El origen de la celebración del día del Barranco no está nada claro, Ricardo Fernández Gracia lo relacionó con la conmemoración de la puesta en funcionamiento de la acequia de los Cascajos, cuya inauguración se haría coincidir con el tercer día de las letanías (Vísperas de la Ascensión). Noticia que, como después publicó Manuel García Sesma, debía basarse en un artículo, titulado El Barranco, inserto en el número 7 de La Voz de Fitero, correspondiente al 19 de mayo de 1912, y firmado por Z (tal vez, el doctor José Zalabardo), en el que se afirmaba que las meriendas y el juego de las Chapas con que se celebra tal rogativa [la Rogativa del Miércoles], eran muy antiguos y que "más tarde, y coincidiendo con esta fiesta, se ejecutó en Fitero la grandiosa obra de la construcción de la Acequia de Cascajos" y que, "cuando el pico del cantero daba los últimos toques en la perforación del tunel que había al nivel del Corral del Morril, en esa época, coincidió la celebración de estos tradicionales cultos, y con este motivo, y con el fin de dar mayor realce a obra tan grandiosa, se celebró un almuerzo al que asistió el Clero y el Ayuntamiento, y desde esa fecha ha venido celebrándose cada vez con más solemnidad y algazara". Añadía Z que ese día era "la fiesta de la juventud; era el día tradicional del estreno de las galas de verano; era el día en que niños y viejos, hombres y mujeres reunidos en corrillos, más o menos numerosos, lanzaban al aire las famosas Chapas, que, al día siguiente, eran las causantes de más de cuatro disgustos de familia, que venían, en ocasiones, por jugarse las mujeres hasta los colchones de la cama". Si bien Manuel García precisó que esta afirmación no podía tomarse literalmente ya que las obras a las que se refería en realidad no eran a las de la acequia de los Cascajos sino a las de su ampliación, que dieron lugar a la acequia y el pantano de Los Abatores. Obra que finalizó en 1843, habiéndose comenzado en 1820, a diferencia de la construcción de la acequia de los Cascajos que no atraviesa ningún túnel y que, como recogió Ricardo Fernández, data de los siglos XVI-XVII, concretamente, entre el 12 de enero de 1574 y el 22 de enero de 1603. Acertando éste, con gran probabilidad según el criterio de Manuel García, en que, tras de definitiva desamortización del antiguo monasterio cisterciense, en 1835, el Ayuntamiento, "siempre dispuesto a eliminar todo lo que recordase a sus antiguos señores, hubiese sustituido la subida a Yerga (que se celebraba todos los años en el mes de Mayo) por el día del Barranco".
Manuel García creyó que el nombre de la fiesta del Barranco debía proceder de que el túnel de la acequia de Los Abatores se encuentra en una zona algo abarrancada y a que fuera allí, junto al corral del Morril, cuyas ruinas aún son visibles, donde el año que acabó esta obra se realizara la citada romería, si bien después pasó a realizarse de forma alternativa en la Dehesa de la Villa, esto es, la Dehesa de Ormiñén. Dada la proximidad de ésta a lo que entonces sólo era el Arenal del Río pero que desde 1843, año en el que se inauguró el actual puente sobre el Río Alhama y con él también se arreglaron sus alrededores, concretamente, se acondicionó el Paseo del Barranco de los Palomares sobre el citado arenal, creo más probable que la romería y festividad acabaran adquiriendo la denominación del Barranco al desplazarse el lugar de su celebración a este paseo, tal como hoy, esta misma tarde, se sigue haciendo. A no ser que llueva y, entonces, la celebración se traslade al frontón municipal, que para algo está cubierto.
Si bien Manuel García también recogió que en la primera década del siglo actual [el XX], como insinúa el mismo cronista, no se celebró la Fiesta del Barranco, sin duda, a causa de la catástrofe económica producida por la invasión de la filoxera; pero se reanudó el segundo decenio, y añadió información acerca de que la comida clásica, por entonces, del Día del Barranco era la empanada, o sea, un gran pan de aceite en cuyo interior se metían trozos de chorizo, de pollo, de conejo, huevos duros, lo que se quería. O mejor dicho, lo que se podía, pues nos imaginamos que más de un pobre -que constituían la mayoría- tendría que contentarse con meter caracoles asados, ajos cocidos y alguna sardina frita de mataburro previamente desalada.