domingo, 29 de mayo de 2011

La llegada de Tena a Fitero

La firma comercial Tena comenzó su actividad en el sector de la confección textil en 1870, a cargo del empresario zaragozano José Tena Trallero, llegando a destacar entre los sastres del país. En 1911 tomó el relevo al frente del negocio su hijo Nicolás Tena Díaz, también buen conocedor de la profesión, pues durante algunos años había estado trabajando como cortador en una importante firma de Bilbao, y también fue quien expandió la actividad de la firma por toda España. Tras el fallecimiento de éste, en 1930, fue sustituido por sus hijos: José y Nicolás Tena Tejero, que fueron los que dieron paso a la confección industrial, en una escala insospechada hasta entonces. Aunque la muerte de José Tena Tejero y las dificultades por las que atravesó el país durante la Guerra Civil Española y los primeros años de la postguerra condujeron a una paralización de la progresiva expansión industrial de la casa Tena. La recuperación de la normalidad vino de la mano de la incorporación de un miembro la cuarta generación familiar, Nicolás Tena Monzón, como director comercial, abriéndose al mercado internacional tras participar en los grandes certámenes de moda masculina de Paris, en 1960 y 1961. En las que sus magníficas gabardinas de Tena-Record lograron un clamoroso éxito que no pudo ser aprovechado comercialmente ya que toda la producción fue absorbida por la demanda nacional.
Hacia 1959 o 1960, Nicolás Tena montó un taller de confección en Cervera del Río Alhama, con la intención de ampliar el negocio y acabar construyendo una fábrica textil con la que dar soporte a la creciente demanda nacional e internacional pero el proyecto no se llevó a término. Por entonces, este licenciado en derecho y empresario zaragozano también suministraba paños a varios comercios fiteranos, entre los que se encontraba la sastrería de Emilio Mesa, a cuyo cargo estaba su hijo y heredero, Miguel Mesa González. Éste entabló muy buenas relaciones con el empresario zaragozano y le convenció para que abriera un taller en Fitero. De tal modo que, en 1963, Miguel Mesa cerró su empresa y pasó a trabajar como encargado de los negocios de Nicolás Tena en la Villa, abriendo un taller en la Calle Mayor, en el edificio del antiguo Centro Obrero. Las tres primeras fiteranas que empezaron a trabajar en las máquinas instaladas en dicho taller y por un sueldo de 25 pesetas diarias, la tarde del 20 de mayo de 1963, como pioneras de esta nueva etapa de la industria textil en Fitero, fueron: Remedios Alfaro Berdonces, Teresa Pérez Falces y Alicia Martínez Barea, sumándoseles buen número de fiteranas y fiteranos durante los días y semanas siguientes, hasta superar las dos docenas. Para ello contaron con el apoyo y la formación que les dio Azucena, la encargada que a tal efecto se desplazó desde Zaragoza, así como del ingeniero belga Willy Van Haeren que, desde un principio, asumió la dirección técnica del proyecto fiterano.
Las primeras prendas que se confeccionaron en este taller fiterano, auxiliar de la fábrica y comercio zaragozano de Tena-Recordfueron gabanes que, como después pasó con otras prendas: gabardinas, chaquetas, etc., cuya confección también se completó en Fitero, venían ya cortadas desde las instalaciones de Zaragoza. El material de cada prenda se encontraba en su correspondiente caja junto con el ticket que la identificaba, de modo que los operarios, que trabajaban a destajo durante toda la semana, a veces sábados y domingos incluidos, podían justificar el trabajo realizado presentando dichos tickets. Para incrementar la productividad, aquellos trabajadores que presentaran más tickets que los convenidos inicialmente tenían derecho a cobrar una prima. Aunque esta forma de trabajar no siempre fue satisfactoria y, en una ocasión, en 1964, propició un conflicto laboral por el que varios trabajadores de este taller prefirieron abandonar su puesto de trabajo, entonces no se podía hacer una huelga, que seguir aceptándolas. Si bien algunos de ellos no tuvieron otro remedio que volver a su puesto al cabo de pocos días, otros se fueron a otras fábricas o, en cualquier caso, nunca regresaron.
En otoño ya no cabían más operarios en el taller por lo que Mª. Jesús Pina Muro fue contratada en septiembre y su primera tarea fue la de formarse, durante el mes siguiente en Zaragoza, con objeto de regresar a Fitero como encargada del segundo taller o taller de apoyo al primero que Nicolás Tena abrió en Fitero. Este segundo taller estuvo operativo antes de final de año. El nuevo centro de trabajo también se encontraba en la Calle Mayor, concretamente en el bajo izquierda de la casi vecina Casa de los Maestros y su especialidad fue la de la confección de pantalones, llegando a trabajar en el también más de 20 personas.
Dado que siguió aumentando la carga de trabajo asignada a los talleres fiteranos, Nicolás Tena no tuvo más remedio que llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento para poder abrir un tercer taller, a mediados de febrero de 1964, en los bajos de la antigua Hospedería del monasterio cisterciense de Fitero, donde entonces estaban ubicadas las escuelas y ahora se encuentra el Centro de Salud. Su especialidad fue la de la confección de impermeables, llegando a trabajar en él otras 20 personas o más y siendo su encargada Natividad Fernández Calleja. Aunque este taller fue temporal y se desmanteló a los pocos meses, reubicándose esta sección con sus operarios en las dependencias del segundo.
Poco tiempo después Nicolás Tena abrió un cuarto taller en la Calle Angós, dedicando la bajera de la cochera, que era propiedad de Ángel Jiménez, a la plancha de vapor, a cuyo cargo estaban Calixto Fernández Yanguas y otro operario, mientras que en el granero se realizaban las labores de acabado, embolsado y control de calidad, bajo la responsabilidad de Monserrat Sabaté Calleja, con el apoyo de una o dos operarias. Finalmente, Nicolás Tena aún tuvo que abrir un quinto taller, en la Calle Mayor, estando separado del primer taller por la carpintería que entonces tenía allí Carmelo Fernández, quién también hacía labores de mantenimiento para estos talleres, al igual que Sixto Pérez Barea, bajo la supervisión de Inocencio Berrozpide. Este quinto taller incorporó tecnología de corte industrial que hasta entonces no había habido en Fitero y en él que trabajaron Joaquín González Alfaro, Pablo Bermejo Rupérez  y Luis Miguel Yanguas Yanguas.
Finalmente, hay que añadir a Marcos Artal Maculet, encargado de medir los tiempos y de hacer los pagos, tanto en los talleres fiteranos como en el de Cervera del Río Alhama, así como de transportar material con una antigua furgoneta que llevaba publicidad de la firma Manufacturas Fabregat, que era un establecimiento de confección barcelonés que había sido adquirido por Nicolás Tena.
La creciente actividad de estos talleres condujo a la construcción de la fábrica INITESA, inaugurada el 19 de septiembre de 1965, coincidiendo con el segundo domingo de las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Barda, en cuyo programa el alcalde, Fausto Palacios Martínez, exponía en su saludo que está a punto de inaugurarse una Gran Factoría Textil destinada a la confección de prendas de caballero, de cuya Razón Social "INITESA", es promotor Don Nicolás Tena Tejero. En la citada factoría, han sido invertidos más de 30 millones de pesetas; ocupando 26.000 metros cuadrados de terreno y creando 400 nuevos puestos de trabajo de ambos sexos. Dicha factoría tendrá una producción de 2.000 prendas diarias, todas ellas ropa exterior de caballero, gran parte de ella exportada a otros países. Concluyendo su mensaje con estas esperanzadoras palabras: El porvenir, como véis, es brillante y todos nosotros para que lo sea más, debemos poner a contribución nuestro esfuerzo y deseo de triunfo. Aunque, como es natural, la puesta en funcionamiento de INITESA acarreó el cierre paulatino de los talleres auxiliares, incluido el de Cervera del Río Alhama, dando fin a esta primera fase de la segunda etapa de la industria textil en Fitero.