Hasta hace poco más de un siglo no había luz eléctrica en Fitero y en casi ninguna pequeña población de España, es más, tampoco había alumbrado púbico hasta hace siglo y medio.
En 1989, el fiterano Manuel García Sesma publicó que durante los siglos pasados, hasta mediados del siglo XIX, no hubo en Fitero alumbrado público, sino privado, a base de aceite o de cera. Los vecinos pobres se alumbraban por la noche con candiles y candilejas bastas de metal, alimentadas con aceites residuales de oliva y torcidas de algodón, acostándose temprano, para ahorrar aceite. Los vecinos más acomodados lo hacían con velas de sebo o de cera, plantadas sobre palmatorias o pequeños candeleros. Los monjes del Monasterio también usaban en sus celdas lámparas de una u otra clase, y en los claustros, en el refectorio, en la iglesia, etc. faroles o candelabros de varios brazos, ordinariamente de madera, colgados del techo. En las procesiones y entierros, se empleaban, aunque con parquedad, las hachas. En el curioso "Libro de recibos y gastos del espolio y rentas del Abad, D. Fr. Phelipe de Tassis el Bueno", nos tropezamos con un recibo de Miguel Sánchez, vecino de Corella, que importaba 131 reales, "por las mermas y comienzo de 12 hachas, llevadas en el entierro de dicho Abad, el 2 de junio de 1615. Y en los Estatutos de la Cofradía de Sta. Teresa de Jesús, Patrona del Gremio de los Alpargateros y Cordeleros, el nº 6 ordenaba la adquisición de "una arca con su cerraja y llave, en la que se guardarían 2 hachas para los entierros y una vela para cada cofrade".
A principios del siglo actual [XX], todavía se conservaba la costumbre de que algunos devotos más o menos acomodados acompañaran a los Viáticos, con hachas o velas encendidas, siendo alquiladas las hachas a la merma, como en el entierro del Abad Tassis. De todos modos, la mayoría de los vecinos continuaban alumbrándose en sus domicilios, con lámparas de aceite; y solo, a finales del siglo XIX, algunos ricos del pueblo usaban quinqués de petróleo, como los Balnearios Termales.
Es posible que el caso del funeral de Felipe de Tassis, abad del monasterio cisterciense de Fitero entre 1614 y 1615, donde falleció antes de cumplir los 39 años, que fue hijo del Correo Mayor de España y primer Conde de Villamediana, Juan de Tassis y Acuña, no sea un buen ejemplo de lo que ocurría entre los vecinos de la Villa o incluso entre los monjes del Monasterio de Fitero en el siglo XVII, sino más bien de cómo vivían y se enterraban las clases acomodadas en el Antiguo Régimen, incluidos sus miembros eclesiásticos. No obstante, parece mentira lo que ha cambiado la forma de hacer las cosas sencillas de la vida en tan sólo un par de siglos, especialmente tras la llegada de la electricidad y, con ella, de la luz eléctrica a Fitero en 1898.