En el amojonamiento del coto redondo del antiguo Monasterio de Fitero, que estuvo vigente entre 1168 y 1835, figura como tercer hito del recorrido, que empezaba y acababa en la Torrecilla de Grávalos, el pequeño caño o cañuelo del desagüe de las aguas termales del actual balneario Virrey Palafox, de Baños de Fitero, que antiguamente era conocido como baños de Tudején (despoblado de Fitero), al barranco que ahora separa La Rioja de Navarra. De hecho, este barranco se denominaba de La Cañuecla, en referencia a dicho cañuelo, o también como el barranco del Agua Caliente, debido a las aguas termales que desaguaban y aún desaguan allí confluyendo unos metros más abajo con las del río Alhama, por la margen izquierda de éste. A pesar de que, en la actualidad, este fronterizo barranco carezca de un nombre específico, habiéndose perdido el uso de los citados topónimos.
Una vez que, en 1374, se hizo efectiva la incorporación del Monasterio de Fitero al reino de Navarra casi la mitad de sus términos quedaron en Castilla, esto es, su coto redondo quedó dividido por la nueva frontera entre estos reinos y este tercer hito, el del desagüe de este viejo balneario fiterano, siguió cumpliendo su función.
Hasta que, tras la desamortización definitiva del Monasterio de Fitero, buena parte del trozo del coto redondo que había quedado en Navarra dio lugar al actual término municipal de Fitero. A partir de entonces, este mojón no sólo separa los antiguos reinos hispanos sino que también sirve de hito común entre Fitero, Alfaro y Cervera del Río Alhama. Habiendo perdido Fitero la propiedad del barranco de La Cañuecla o del Agua Caliente, debido a la laxa interpretación que entonces hicieron los castellanos y que ahora mantienen los riojanos. Como lo prueba el cartel que marca los actuales límites de los Extramuros de Alfaro, a pie mismo del balneario Virrey Palafox y junto al desagüe de sus aguas en dicho barranco.
Es una pena que, poco a poco, se hayan ido perdiendo parte de los derechos y los límites del término municipal de Fitero, sin duda debido a la desidia y el desinterés de las autoridades municipales y forales, y no sería de extrañar que, en un futuro no muy lejano, acabaran estando todas las instalaciones del balneario Virrey Palafox en La Rioja. De hecho, el ayuntamiento alfareño no ceja en su empeño por ir haciéndose, poco a poco, con un territorio que históricamente jamás le perteneció pero que quizá acabe incorporándose a su término municipal, uno de los más grandes de España.
Si alguien se molestara en revisar la documentación existente, desde el siglo XII hasta nuestros días, quizá podría restaurar los límites y las fronteras a sus correspondientes hitos, como se ve en el mapa del siglo XVII, por ejemplo. En cualquier caso, deberían ser fronteras que unieran y enlazaran los intereses de sus vecinos y no como, a veces parece, abismos tras los cuales parece que se acabara el mundo o que ya no existiera nada más allá de los límites de las actuales Comunidades Autónomas.