La evolución que la mecanización industrial produjo en Fitero fue objeto de estudio en la obra de Manuel García Sesma, quien señaló que la aparición de las máquinas industriales dio lugar a una nueva clase de artesanos: los Mecánicos; es decir, los trabajadores dedicados a la construcción, manejo y reparación de las máquinas. Los primeros mecánicos, avecindados en Fitero, fueron forasteros y estuvieron al servicio de las fábricas de D. Manuel María Alfaro, abiertas en la segunda mitad del siglo XIX y explotadas, a la muerte de éste, ocurrida en 1900, por su hijo y sucesor, D. Gervasio Alfaro. Recordamos a dos mecánicos de ellas: a Martín Ormazábal, un guipuzcoano de Beasain, y a Simón Muñoz, un aragonés de Zaragoza. En realidad, este cambio tecnológico formó parte de otro cambio más importante que también afectó a Fitero en el siglo XIX: el de la redistribución de la riqueza y de las propiedades que se produjo en 1835, cuando fueron exclaustrados definitivamente los monjes cistercienses de Fitero, principales propietarios del lugar y para quienes habían trabajado la mayoría de los artesanos. Éstos, a partir de entonces, pasaron a orbitar alrededor de los nuevos grandes propietarios que progresaron e industrializaron los talleres artesanos y las dependencias que habían pertenecido al principal propietario y antiguo señor de Fitero: el abad del monasterio que fundó y dio su nombre a la Villa desde 1482.
Manuel García también publicó que, a principios del siglo XX, se abrió en Fitero el primer Taller Mecánico, para el servicio del vecindario en general, fue iniciativa de otro forastero: Lorenzo Fernández Vega, un riojano de Galilea, que había emigrado a la Argentina y su taller estuvo en la casa n.º 25 (hoy 31) de la Calle Lejalde. Lorenzo tenía un hermano, llamado Severiano, quien, a su vez, había emigrado a Francia, donde trabajó como mecánico, antes y aún después de la Guerra Europea 1914-18, llegando a ser contramaestre de la empresa Motobloc de Burdeos. Lorenzo se marchó de Fitero en 1920 y entonces se hizo cargo de su taller su hermano Severiano, quien, más tarde, trasladó su taller al actual n.º 10 de la misma calle. Murió en Fitero el 20-X-1978, heredando su taller sus hijos Manuel y Ángel Fernández Carrillo. El taller de los Fernández se dedicó y dedica a toda clase de trabajos de su oficio: construcción de maquinaria y de herramientas industriales, reparación de automóviles, trabajos de torno, fresa, forja y soldadura, etc.
Cabe destacar que Manuel y Ángel construyeron el reloj que, desde 1990, hay en la fachada del actual Ayuntamiento de Fitero, ubicado en la Hospedería del antiguo monasterio de Fitero, siendo éste uno de los últimos trabajos de mayor repercusión que realizaron para la Villa. Pues, a principios de este siglo, ambos hermanos decidieron no continuar con la actividad industrial de este taller con lo que su cierre supuso el final de la historia del primer taller mecánico que hubo en Fitero. Desafortunadamente, ambos mecánicos fiteranos fallecieron pocos años después, Manuel Carrillo en Mayo de 2004 y Ángel en Junio de 2009.
En la actualidad ya no quedan vestigios de ninguno de las instalaciones de los dos talleres que tuvo la familia Fernández Vega en la Villa pues en el lugar en el que estuvo ubicado el primero de ellos se construyó un edificio de viviendas y en el que estuvo ubicado el segundo de estos dos talleres mecánicos sólo queda el solar y la parte de la fachada que ahora forma parte del muro que da a la Calle Lejalde.