sábado, 28 de mayo de 2011

La leyenda de los orígenes de la Virgen de la Barda

En el Poemario Fiterano, Manuel García Sesma identificó, en 1969, la primera fuente escrita en la que, a finales del siglo XIX, había cristalizado la leyenda acerca de los orígenes de la Virgen de la Barda. A él se la hizo llegar un gran amigo fiterano, el P. Santos Bermejo, Provincial que fue dos veces de los PP. Agustinos Recoletos de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, quien le regaló, cuando vivía en México, una docena de cuartillas manuscritas, relativas a Fitero (en su mayor parte, apuntes sacados de [José] Moret y de [Pascual] Madoz), entre las que se hallaba una pretendida historia de la Virgen de la Barda, tomada de un sermón, pronunciado en nuestras Fiestas, por el Presbítero. Bonifacio García Morales -al parecer no fiterano-, el 10 de septiembre de 1882.
Pues bien, añadió Manuel García, en la tal historia -que es más bien un tejido de fantasías pueriles y de anacronismos-, se habla de una presunta escritura testimonial, extendida por un escribano, llamado Martín Muñoz, en la que daba fe de la donación de una imagen de la Virgen de los Remedios a San Raimundo y de la traída procesional de ella desde Toledo hasta Almazán, acompañada de varios magnates de la Corte y de los Obispos de Salamanca, Oviedo, León y Astorga. Según la misma historia, en Almazán se hicieron, a su vez, cargo de la imagen los monjes de Fitero, quienes la condujeron a su Abadía, acompañados por los cabildos de Tudela, Tarazona y Agreda, que habían venido hasta Almazán, con tal objeto. Relato que, bajo el título de Historia de nuestra querida Patrona María Santísima de la Barda, también recogió el secretario del Ayuntamiento de Fitero, Saturnino Sagasti Urriza, en su libro manuscrito de 1887, tras haber ocupado este cargo en su villa natal durante 40 años, cuya transcripción literal publicó recientemente Ricardo Fernández Gracia, señalando que dada la coincidencia de datos citados, debió estar inspirada en el citado sermón: En la primitiva Iglesia de Toledo, en una de sus capillas, estaba y veneraba una imagen denominada de Nuestra Señora de los Remedios, a la cual tenía particular devoción fray Raimundo, visitándola diariamente durante su estancia en la Corte.
Antes de partir con su pequeño ejército a la defensa de Calatrava, fue a dicha capilla con su Estado Mayor, se postró ante la Virgen y con la mayor devoción le suplicó en sus oraciones, le prestase apoyo para tan ardua tarea.
Cuando se levantó y salió de la capilla se halló tan aliviado, tan robustecido y tan valeroso, que no dudó del resultado de su empresa.
Concluida ésta, tan a satisfacción, lo primero que hizo fue al entrar en Toledo, ir a darle las gracias más expresivas por el buen resultado debido indudablemente a su intercesión, postrándose ante ella con la satisfacción del vencedor.
No contento con esto, y deseando tenerla siempre consigo, en la primera entrevista que tuvo con el rey, solicitó la concesión de esa sagrada imagen para su monasterio y casa parroquial de Fitero que indudablemente le fue concedida.
Al poco tiempo murió el señor rey don Sancho III de Castilla y fray Raimundo con su compañero P. Diego Velázquez, luego que se coronó el rey el señor don Alonso el Bueno pasaron a hacer su homenaje al nuevo rey y presentárosle la donación de Calatrava y de la Nuestra Señora de los Remedios, que recientemente había hecho su antecesor y las confirmó el mismo señor don Alonso el Bueno, dándole palabra que remitiría a su monasterio la mencionada imagen.
En el año 1159, cumpliendo su ofrecimiento se sirvió enviar a este monasterio el expresado rey a Nuestra Señora de los Remedios, viniendo con ella hasta la villa de Almazán los Ilustrísimos Señores don Juan de Toledo, el de Salamanca, León, Oviedo y Astorga.
De este monasterio salieron a recibirla doce monjes don Pedro Tizón, caballero de mucha distinción y algunos eclesiásticos de Tudela y Tarazona, dando testimonio de la entrega Martín Muñoz, padre del sacerdote cuyo santo fue monje y abad del real monasterio de Huerta y después obispo de Sigüenza.
No vino fray Raimundo con la santa imagen, por hallarse muy ocupado en la fundación de la orden de Calatrava, pero dio los avisos correspondientes al monasterio para que salieran a recibirla hasta Almazán y la venerasen con perpetuas alabanzas.
A pesar de la carencia de base histórica de esta leyenda que relacionaba en un mismo contexto a los dos patronos de la Villa: la Virgen de la Barda y San Raimundo de Fitero, pues la fábrica de la imagen de aquella data de alrededor de un siglo después de la muerte de éste, como ya señalara el P. Jacinto Clavería Arangua, en 1944, su romántico y místico relato arraigó entre las tradiciones populares de los fiteranos. El nulo valor histórico de esta leyenda de los orígenes de la Virgen de la Barda se mantuvo vigente hasta pocos años antes, como lo muestra la ilustración que de ella realizó en sendos cuadros pintados al óleo, en 1920, el corellano Marcelino García para la Parroquia de Fitero y que ésta cedió en préstamo al Ayuntamiento de la Villa cuando éste se trasladó a su actual emplazamiento, en 1985, donde ahora pueden verse. De hecho, cuando yo era niño, todavía se contaba a los turistas esta leyenda y la del origen del nombre de la Virgen de la Barda como si ambas fueran parte de la Historia de Fitero y muchos fiteranos las seguían teniendo como tal.