viernes, 22 de julio de 2011

La bodega riojana del monasterio de Fitero

Hace casi una década tuve la oportunidad de localizar e interpretar correctamente los restos del antiguo lugar de La Noguera (despoblado de la localidad riojana de Tudelilla) en un amplio valle que limita, por el nordeste, con el Villar de Arnedo y, por el sudoeste, con Ocón y con el término de Tudelilla denominado el Torrejón.  Este valle está atravesado por el río Molinar, en cuya margen izquierda y sobre un cerro cercano al riachuelo, todavía son visibles las ruinas del pequeño Monasterio de San Bartolomé. Cenobio que, el 5 de abril de 1148 y tras haber permanecido abandonado durante algún tiempo (no mucho pues esta región de La Rioja Baja fue reconquistada en 1119), se transformó en una granja cisterciense dependiente del monasterio cisterciense de Niencebas (despoblado de Alfaro) y de su abad, San Raimundo de Fitero, como recompensa del emperador Alfonso VII por las buenas gestiones diplomáticas que aquel cisterciense había realizado durante la preparación de la campaña que en 1147 le había facilitado la reconquista de Calatrava y Almería.
En el último cuarto del siglo XV, los cistercienses castellanos del monasterio riojano de San Prudencio del Monte Laturce (Clavijo), sin razón alguna que se sepa, usurparon y reivindicaron la propiedad de la granja de San Bartolomé que el Monasterio de Fitero, ya ubicado en Navarra desde 1374, tenía en La Noguera. Tras un largo pleito de cerca de un siglo de duración, los monjes usurpadores acabaron logrando que así fuera, seguramente tras llegar a un acuerdo económico con el monasterio de Fitero que ya no estaba dispuesto a seguir pleiteando por su legítima posesión. En 1651, esta granja de San Bartolomé de La Noguera tuvo que ser reconstruida y, en 1684, pasó a depender de la parroquia de la nueva villa de Tudelilla, que acababa de independizarse entonces de Arnedo. Finalmente, con la desamortización de 1821 cesó la explotación de esta granja por parte del Monasterio de San Prudencio del Monte Laturce y se transformó en la ermita de San Bartolomé que entonces pasó a manos privadas y que acabó por desaparecer poco después. Aunque, en Tudelilla, todavía existe la cofradía de San Bartolomé que, sin duda, estuvo relacionada con las ruinas de este antiguo monasterio, posterior granja cisterciense y finalmente ermita.
Cuando localicé sus restos, era muy difícil identificar las posibles dependencias de la antigua granja de La Noguera debido al paso del tiempo y por haber sido reutilizadas como corrales para el ganado, tal como amablemente me explicó el que entonces era el alcalde de Tudelilla, Luis Cárdenas Argaiz, ciertamente sorprendido por mi interés en unas ruinas por las que, hasta entonces, no se había interesado nadie. Si bien había unas escaleras que bajaban a una antigua bodega subterránea, que se veía en muy buen estado, pero a la que no se podía acceder por estar cerrado su último tramo por medio de un candado que bloqueaba la verja de entrada. Por lo que decliné la invitación del animoso alcalde que, con la mejor intención por ayudarme, estaba muy interesado en que la investigáramos.
Casualmente, casi dos años después de publicar estas y otras noticias en el libro San Raimundo de Fitero, el monasterio cisterciense de la frontera y la fundación de la Orden Militar de Calatrava, la fundación Dinastía Vivanco anunció en la prensa riojana, en octubre de 2003, que esta bodega promotora del mayor museo del vino del mundo en Briones, lleva a cabo un proyecto de recuperación arqueológica en el cerro de La Noguera, de Tudelilla, donde hace dos años halló los restos de lo que fue una granja medieval adscrita al Monasterio de Fitero y, posteriormente, al de San Prudencio del Monte Laturce,  citando como fuente a María Pilar Sáenz Preciado, arqueóloga del proyecto, y añadiendo que el fin último es el acondicionamiento de la zona para uso turístico-cultural, como yacimiento arqueológico o museo de sitio. "La idea es hacer un pequeño museo, con algunas piezas añadidas traídas de Briones y enseñar al visitante como se elaboraba entonces el vino", así como que se trata de unos restos de extraordinario valor, dada su antigüedad y vinculación con los monjes cistercienses, auténticos impulsores de la plantación de viñedo en España a partir de la Edad Media.