados del siglo XII cuando junto a este molino también edificó el primer monasterio cisterciense de la península Ibérica. Aunque, en la actualidad, sólo se conserva la pequeña caseta en la que se albergaba el transformador desde el que se importaba la energía eléctrica originada en el antiguo molino de Cintruénigo, ubicada junto a los restos de las dependencias del antiguo molino y del primer monasterio de Fitero.

domingo, 10 de julio de 2011

El Códice Calixtino y sus posibles orígenes

Manuel Cecilio Díaz Díaz señaló que el Liber Sancti Iacobi (LSI) o Libro de Santiago, cuya versión más completa se conoce como Códice Calixtino, una obra maestra de las más originales y difundidas de la Edad Media, parece ser el resultado de un proyecto acaso concebido por Diego Gelmírez desde antes de 1120, cuando pasó a ser el primer arzobispo de la sede gallega de Santiago de Compostela. Año en el que el Papa Calixto II (Guy de Borgoña, tío paterno del futuro Alfonso Raimúndez VII el Emperador) le concedió esta dignidad a su diócesis, siendo encargada su confección, con gran probabilidad, a algún canónigo francés, acaso de formación monástica, que estuvo relacionado de alguna forma con Santiago de Compostela. También parece indiscutible que la acumulación de materiales para su confección debió iniciarse hacia 1130 y que no fue rematada, con toda seguridad, antes de 1145, año en el que falleció el patriarca Guillermo I de Malinas, en Jerusalén, destinatario junto con el propio Gelmírez (fallecido en 1140) de la Epístola introductoria, atribuida a Calixto II. Siendo probable que la composición final del recién robado Códice Calixtino fuera realizada en Santiago de Compostela y que date de la década de 1140 o, con mayor probabilidad, de la de 1150. Época que coincide con la de la llegada de los cistercienses, Orden monástica de origen borgoñón, a la Península Ibérica, concretamente a Fitero (Niencebas-Castellón).
La colección de textos jacobeos recogidos en el LSI está distribuida en cinco libros independientes en su temática pero conectados a través de su intención jacobea. El Libro I, que es con mucho el más extenso pues ocupa bastante más de la mitad de la obra, contiene todo lo relacionado con el culto de Santiago en su Catedral. El Libro II es el que contiene una recopilación de 22 Milagros del santo apóstol, atribuidos a diversos autores y localizados en todas partes de la ecúmene. El Libro III recoge dos textos que tratan acerca de la Traslación del cuerpo del Apóstol Santiago, desde Jerusalén a España, algunas celebraciones litúrgicas y otros asuntos menores. El Libro IV relata la fantasiosa Historia de Turpín, arzobispo de Reims, y, por último, el Libro V comprende la descripción pormenorizada de la ruta de peregrinación conocida como el Camino Francés, con una visión muy particular y en muchos casos despectiva de los pueblos ibéricos que atravesaba el camino, reflejada en gran cantidad de detalles anecdóticos, descripciones de pueblos, avisos de peligros, etc.; con una segunda parte dedicada a la catedral de Santiago. Todo el contenido de este magnífico códice es de gran importancia porque proporciona gran información sobre los distintos aspectos que trata, destacando la trascendencia que para la Cristiandad atribuye al descubrimiento de la tumba del santo apóstol y dando a conocer la universalidad de la peregrinación y sus costumbres, a la vez que describe a Compostela como gran centro de milagros europeo. Siendo considerado este códice, además, como la primera guía turística de la historia de EuropaPor ello no es de extrañar que, aunque la villa de Fitero no figure en la ruta del camino francés de Santiago, sus destacados antecedentes históricos sí que estén relacionados con la vía compostelana desde el siglo XII, por ser Tudején (despoblado de Fitero) la única referencia de toda España que, junto con otras dos localidades de Francia, al parecer, habría seleccionado y citado el Papa Calixto II en su sermón acerca de cómo debía respetarse y celebrarse dignamente la festividad del apóstol Santiago. Tal y como figura en el primer libro del Códice Calixtino, concretamente, en su capítulo II, donde se dice explícitamente:
He aquí prodigios memorables que acontecieron en otros tiempos a los que no celebraron las fiestas de Santiago, por obra de la venganza divina. En España, en Tudeliono (Tudején), cierto labrador estuvo majando trigo en la era todo el día de Santiago. Al atardecer se metió en un baño que está junto al Castillo y es sabido que es una antigua y admirable obra de moros. Y al sentarse en él, en seguida la piel de la espalda, desde los hombros a las piernas, se le pegó a las paredes del baño [Baños de Fitero] y a la vista de todos exhaló su espíritu, por haber transgredido festividad tan grande. Esto fue realizado por el Señor y es admirable a nuestro ver”.
José María Anguita Jaen dijo que del análisis de los datos que crean el contexto en que se realiza este milagro, nos quedamos con la verosimilitud de los mismos: la existencia de un castillo y de unos baños, que seguramente eran de fábrica arábiga. Da la impresión de que nuestro autor  [el del LSI, se entiende] conoció Tudején de primera mano, o al menos de fuentes bien informadas. El “como es bien sabido” nos remite a alguien que conoció la zona, o que estaba al tanto de las andanzas de Alfonso el Emperador, añadiendo que este ejemplo no le venía del todo bien para su estudio sobre la presencia navarra en el LSI ya que, en aquella época, el castillo de Tudején no era navarro, de ahí que el autor del LSI lo situara apud yspanos, lo que demostraría que el autor conocía la sujeción del castillo por parte del rey de León, y que fuera escrito después de la muerte del rey aragonés Alfonso Sánchez I el Batallador. A este dato se puede añadir el que se deduce de que se cite un balneum, quod iusta castrum idem miro opera Sarracenico antiquo constat ese factum” pues esto sería consistente con que el autor del LSI hubiera estado en la biblioteca del monasterio de Fitero y hubiera visto, entre sus documentos más antiguos, el del famoso acuerdo de 1073, entre los reyes de Pamplona y Zaragoza, acerca del fronterizo castillo cristiano de Caparroso y el musulmán de Tudején, respectivamente, que también dio lugar a la leyenda fiterana de La Cueva de La Mora, que escribió Gustavo Adolfo Bécquer en Baños de Fitero.
Quizá el conocimiento del autor de este relato del LSI acerca de Tudején y de sus termas de orígen romano, no sólo se deba a su glorioso pasado sino que esté relacionado con la vinculación de los cistercienses que fundaron el monasterio de Fitero con la casa de Borgoña, con la que estaban emparentados tanto Alfonso VII como el Papa Calixto II, y con el lugar escogido por aquellos para fundar su primer cenobio en la Península Ibérica, controlando el paso del valle del Ebro a la meseta del Duero que, por su valor estratégico había sido donado por Alfonso I al obispo Gelmírez de Santiago de Compostela. Por lo que es posible que todos estos datos inconexos junto con otros que se puedan aportar más adelante, arrojen luz no sólo sobre quién, dónde y por qué fue escrito el Códice Calixtino, sino también por qué San Raimundo de Fitero, bajo el patrocinio de Alfonso VII, fundó su monasterio precisamente en Fitero y de cuáles fueron las conexiones que pudieron existir entre un espíritu que dio lugar a la fundación de la Orden Militar de Calatrava, para defender a la Cristiandad, con el hecho de que el monasterio del que surgió esta milicia estuviera en un lugar vinculado con Santiago y con la espiritualidad cristiana de la Europa que caminaba por el Camino de Santiago.

sábado, 9 de julio de 2011

Los fondos del 1% Cultural y la restauración del Batán

Por las cercanías del Batán de Angós pasa el gasoducto cuyas obras han comenzado esta semana. El conducto para el gas viene desde Yela (Brihuega, Guadalajara), en La Alcarria, y tiene que llegar hasta el riojano Villar de Arnedo, de acuerdo con la resolución que adoptó el 10 de Diciembre de 2010 la Dirección General de Política y Minas, del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio del Reino de España, por la que aprobó el proyecto de ejecución y reconocimiento, en concreto, de utilidad pública para la construcción de las instalaciones del gasoducto denominado Yela-Villar de Arnedo, incluido en la Planificación de los sectores de electricidad y gas 2008-2016. Desarrollo de las Redes de Transporte.
El trazado del gasoducto discurre por los términos municipales de Brihuega, Ledanca, Argecilla, Bujalaro, Jirueque, Cendejas de Enmedio, Negredo, Angón, Rebollosa de Jadraque, Riofrío del Llano, Sigüenza y Sienes, en la provincia de Guadalajara; Miño de Medinaceli, Yelo, Alcubilla de las Peñas, Adradas, Morón de Almazán, Coscurita, Almazán, Viana de Duero, Borjabad, Cubo de la Solana, Los Rábanos, Alconaba, Candilichera, Arancón, Aldealpozo, Villar de Campo, Pozalmuro, Matalebreras, Ólvega y Ágreda, en la provincia de Soria; Fitero y Corella en la provincia de Navarra; y Cervera del Río Alhama, Alfaro, Aldeanueva del Ebro, Autol, Quel, Arnedo y El Villar de Arnedo, en la provincia de La Rioja. En el tramo fiterano el gasoducto presentará válvula de seccionamiento telemandada, caseta de control, acometida eléctrica en alta tensión y centro de transformación intemperie.
La Ley de Patrimonio Histórico establece la obligación de destinar en los contratos de obras públicas una partida de al menos el 1% a trabajos de conservación o enriquecimiento del Patrimonio Histórico Español o al fomento de la creatividad artística, con preferencia en la propia obra o en su inmediato entorno. Por eso, ojalá sea ésta una buena ocasión para que las autoridades competentes en la materia aprovechen, si no lo han hecho ya, la realización de tan importante obra civil para explorar la posibilidad de recabar fondos del Ministerio de Cultura, correspondientes al "1% Cultural", para presentar el correspondiente proyecto de restauración y reconstrucción del Batán de Angós, en el que también se podría recuperar la agradable y desaparecida chopera que existía entre la acequia que alimentaba a éste y el cauce del río Alhama, adecuando esta zona para solaz y disfrute de los fiteranos y de quienes nos visitan, al igual que, de paso, poner en marcha un agradable parque fluvial.
Así, con cargo a estos fondos ministeriales, Fitero podría recuperar el paseo de Las Minas, del que hablaba Pascual Madoz Ibáñez, al tratar acerca de la voz Fitero en el tomo VIII de su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, diciendo que otro paseo poco menor [además del que hay en el Barranco de los Palomares] se está formando un poco más lejos, en el sitio llamado Las Minas, que es más a propósito para el invierno, por el abrigo en que está. Estando este paraje de Las Minas ubicado en las proximidades del lugar por el que el gasoducto cruza la acequia del Batán, como se ve en el plano de éste que hizo Pedro Angós, en 1640. Segundo paseo o parque fluvial que por su cómoda situación, a las afueras de la Villa, facilitaría el acceso a un paraje con gran interés histórico, cultural y medioambiental.

viernes, 8 de julio de 2011

El Patrimonio Arquitectónico y el programa electoral

En Mayo de 2005 se promulgó el Plan Municipal de Urbanismo de Fitero (BON 61/2005), que había sido aprobado provisionalmente en Octubre de 2002, y en él se distinguían tres niveles de protección del Patrimonio Arquitectónico: Integral, Estructural y Medioambiental. Acogiéndose al primero de ellos el antiguo y desaparecido monasterio cisterciense de Fitero, haciendo referencia a lo reglamentado para éste y su entorno conexo en el PEPRI (Plan Especial de Protección y Restauración Interior), y afectando tan sólo a uno de los varios e interesantes elementos pertenecientes a su entorno disperso pero ubicado actualmente dentro de la Villa y que, hasta ese momento, carecía de cualquier tipo de protección: el Cristo del Humilladero, que data del siglo XVI.
Sin embargo, este plan dejaba los demás elementos dispersos del antiguo monasterio de Fitero, que se encuentran en las afueras de su casco urbano o en su término municipal, desamparados y hacía mención de tan sólo dos de ellos: la casa del Soto y la Nevera de San Valentín, que datan del siglo XVII, como candidatos a formar parte de una futura propuesta de normativa de protección del Patrimonio Arquitectónico de Fitero. Sin mencionar siquiera a otros tan interesantes o más como el Batán de Angós, que data del siglo XVII, por ejemplo, y que recientemente ha sido incluido en la Lista Roja de Hispania Nostra.
Afortunadamente, en el programa electoral del actual Ayuntamiento de Fitero se anunció que ya se había realizado un proyecto de actuación en el templete del Humilladero, por lo que espero que pronto deje de correr el peligro de ruina que le amenaza desde que, a principios de este año, se agrandaron las grietas que tenía, se abrió un buen boquete en su falso techo y se desprendieron varias tejas.
Lamentablemente, no se decía nada en dicho programa acerca de la casa del Soto, la Nevera de San Valentín o el Batán de Angós, por ejemplo. Por lo que aprovecho la ocasión para recordar a todos aquellos interesados en el Patrimonio Arquitectónico de Fitero que aún queda mucho por hacer para asegurar su conservación y, más aún, si además y como también se prometía en el citado programa electoral, se quiere tener un Plan Director en el que se describa la estrategia para sacarle partido al rico Patrimonio Histórico de Fitero, tanto por parte de los visitantes como de los propios fiteranos.
En especial si se cumple otra de las promesas electorales que hacían referencia a la creación del producto turístico de Fitero con integración de todos los recursos turísticos que tenemos en Fitero (Monasterio, rutas, Baños de Fitero...) en diferentes formatos, papel, soporte informático, etc. Realización de press-trip para que las diferentes publicaciones especializadas lo conozcan en colaboración con Consorcio EDER.

domingo, 3 de julio de 2011

El Batán en la Lista Roja de Hispania Nostra

Nuevamente quiero agradecer a Carlos Morenés y Mariátegui, Vicepresidente de la asociación cultural Hispania Nostra, cuya presidencia de honor ostenta S. M. la reina D.ª Sofía de Grecia, desde 1978, su apoyo y colaboración para incluir, desde hoy mismo, al Batán del antiguo monasterio cisterciense de Fitero, en la Lista Roja del Patrimonio Histórico que esta asociación mantiene actualizada con objeto de recoger aquellos elementos del Patrimonio Histórico español que se encuentren sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. No me cabe duda de que el prestigio de esta asociación hará que la lamentable situación en la que se encuentran los restos de este batán fiterano, que data de mediados del siglo XVII, no siga pasando desapercibidos para las autoridades competentes en la materia.

El asesinato de la romería de Yerga

Hasta principios de este siglo, en que demostré que el primer monasterio cisterciense de la península Ibérica fue fundado en Niencebas (despoblado de Alfaro), en la falda meridional del monte Yerga, y que, cerca de la cima de éste, el monasterio de Fitero lo que tuvo fue sólo una pequeña granja o priorato, estuvo vigente en la memoria colectiva la mítica leyenda, que se había creado en el siglo XVII, acerca de que antes de asentarse en Niencebas, los cistercienses de Fitero habían estado en dicha granja de Yerga. De hecho, uno de los mejores trabajos realizados acerca de los orígenes del monasterio de Fitero, de la Orden Militar de Calatrava y del fundador de ambos, San Raimundo de Fitero, fue el de las Memorias del Monasterio de Fitero que escribió en 1770 el cisterciense Manuel Calatayud y Amasa, natural de Fuenterrabía (Guipúzcoa), que fue abad de Fitero en dos cuatrienios, el de 1736 y 1740 así como en el de 1752 y 1756.
Manuel Calatayud realizó una detallada descripción de cómo estaba entonces el lugar en el que se encontraba esta mítica fundación cisterciense de Yerga: El sitio que mereció recibir las primacías de los cistercienses, se halla en un pequeño monte, que se llama Yerga. Su figura es casi redonda y su mayor diámetro pasa de una legua de cuatro mil pasos geométricos, en la cima, y frecuentes pero muy angostos valles que (cría digo) forma, [en los que] se crían muchos árboles de diferentes especies y gran copia de arbustos, de los cuales hay algunos que producen bellotas. La iglesia y casa está situada en la mitad o medio de la cuesta que mira al occidente, a poca distancia se hallan dos fuentes, la una al septentrión de la casa, distante de ella como 150 pasos comunes. La otra a mediodía, que tendrá como 50 pasos de distancia. Muy cerca de esta fuente hay dos nogales, el uno de ellos muy grande y hermoso. Creo que vendrían otros muchos árboles de esta especie si se plantasen. Un poco más debajo de la misma fuente, hay un reducido huerto, porque lo angosto y quebrado del valle o barranco, no permite más. En él se crían avellanos y algunos otros árboles frutales y excelente hortaliza. Tiene, el monte, abundantes pastos para ganado mayor y menor, y tierras laborables en las laderas y cuestas, que se cultivan y que rinden trigo limpio y de buena calidad. De estas tierras algunas son del monasterio de Fitero, que tiene, también, su era para trillar. Las demás, en mucho mayor número, son de los lugares convecinos. Estos lugares son Grávalos y Autol. El primero está al austro o mediodía de la iglesia de Yerga, con una legua de distancia. Autol dista dos leguas de la misma iglesia, entre el occidente y septentrión.
Manuel García Sesma publicó que en memoria de tal fundación y en honor de la Patrona de la basílica, Nuestra Señora de Yerga, los pueblos circunvecinos hacían todos los años una romería hasta ella: costumbre que duró hasta finales del primer tercio del siglo XIX y que, seguramente, habría comenzado en el siglo XVII o, como mucho, en el anterior. Añadiendo Manuel García que debía haber decaído ya bastante, a juzgar por una licencia concedida a los corellanos por el Obispo de Tarazona, el 18-VI-1813. Era para celebrar dos misas en la ermita del Villar, pagando 10 reales y 1 libra de cera, en lugar de ir a Yerga, que estaba a 3 horas de camino. Alegaban los peticionarios que esta larga distancia, unida a las muchas discordias y a la Guerra contra Napoleón [I Bonaparte], habían enfriado la devoción de los corellanos.
En efecto, el alegato de las discordias era cierto, pues dichas peregrinaciones fueron, en más de una ocasión, motivo de riñas, de tumultos y hasta de crímenes. En el Libro I de Difuntos de la Parroquia de Fitero, nos tropezamos casualmente con esta trágica partida: "Joseph de Cuenca murió el 7 de junio de 1628, de una puñalada que le dieron en la procesión de Nuestra Señora de Yerga y fue enterrado en Nuestra Señora de Yerga, entre el altar de Nuestra Señora de la Soledad y la Reja".
Con todo, los fiteranos devotos, continuaron haciendo esta romería más de medio siglo, después de la expulsión de los monjes en 1835. Al ocurrir ésta, el Monasterio poseía todavía "en la Basílica de la Virgen, con 5 yugadas de tierra y 2 piezas pequeñas, arrendadas unas y otras por 10 robos de trigo anuales".

sábado, 2 de julio de 2011

El Callejón del Guache

Hoy en día, el Guache sólo es el nombre de un callejón sin salida al que se accede desde el Paseo de San Raimundo. Este topónimo está relacionado con el galicismo Gouache que, a su vez, procede del italiano Guazzo: Aguada, que también da nombre a una técnica de pintura al agua. Aunque en este caso su acepción está relacionada con los corrales cubiertos en los que se encerraba a las ovejas para que sudaran y así facilitaran la operación del esquileo, como publicó José María Iribarren Rodríguez, entre otros, y como después recogió también Manuel García Sesma para acertadamente resolver la etimología de este topónimo fiterano.
Antes de la desamorización de 1835, toda la hilera de casas en la que se encuentra la entrada a este callejón, entre la estatua del patrón de la Villa y el Camino de La Madera, eran cocheras, cuadras y almacenes en los que se guardaban los utillajes de los distintos oficios dependientes del monasterio cisterciense de Fitero y, por medio de este callejón, se accedía a los Guaches o corrales cerrados a cal y canto en los que se guardaba a las ovejas que se iban a esquilar, con objeto de que sudaran y así se apelmazara la lana para favorecer la primera labor o proceso de la rica industria textil que hubo en Fitero. Pues no hay que olvidar que mientras el monasterio estuvo en activo y, concretamente, entre los siglos XV y XIX, en Fitero hubo una importante cabaña ovina, de más de cien mil ovejas, de las que se extraía lana de buena calidad que se procesaba en los Lavatores (término fiterano de Abatores) antes de confeccionar los paños que finalmente se apelmazaban en los batanes o molinos de paños.
La media docena de este tipo de corrales que había en Fitero, como ya señalara Manuel García, se encontraban ubicados en la parte derecha del patio interior cerrado al que da acceso el Callejón del Guache. Desafortunadamente ya no existen y ahora el callejón sólo da acceso al patio de vecinos en el que las cocheras particulares han reemplazado a la fila de los seis corrales del Guache que un día tuvo el monasterio de Fitero.
La estructura arquitectónica de este callejón, de forma cuadrada y con vigas de madera que sustentan la vivienda que hay sobre él, es similar a la del Callejón del Carmen, que comunica a la Calle Oñate con la Calle Mayor, y también lo era con el recientemente desaparecido Callejón de Santa Lucía, que daba acceso a este término fiterano desde la Calle Mayor, datando los tres, seguramente, del siglo XVI o XVII. Por lo que es una lástima que uno de ellos ya haya desaparecido sin que nadie se haya preocupado de lo que significa esta pérdida para el atractivo turístico y el rico patrimonio de Fitero y que es posible que en futuras remodelaciones urbanísticas desaparezcan los dos que aún quedan, si no se pone remedio. Sería de agradecer que quien tiene competencias para ello tomara las medidas necesarias para potenciar los recursos históricos, artísticos y etnográficos que aún quedan en la Villa como parte de un Plan Director que facilite el progreso y el desarrollo socio-económico de Fitero y, evidentemente, de los fiteranos. Manteniendo y mejorando las condiciones en las que se encuentran rincones recoletos como éstos se podría lograr que Fitero tuviera mayor interés y atractivo para los turistas que visitaran esta poco y mal conocida villa navarra.

viernes, 1 de julio de 2011

El Batán de Angós

Un batán, como el que por ejemplo aún puede verse en Aniezo (Cantabria), es una máquina usada desde la Antigüedad de forma manual, aunque a partir de la Edad Media pasó a utilizar la energía proporcionada por una rueda hidráulica que estaba compuesta de gruesos mazos de madera, movidos por un eje, para golpear, desengrasar y enfurtir o apelmazar los paños gruesos, tejidos de lana, mientras éstos estaban en una pila, remojados en una emulsión de agua caliente, orina y tierra de batanero (caolinita o también greda para absorber la grasa y blanquear la lana) que, desde el siglo XVII, fue sustituida por jabón disuelto en agua caliente, que daba mejores resultados. Con estas operaciones los paños de lana obtenían una mayor densidad y peso, esto es, una mayor calidad y durabilidad del tejido, además de que su lana quedaba limpia y desengrasada. Previamente, la lana recién esquilada de las ovejas que habían sido recogidas para que sudaran en los corrales del Guache, había pasado por el Lavator (Los Lavatores o Abatores, en Fitero) antes de pasar por el proceso de cardado, hilado y enmadejado, en el que se engrasaba con aceite de oliva o manteca para prevenir el deterioro de las fibras de lana por el roce, y finamente pasar por el telar en el que se confeccionaba el correspondiente tejido.
Inicialmente, el monasterio de Fitero tuvo dos batanes, constando que uno de ellos estuvo junto al primer molino fiterano que construyeron los cistercienses al lado de su abadía de Castellón-Fitero, a mediados del siglo XII, y el otro en el actual término de San Valentín de Tudején (despoblado de Fitero), en la cuenca del río Añamaza. Ambos seguían funcionando a finales del siglo XVI y, como publicó Manuel García Sesma, como se sabe por un Inventario de los enseres de las bodegas, aceitería, trujal, molino y lagar, hecho en Fitero, el 14-I-1593, por el Cillerero Fr. Miguel de Aragón, en cumplimiento de la escritura de arrendamiento de los frutos y rentas del Monasterio a Juan de Jaunsaras. En la enumeración de los enseres, se anota "en el Batán de Añamaça: el batán moliente y corriente, bien aderezado, el tejado con un pedazo descubierto, los mazos remendados, y el árbol y pila nueva; y el Molino harinero del Batán, con su orenza, solera y corredera, y su rodezno moliente y corriente". Según el Tumbo de Fitero, hacia 1634, este "batán del río Añamaça" estaba arrendado al Maestro Pelaire, Pedro Pérez, en 100 reales anuales. Añadiendo que en el siglo XVII, desaparecieron el molino, el trujal y el batán de Añamaza, quedando únicamente el Batán, "sito en el Río Molinar", y el Molino y el Trujal, construidos a la salida del pueblo, por detrás de la Puerta del Río, en el Barrio Bajo, al comienzo del viejo Camino de Tudela, en donde estuvo, al parecer, antes de la mitad del siglo XII, el pequeño fuerte de Castellón.
En el año 1640 los monjes comenzaron la construcción del batán cuyas ruinas aún son visibles entre el cauce del río Alhama y la cuesta de La Mejorada, tomando un camino que hay a mitad de esta, aprovechando el cauce del río de Piedra que abastecía de agua de boca a la Villa, así como también generaba energía hidráulica en el primer molino fiterano que construyeron los cistercienses junto a su abadía de Castellón-Fitero, antes de regar la Huerta y continuar su curso hacia los términos de Cintruénigo. Para ello, su abad, el cordobés Plácido del Corral y Guzmán, encargó el proyecto al cantero turiasonense Pedro Angós, primero de la dinastía de artistas a la que dio lugar en Fitero, tras haberse casado con María Mañero, en 1625. Año en el que nació el primer Angós fiterano: Pedro Angós Mañero, constructor de la casa del Soto. Aunque tuvieron que retrasar la obra durante una década debido al pleito ante la Real Corte que puso la villa de Fitero, en oposición a su construcción.
En el resumen del inventario de la desamortización definitiva del monasterio de Fitero, cuya exclaustración acaeció en noviembre de 1835, que publicó Manuel García, consta que este batán de paños estaba "sito en el río Molinar, con su habitación para el batanero y un huerto anejo. Lo llevaba en arriendo por tres años, Benito Martínez, en 540 reales de vellón anuales". Unos años más tarde, Pascual Madoz Ibáñez, al tratar acerca de la voz Fitero en el tomo VIII de su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, mencionó que los paños ordinarios que se elaboraban antes en Fitero eran "de muy buena calidad y estaban bien acreditados", pero que ya había desaparecido esta industria.
Es una pena el estado de ruinoso abandono en el que se encuentras estos restos del patrimonio industrial de Fitero y que no esté previsto cuidarlas, acondicionando el lugar para que se pueda visitar y dotándolo de un panel en el que se explique el funcionamiento del batán y de las dependencias que aún son visibles. De hacerse así, la villa recuperaría un interesante lugar turístico al que podrían acceder quienes tuvieran interés en estos restos arqueológicos así como todos aquellos que habitualmente pasean por el concurrido paseo peatonal que une Fitero con Baños de Fitero.