La palabra Fitero significa hito o mojón y su etimología procede del latín vulgar fictu que, a su vez, tiene su origen en la palabra latina fixum, que quiere decir fijo o fijado y que es precisamente la función que tienen los mojones como elementos delimitadores de una frontera o término. Sin embargo, no es esta función la que dio el nombre a la villa navarra de Fitero ya que ésta, al ser fundada por el abad cisterciense fray Martín de Peralta, en 1482, lo heredó del sobrenombre que varios siglos antes había adoptado el monasterio cisterciense que fundó San Raimundo en la margen izquierda del río Alhama. Así que para conocer los orígenes del nombre de la villa de Fitero hay que remontarse a los del nombre del monasterio de Fitero.
En 1140, fray Raymond, al frente de la comunidad monástica con la que vino de allende los Pirineos, se instaló provisionalmente cerca de las ruinas de la villa castellana de Niencebas (despoblado de Alfaro, limítrofe con Fitero), que se había quedado desierta recientemente. Poco después, Raymond empezó a adquirir terrenos en la limítrofe villa castellana de Tudején (despoblado de Fitero), en el lugar denominado entonces como Castellón (Barrio Bajo de la actual villa de Fitero) y al que su comunidad se trasladó en 1152. Así Raymond comenzó a dejar de ser citado como abad de Niencebas, para empezar a ser conocido como abad del Monasterio de Castellón.
En octubre de 1146, Alfonso VII el Emperador vino a su castro de Tudején para entrevistarse con su yerno, García Ramírez IV el Restaurador del reino de Pamplona, con objeto de convencerle de que cesara la guerra que éste mantenía con el conde Barcelona, Raymond Berenguer IV el Santo, que era cuñado del rey castellano, por la herencia del reino de Aragón y Pamplona, que ambos se disputaban desde la muerte de Alfonso I el Batallador, acaecida en 1134. El emperador además de buscar la paz entre sus vasallos y vecinos, buscaba el apoyo de ambos parientes para emprender la reconquista de Almería, cosa que efectivamente hizo en 1147. Seguramente, fue entonces, en aquél mes de octubre de 1146, cuando Alfonso VII fijó el mojón de Castilla con Pamplona y Aragón en el actual cabezo fiterano de Pañetero o Peña de Fitero, donde se juntaban los términos de Tudején, Cintruénigo y Tarazona. Lo que concuerda conque sea precisamente el año 1147, en el que por primera vez consta la adquisición, por parte del abad Raymond, de un terreno ubicado en el término de Fitero.
Este Fitero, trifinium o Mojón de los Tres Reyes fue trasladado en 1168 a su actual ubicación, señalada en el hito con forma de prisma triangular que hay en el arcén de la carretera nacional N-113, donde ahora se juntan las Comunidades Autónomas de La Rioja, Navarra y Aragón (aunque todavía constan las provincias de Logroño, Navarra y Zaragoza), con motivo de la dotación del coto redondo que hizo el rey de Castilla, Alfonso VIII el Bueno, a su Monasterio de Fitero a partir de los términos de las villas de Tudején y de Niencebas, verdadero antecedente del actual término municipal de Fitero. Confirmándose, también ese mismo año de 1168, el nuevo y definitivo nombre que había venido adquiriendo el monasterio fundado por Raymond como el Monasterio de Fitero o de la frontera. Nombre con el que, poco a poco, había comenzado a ser denominado, en detrimento de sus apelativos previos de Monasterio de Castellón y de Niencebas, que acabaron siendo olvidados.
Por cierto, el nombre de la villa navarra de Fitero nada tiene que ver con el de la homónima villa que existía a orillas del río Pisuerga, desde el siglo X, que fue hito o mojón entre los reinos de León y Castilla, y que acabó dando lugar a las localidades fronterizas de Itero de la Vega (Palencia) e Itero del Castillo (Burgos), que están unidas por el famoso y simbólico Puente Fitero del Camino de Santiago. Siendo a aquella villa de Fitero del Río Pisuerga, que ya existía mucho antes de que Raymond y sus compañeros cistercienses acabaran asentándose en la también villa castellana de Tudején, cuando aún no se había fijado el Fitero de Castilla con Pamplona y Aragón, a la que se hace referencia en el famoso cantar castellano: Harto era Castilla / menguado rincón / cuando Amaya era corte / y Fitero el mojón.
No estaría nada mal que las autoridades de los tres ayuntamientos limítrofes, en colaboración con las de las tres autonomías a las que pertenece cada uno de ellos, se decidieran a recuperar este espacio, dotándolo de una infraestructura en la que podría haber una zona de descanso y de recreo, además de un panel informativo. De modo que pueda volver a convertirse en un rincón de interés turístico y cultural, como lo fue en el pasado, antes de que fuera asfaltada la actual carretera N-113, cuando junto al hito había un monumento que distinguía su ubicación. Ya que ahora, dada su inalcanzable situación para los transeuntes y las dificultades existentes para poder aparcar en sus inmediaciones, hace que difícilmente lleguen a fijarse en el extraordinario Mojón de los Tres Reyes los conductores que pasan junto a él, en sus vehículos, y menos aún a darse cuenta de su significado.