La industria textil o las manufacturas textiles comenzaron en la villa de Fitero a mediados del siglo XVI, como publicó Manuel García Sesma, recogiendo que entre sus pioneros se encontraban los Maestros Tejedores Sebastián y Juan Navarro, titulados en 1548; Miguel Navarro, en 1550; Pedro Gómara, en 1595, etc., así como los Maestros Pelaires Miguel Laín, titulado en 1583; Diego de Cuenca y Roque de Muro, en 1594; Miguel Gómez, Manuel Pérez y Pedro Gómez, en 1595, etc. En 1594, el Abad, Ignacio F. de Ibero dio licencia a Diego López para construir una tanería (curtiduría). Según una estadística de 1676, mandada hacer por el Virrey, Príncipe de Parma, a la sazón, había en Fitero "41 pelaires, 12 alpargateros, 10 tejedores de paño, 5 sastres, 4 carpinteros, 3 espadadores, 2 tuñidores, 2 yeseros, 2 zapateros, 1 soguero, 1 tejero, 1 molinero, 1 hornero, 1 albañil, 1 tapiador y un herrero. Así como que el siglo XVIII marca el apogeo de las manufacturas fiteranas, a cuya cabeza figuraban la de paños y la de la alpargata, las cuales rivalizaban con las mejores similares del país. También publicó que según el censo de 1797, registrado por el escribano, D. Joaquín Huarte, la industria pañera ocupaba entonces en la Villa a 65 pelaires puros (47 maestros, 9 mancebos y 9 aprendices), a 100 hilanderos de lana y a 17 tejedores (12 maestros, 1 mancebo y 4 aprendices); es decir a 182 operarios. Cinco años después, en 1802, el Diccionario de la Academia de la Historia escribía acerca de esta industria: "Aunque el gremio de pelaires empieza a decaer, por falta de oficiales, cuenta sin embargo, 20 maestros con 8 telares, y calderas para el tiente, que consumen anualmente unas 3.000 arrobas de lana (34.506 kilogramos) y mantienen 120 oficiales y 100 hilanderas. Los paños que se fabrican, sin llegar a la clase de finos, son de primera calidad entre los ordinarios. El número de piezas que cada año se trabajan, serán de 360 a 400 entre paños 18nos y 20nos, y de 6 a 8 bayetas". Medio siglo más tarde, corroboraba Pascual Madoz que los paños ordinarios que se elaboraban antes en Fitero, eran "de muy buena calidad y estaban bien acreditados", pero que ya habían desaparecido.
La desamortización definitiva del monasterio de Fitero, en 1835, y, sobre todo, los efectos de la Revolución Industrial acabaron con la industria manufacturera del sector textil fiterano. En palabras de Manuel García: La industria pañera fiterana se acabó hace siglo y medio, al introducirse en España las máquinas de hilados y tejidos, con las cuales no podía competir la manufacturera.
Desafortunadamente, este cambio tecnológico no llegó a Fitero hasta bastante más de un siglo después, cuando el industrial zaragozano Nicolás Tena Tejero construyó las instalaciones de la fábrica de confección textil INITESA o Industrias Nicolás Tena, S. A., conocida popularmente en Fitero como el Tena. El lugar escogido para este edificio fue el terreno que hasta pocos años antes había ocupado el campo de fútbol del Calatrava F. C., en el término de Los Abatores que está situado en el extremo oriental de la Villa, junto a la carretera local que conduce a Tudela, NA-160.
Desafortunadamente, este cambio tecnológico no llegó a Fitero hasta bastante más de un siglo después, cuando el industrial zaragozano Nicolás Tena Tejero construyó las instalaciones de la fábrica de confección textil INITESA o Industrias Nicolás Tena, S. A., conocida popularmente en Fitero como el Tena. El lugar escogido para este edificio fue el terreno que hasta pocos años antes había ocupado el campo de fútbol del Calatrava F. C., en el término de Los Abatores que está situado en el extremo oriental de la Villa, junto a la carretera local que conduce a Tudela, NA-160.
La fábrica INITESA fue inaugurada el 19 de septiembre de 1965, coincidiendo con el último domingo de las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Barda, tras haber abierto previamente en Fitero varios talleres auxiliares de la empresa matriz zaragozana. El primero de éstos empezó su andadura el 20 de mayo de 1963 y se trató de un pequeño centro de trabajo o taller para el que se acondicionó el edificio del antiguo Centro Obrero, sito en la Calle Mayor y reconvertido actualmente en El Mesón de Nacho. En este taller auxiliar de Tena-Record comenzaron a trabajar, aquella misma tarde de primavera y por un salario de 25 pesetas diarias más primas, las tres primeras fiteranas que fueron las pioneras de esta nueva etapa de la industria textil en Fitero: Remedios Alfaro Berdonces, Teresa Pérez Falces y Alicia Martínez Barea, confeccionando los primeros gabanes que salieron de esta factoría fiterana, bajo la atenta mirada del sastre fiterano y encargado local, Miguel Mesa González, la encargada de la empresa zaragozana Tena-Record, responsable también de la formación de las nuevas operarias y recordada sólo por su nombre de pila, Azucena, así como la del belga Willy Van Haeren, director técnico del taller que dicha empresa tenía en Cervera del Río Alhama y, posteriormente, también de los talleres fiteranos y de INITESA.