En 1761, Pedro Rodríguez Campomanes, primer conde de Campomanes, publicó el Itinerario Real de Postas, bajo los auspicios del rey Carlos III de Borbón y por disposición del Secretario de Estado y del Despacho, y Superintendente general de Correos, Postas y Caminos. Esta información era muy útil para conocer los medios de transporte de la época y también resultaba de gran valor estratégico de carácter militar, como lo prueba el hecho de que, en 1810 y durante la invasión de la península Ibérica por las tropas del emperador Napoleón I Bonaparte, que fue la última que ha sufrido la península Ibérica, se publicara en Paris una guía de postas de España, anónima, con el título Livre des postes d'Espagne et du Portugal, en espagnol et en français.
Hay que tener en cuenta que entonces no se podía viajar como ahora. Para poder viajar en posta, en cualquier provincia de España, había que solicitar un permiso por cada viajero a la Dirección de Correos y Postas de Madrid. Estando obligados los viajeros a pagar los correspondientes impuestos de portazgos y barcas, así como una tarifa por el uso de los caballos en cada relevo y/o por los carruajes, según su tipo, así como por el coste del servicio de los mozos o postillones que les acompañaban. A no ser, claro, que los viajeros dispusieran de sus propios caballos o carruajes. Existiendo una detallada casuística con la que se normalizaban las posibles variantes que pudieran darse en cada uno de estos viajes.
Hay que tener en cuenta que entonces no se podía viajar como ahora. Para poder viajar en posta, en cualquier provincia de España, había que solicitar un permiso por cada viajero a la Dirección de Correos y Postas de Madrid. Estando obligados los viajeros a pagar los correspondientes impuestos de portazgos y barcas, así como una tarifa por el uso de los caballos en cada relevo y/o por los carruajes, según su tipo, así como por el coste del servicio de los mozos o postillones que les acompañaban. A no ser, claro, que los viajeros dispusieran de sus propios caballos o carruajes. Existiendo una detallada casuística con la que se normalizaban las posibles variantes que pudieran darse en cada uno de estos viajes.
Francisco Javier Cabanes Escofet, en su Guía general de correos, postas y caminos del reino de España, recogía en 1830 que, desde la Edad Media al menos, el sistema de postas funcionaba por medio de casas situadas a cortas distancias, y postillones, siempre con el pie en el estribo, las órdenes caminaban a razón de doscientas cincuenta millas al día. También señaló que entonces existían 34 Administraciones de Correos principales en toda España, siendo las más cercanas a Fitero las de Pamplona, Logroño, Zaragoza y Guadalajara. De cada una de éstas dependían otras de menor entidad: Corella y Tudela de Pamplona; Alfaro y Calahorra de Logroño; Tarazona de Zaragoza; así como Cervera del Río Alhama, Ágreda y Soria de Guadalajara. Mientras que sólo existían 6 Carreras Generales de Postas: de Madrid a Francia, por Irún; de Madrid a Barcelona, por Zaragoza; de Madrid a Cartagena; de Madrid a Cádiz; de Madrid a Portugal, por Badajoz; y de Madrid a La Coruña; existiendo también 9 Carreras de Segunda Clase de Postas, alguna de las cuales pasaba por las cercanías de Fitero. Así, entre las de segunda clase, estaban las dos que desde Logroño iban tanto a Calahorra como a Tudela, estando esta última ciudad también unida con Pamplona; las dos de Guadalajara que iban a Soria y a Tudela, respectivamente; y la de Zaragoza que también iba a Tudela. Hasta aquí, poca diferencia hay entre las Carreras de Primera y Segunda Clase de Postas con las actuales carreteras nacionales. Especialmente, si se tiene en cuenta que cada una de las 6 Carreras Generales de Postas contemplaban varios itinerarios y que el segundo de la que iba de Madrid a Bayona pasaba por Almazán, Ágreda y Pamplona, esto es, por las inmediaciones de Fitero pues de Ágreda iba a la Venta de la Nava (Valverde de Ágreda) y de ésta a la Venta del Portazguillo (Valverde de Cervera del Río Alhama), donde abandonaba Castilla para entrar en Navarra por Cintruénigo, con objeto de cruzar el río Ebro con la barca que había en Castejón, siguiendo una trayectoria muy parecida al de la actual N-113. Esto es, atravesando parte del actual término municipal de Fitero. Si bien esta carrera también permitía la comunicación de Madrid con ciudades ubicadas en las cercanías de este itinerario por medio de carreras auxiliares, como por ejemplo era el caso de la que facilitaba el acceso de Madrid a Tarazona, a la que se llegaba por Ágreda y la Venta de la Nava.
Una vez en Tarazona también se podía continuar el viaje desde Madrid a otras localidades cercanas a esta ciudad aragonesa, como por ejemplo a Arnedo y a Calahorra, compartiendo en ambos casos parte del camino pues de Tarazona la carrera iba por la Venta del Portazguillo y de ésta a la Venta del Pillo (Alfaro), donde se bifurcaba para seguir por Autol a Arnedo o por Aldeanueva de Ebro a Calahorra. Lo que hacía que Fitero también figurase indirectamente en estos itinerarios locales de las inmediaciones de la carrera de Madrid a Bayona ya que una de sus postas se realizaba en la Venta del Pillo y ésta se encontraba dentro de los términos pertenecientes al monasterio cisterciense de Fitero hasta su desamortización de 1835.
Aparte de esta carrera que, para desgracia de La Rioja Baja y de la Ribera de Navarra, quedó en desuso entre finales del siglo XIX y principios del XX y que tenía una posta en Fitero, también existía en los términos de esta Villa la carrera local de mucha menor entidad que, como ahora, unía Fitero tanto con Cintruénigo y Corella como, a través de Baños de Fitero, con Cervera del Río Alhama, Igea y Grávalos, estando ubicada la posta y Venta de Fitero en la cochera que aún puede verse en la esquina de la Cuesta del Cementerio con la actual circunvalación de la Villa que, entonces, no era tal sino que era el trazado de esta carrera local. Además de existir en esta carrera local que pasaba por Fitero las ventas conocidas como Venta del Baño, que fueron las que dieron su nombre a este barrio cerverano.
Una vez en Tarazona también se podía continuar el viaje desde Madrid a otras localidades cercanas a esta ciudad aragonesa, como por ejemplo a Arnedo y a Calahorra, compartiendo en ambos casos parte del camino pues de Tarazona la carrera iba por la Venta del Portazguillo y de ésta a la Venta del Pillo (Alfaro), donde se bifurcaba para seguir por Autol a Arnedo o por Aldeanueva de Ebro a Calahorra. Lo que hacía que Fitero también figurase indirectamente en estos itinerarios locales de las inmediaciones de la carrera de Madrid a Bayona ya que una de sus postas se realizaba en la Venta del Pillo y ésta se encontraba dentro de los términos pertenecientes al monasterio cisterciense de Fitero hasta su desamortización de 1835.
Aparte de esta carrera que, para desgracia de La Rioja Baja y de la Ribera de Navarra, quedó en desuso entre finales del siglo XIX y principios del XX y que tenía una posta en Fitero, también existía en los términos de esta Villa la carrera local de mucha menor entidad que, como ahora, unía Fitero tanto con Cintruénigo y Corella como, a través de Baños de Fitero, con Cervera del Río Alhama, Igea y Grávalos, estando ubicada la posta y Venta de Fitero en la cochera que aún puede verse en la esquina de la Cuesta del Cementerio con la actual circunvalación de la Villa que, entonces, no era tal sino que era el trazado de esta carrera local. Además de existir en esta carrera local que pasaba por Fitero las ventas conocidas como Venta del Baño, que fueron las que dieron su nombre a este barrio cerverano.