lunes, 11 de agosto de 2008

Fitero pierde parte de sus señas de identidad

En 1992, los vecinos de Autol decidieron relacionar la leyenda fiterna de Gustavo Adolfo Bécquer, El Miserere, con la falsa leyenda de que el monasterio de Fitero tuvo su primer asentamiento cerca de la cima del monte Yerga y, a partir de esta carambola sin base histórica alguna, desarrollaron la puesta en marcha anual de una representación teatral de esta leyenda en las ruinas de la ermita de Yerga. Bien es verdad que esta representación está muy bien realizada y que es de gran interés turístico.
Lo malo es que estos vecinos de Autol, para justificar lo injustificable, le han añadido a la leyenda de Bécquer un preámbulo que ayuda a justificar con retorcidos hechos históricos la localización del monasterio que dio lugar al Miserere de la Montaña con la ermita/granja de Yerga. Hasta aquí, para los fiteranos poco tendría que afectarnos a excepción de que esta tergiversación de la Historia contribuye a enturbiar la de los orígenes del monasterio de Fitero, perjudicando a los alfareños ya que el primer asentamiento cisterciense en el que, temporalmente, se instaló San Raimundo de Fitero, tras cruzar los Pirineos procedente del monasterio de l'Escaladieu, fue el de Niencebas (despoblado de Alfaro), en la falda meridional de Yerga.
Además, los vecinos de Autol han decidio apropiarse de una de las principales señas de identidad de la villa de Fitero, como es la de su Patrón: San Raimundo. En su tergiversación histórica se inventaron que el fundador de la Órden Militar de Calatrava fue abad de Yerga antes de trasladar su comunidad desde la cima de este monte a su falda, esto es, a Niencebas. No hay ningún documento que diga que, como pretenden estos falsarios de la Historia, acredite que San Raimundo fuese abad de Yerga, entre otras cosas porque en Yerga jamás hubo un monasterio y menos aún un abad.
Lo peor no es esto sino que con ello Fitero pierde sus señas de identidad pues, poco a poco, se diluye su Historia y se pierde la relación entre el primer abad y fundador del monasterio de Fitero, San Raimundo, y la villa que lo honra como su Patrón. Al que, por cierto, los autoleños no lo citan como San Raimundo de Fitero sino como San Raimundo, abad de Yerga, donde éste nunca llegó a estar en toda su vida.
Ahora bien, dado que al Ayuntamiento y a la Parroquia de Fitero no les preocupa deshacer este entuerto y reivindicar su gloriosa Historia sin que otros se la usurpen, ¿por qué debería importarle a los fiteranos que los de Autol hayan dicho y hecho lo que han hecho con El Miserere y con San Raimundo?

sábado, 26 de julio de 2008

Yerga: El monasterio que nunca existió

En el cercano monte Yerga (sector central del Sistema Ibérico) están las ruinas de la desaparecida ermita de Nuestra Señora de Yerga que, desde finales del siglo XII hasta la Desamortización de Mendizábal del segundo tercio del siglo XIX, había sido una granja cisterciense del imperial monasterio de Santa María la Real de Fitero.
Tras la citada Desamortización de 1835, la imagen románica de la virgen de Yerga fue trasladada a la parroquia de Autol y la ermita de Yerga quedó abandonada y se arruinó al no ser mantenida por sus nuevos propietarios: los vecinos de Autol, tras quedar completamente desvinculada del pasado histórico que le unía con el monasterio de Fitero.
En el monte Yerga nunca hubo un monasterio, ni cisterciense ni de ninguna otra clase. Tan sólo fue una pequeña ermita que adquirieron los monjes de Fitero, cuando ya llevaban instalados más de medio siglo en el valle del Alhama, para aprovechar los pastos de este monte e instalar, cerca de su cima, una pequeña granja que, con el tiempo, se convirtió en ermita. Todo lo demás pertenece al magnífico y divertido mundo de los mitos y las leyendas que tanto abundan y que son tan populares.

martes, 22 de julio de 2008

Las dos leyendas fiteranas de Gustavo Adolfo Bécquer


Todavía hay quien cree que, además de El Miserere y de La Cueva de la Mora, el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) -en realidad: Gustavo Adolfo Domínguez Bastida- escribió alguna otra leyenda más, inspirada en su estancia en los Baños Nuevos de Fitero, balneario que lleva su nombre desde 1973. Ambas leyendas fiteranas fueron publicadas en el diario madrileño El Contemporáneo, concretamente, El Miserere vio la luz en el número 402, del 17 de abril de 1862 y, por su parte, La Cueva de la Mora lo hizo en el número 626, del 16 de enero de 1863. Sin duda, la visita y estancia de Gustavo Adolfo Bécquer en los Baños Nuevos de Fitero se produjo después de haberse casado, en 1861, con la hija del médico que le trataba su enfermedad en Madrid, Casta Esteban Navarro, natural de Noviercas.
Sin embargo, es oportuno añadir que, desde 1970, se sabe que la supuesta tercera leyenda fiterana, titulada La Fe Salva, en realidad no es una obra de Gustavo Adolfo Bécquer sino de Fernando Iglesias, que fue quien la sacó a la luz por primera vez, en 1923, como si hubiese sido recopilada de una supuesta publicación de Bécquer en el Almanaque de El Café Suizo, revista literaria madrileña que había en 1865.
Sería deseable que en la Oficina de Turismo de Fitero dejasen de vender panfletos desinformativos o que, si no pueden evitar semejante despropósito, aclarasen a los que estuviesen interesados en las leyendas fiteranas de Bécquer que sólo lo son las dos citadas y ninguna otra más.

domingo, 20 de julio de 2008

San Raimundo necesita una restauración

Es triste que en el nuevo panel informativo que han puesto junto al monumento  al Patrón de la Villa se olvidasen de citar el autor de esta escultura que representa a San Raimundo de Fitero: Fausto Palacios Martínez (1899-1967), que se inmortalizó a sí mismo poniéndole al santo su propia cabeza, pero más aún lo es que alguien le partiese la cara a la imagen del Patrón de Fitero y que su Ayuntamiento no haga nada por restaurar una de las pocas estatuas que decoran las calles de Fitero.
Ojalá pronto le pongan remedio, le restauren la cara al fundador de la Órden Militar de Calatrava y, de paso, citen al autor de esta escultura si, con suerte, aprovechan para cambiar el citado cartel por otro con información verídica.
Además, se podría aprovechar para que conste en un acuerdo municipal el nombramiento de San Raimundo como Patrón de Fitero, que lo es de hecho aunque no de derecho, según publicó en 1983 Ricardo Fernández Gracia.

miércoles, 16 de julio de 2008

Desinformación y Turismo en Fitero

Recientemente ha aparecido un cartel en el Paseo de San Raimundo de Fitero en el que se recoge el disparate histórico de que el Patrón de la villa de Fitero, antes de ser abad en su ubicación temporal de Niencebas (despoblado de Alfaro), pudo haber sido canónigo de la catedral de Tarazona.
Conviene recordar que San Raimundo de Fitero no fue canónigo del obispado que le usurpó su monasterio de Fitero, como ya demostrara hace casi dos décadas el investigador fiterano Manuel García Sesma, y que con este texto se oculta el asalto armado realizado en 1159 por parte de las tropas que para ello envió el obispo de Tarazona, que robaron y apalearon a los monjes que allí había dejado San Raimundo, mientras estaba en Calatrava (despoblado en Carrión de Calatrava), y que forzaron a los pocos cistercienses que allí habían quedado a huir campo a través y solicitar el asilo y auxilio de su obispo, en Calahorra.
También se oculta que, como resultado de este asalto, San Raimundo y sus monjes no pudieron regresar a su monasterio de Fitero, viéndose obligado el santo a morir en su exilio toledano de Ciruelos, mientras reclamaba que le devolviesen su monasterio y veía cómo se había instalado en él una segunda comunidad cisterciense que, como la que él presidía, procedía de allende los Pirineos (l'Escaladieu).
El rey de Castilla, Alfonso VIII el Bueno, apoyó a San Raimundo, al igual que hizo el obispo de Calahorra, que pleiteó con el de Tarazona por recuperar para su diócesis el monasterio de Fitero, incluso ante el Papa, hasta que, en 1187, se dio por vencido y así quedó impune este atropello.
También es más que dudosa la presencia de los templarios en Calatrava que se cita en este cartel y mucho más que los templarios la abandonasen por miedo a un posible ataque musulmán. Esta leyenda parece tener su base en la propaganda que hizo el arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, para enaltecer la valentía demostrada por los calatravos desde los orígenes de la primera Órden Militar de la península Ibérica.
¿Por qué se le da ahora pábulo a estas leyendas que carecen de base histórica alguna?
¿A qué viene la promoción institucional de esta desinformación y desorientación para los turistas que puedan visitar Fitero y que se interesen por sus orígenes y por los de la fundación de la Órden Militar de Calatrava?
¿No es posible fomentar el turismo con información lo más verídica posible, en vez de hacerlo con falsos mitos y leyendas que, además de desinformar, faltan a la realidad histórica y manchan el buen nombre del Patrón de la villa de Fitero?