El obispo calagurritano Sancho de Funes fue uno de los tres principales fundadores del Monasterio de Fitero, en su ubicación provisional de Niencebas (despoblado de Alfaro). Este funesino fue obispo de la diócesis de Calahorra, entre 1117 y 1146, año en que falleció, y como tal acompañó al rey de Aragón y Pamplona, Alfonso I el Batallador, en importantes episodios para la Historia de este reino, como fue la reconquista de la ciudad de Zaragoza, el 18 de Diciembre de 1118, primera que se reconquistó al sur del Ebro desde que los pamploneses recuperaran definitivamente Calahorra en 1045. Siendo muy probable que también asistiera a la reconquista de Tudela, el 23 de Febrero de 1119, tras la cual fue reconquistado todo el valle del Alhama y, después, el del Queiles, trasladando la frontera más allá de Calatayud, en 1120. Tras la muerte del monarca aragonés, acaecida en Septiembre de 1134, el obispo de Calahorra pasó a formar parte de la corte castellana de Alfonso VII el Emperador y los límites orientales de este obispado pasaron a ser muy parecidos a los de la nueva frontera de Castilla con los recién escindidos reinos de Pamplona y Aragón.
En el cartulario del Monasterio de Fitero Sancho de Funes sólo figura en dos diplomas: el manipulado de Octubre de 1140, que hace referencia a la fundación del Monasterio de Niencebas, en esta villa desierta, por el abad cisterciense Raymond y bajo el patrocinio de Alfonso VII, así como en otro documento de Octubre de 1146, cuando este monarca visitó el monasterio provisional de San Raimundo de Fitero y se encontró en el castro castellano de Tudején (despoblado de Fitero) con su yerno, el rey de Pamplona, García Ramírez el Restaurador, y ambos acordaron que éste cesara su guerra con el conde de Barcelona y cuñado del emperador, Raymond Berenguer IV el Santo, por la herencia del rey de Aragón y Pamplona, para que ambos le acompañaran a reconquistar Calatrava y Almería, como así hicieron en 1147. Durante estas negociaciones previas debió ser cuando también pasó Cervera del Río Alhama de manos aragonesas a las castellanas.
En estos primeros años del Monasterio de Fitero, la prosperidad y relevancia de éste en la frontera de los tres reinos cristianos fue muy importante, especialmente tras la adquisición de los estratégicos lugares en los que fundó sendas granjas cistercienses que acabaron dando lugar a sus monasterios filiales de La Oliva y de Veruela. Además, desde 1144, al menos, su abad ya había comenzado la edificación del que sería el primer Monasterio de Fitero, conocido inicialmente como el Monasterio de Castellón.
La muerte de este obispo forzó su sustitución en la sede calagurritana por Rodrigo I de Cascante, que fue quien, en 1152, autorizó el traslado de la comunidad monástica de Niencebas a Fitero, que entonces era un término despoblado de la villa castellana de Tudején, limítrofe con los términos de Cintruénigo (Pamplona) y con Tarazona (Aragón).