Manuel García Sesma recogió la noticia relativa a la milicia cívica realista creada para defender el régimen absoluto de Fernando VII: los Voluntarios Realistas. En Fitero se formó un Tercio de esa milicia en 1825, "con objeto de contribuir a las Reales Intenciones, manifestadas por S. M. en Reales Órdenes". Se compuso de 55 individuos, que, con los reclutados en Cintruénigo y en Corella, formaron un Batallón, el cual fue inspeccionado por el brigadier D. Santos Ladrón [de Cegama], por comisión del Virrey y Capitán General de Navarra, Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza, marqués de Venadito. El acta de la sesión del Ayuntamiento del 15-VII-1825 nos suministra pintorescos detalles acerca de los recursos a que tuvo que acudir, para equipar a aquellos Voluntarios.
Como de costumbre, el Municipio estaba a la cuarta pregunta, sobre todo después del Donativo de los Tres Millones que exigió el Rey a Navarra, pisoteando sus Fueros.
Los uniformes de los flamantes Voluntarios costaron 6.000 reales y el Ayuntamiento decidió pagarlos en dos años. Para abonar la mitad en 1825, vendió un horno de la Cruz de la Calleja, fuera de servicio, que había sido construido a expensas del pueblo, por 2.500 reales v., añadiendo 500 de los fondos propios. Y para pagar los otros 3.000 en 1826, recurrió a la venta por arriendo del jabón a la menuda; esto es, de media arroba en bajo; y de la sal, de robo en bajo, cuyos arriendos producían cada año 1.500 reales vellón. El Procurador de la Villa en Pamplona, D. Andrés Iguzquiza, se encargó de obtener del Real Consejo la autorización necesaria. Por lo demás, ignoramos la actuación de estos Voluntarios fiteranos, aunque es sabido que los de otros pueblos navarros engrosaron más tarde las filas de los Carlistas, al morir Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833.
La Calleja figura ya en un plano del monasterio de Fitero que data de mediados del siglo XVII, se corresponde con la Calle Lejalde, desde el puente o la actual rotonda de María Lobera, y su continuación por la Calle Mayor hasta la Costerilla del cementerio y la salida hacia el Cogotillo Bajo o Avenida de Pío XII por la actual Calle Díaz y Gómara, esto es, con lo que entonces era la calle principal que atravesaba lateralmente la Villa, comunicando ambas entradas y salidas principales, de una forma muy parecida a como ocurre hoy mismo. Al menos en lo que a la salida por el puente a la del puente o de la rotonda de María Lobera se refiere, ya que ahora la entrada principal no pasa por la Costerilla que conducía a la Carrera de Tudela a Baños de Fitero y Cervera del Río Alhama, actual y precaria circunvalación de la Villa. En el plano también se ven la Pieza de la Orden, las Huertas y el Olivar del Monasterio, así como los huertos que había entre el río de Piedra, que pasa por el Barrio Bajo y por detrás de la Calle de Los Charquillos, y la margen izquierda del río Alhama, esto es, las fincas que rodeaban el conjunto de edificios que formaban el monasterio de Fitero y la propia Villa, señalada como el lugar, atravesada por La Calleja.