Francisco Alfaro Pérez publicó que la Milicia Nacional Local voluntaria en Cintruénigo se constituyó a finales de Noviembre de 1820, y aunque no hay constancia de cuándo se formaron las de Cervera del Río Alhama y Fitero, es de suponer que fueran coetáneas. En cualquier caso y en contra de lo que se creía, los voluntarios de Fitero participaron en la primera Guerra Civil Española.
Poco más de un mes después de la derrota sufrida por la partida realista de Martín José Balda en Buñuel y de su huida a través de la fiterana Venta del Pillo, la guerra reapareció en la Ribera. Según el parte del coronel que estaba al frente de la Columna Volante Expedicionaria contra Facciosos, Agustín Escribano, el 21 de julio de 1822, los facciosos [bajo el mando del realista cirbonero Fermín Echevarri Salaberri] perseguidos por los provinciales de Logroño al mando del comandante de armas de dicha ciudad, Egoaguirre, quien los llegó a picar en su retirada de Corella, habían repasado el Ebro, dirigiéndose a Villafranca. En este encuentro, que fue en las calles de Corella al entrar ya la noche, mataron a algunos facciosos de infantería, hirieron a otros, y prendieron también a tres o cuatro. Los voluntarios de Tudela, puestos ya en comunicación con el comandante Egoaguirre, marcharon en combinación en su alcance tomándoles un caballo; pero informados de que los facciosos habían salido con mucha anticipación a la llegada de los provinciales dejando una partida de sus mejores caballos y unos pocos infantes para entretener nuestras tropas, determinaron replegarse y hacer noche en Alfaro, cuyo alcalde sin más fuerza que la decisión de sus vecinos no temió a los facciosos, y los esperó a pie firme, sin que se atreviesen a penetrar en él. Es sabido que esta canalla no da la cara, ni presenta combate, ni se atreve a entrar en pueblos donde no son deseados.
Poco más de un mes después de la derrota sufrida por la partida realista de Martín José Balda en Buñuel y de su huida a través de la fiterana Venta del Pillo, la guerra reapareció en la Ribera. Según el parte del coronel que estaba al frente de la Columna Volante Expedicionaria contra Facciosos, Agustín Escribano, el 21 de julio de 1822, los facciosos [bajo el mando del realista cirbonero Fermín Echevarri Salaberri] perseguidos por los provinciales de Logroño al mando del comandante de armas de dicha ciudad, Egoaguirre, quien los llegó a picar en su retirada de Corella, habían repasado el Ebro, dirigiéndose a Villafranca. En este encuentro, que fue en las calles de Corella al entrar ya la noche, mataron a algunos facciosos de infantería, hirieron a otros, y prendieron también a tres o cuatro. Los voluntarios de Tudela, puestos ya en comunicación con el comandante Egoaguirre, marcharon en combinación en su alcance tomándoles un caballo; pero informados de que los facciosos habían salido con mucha anticipación a la llegada de los provinciales dejando una partida de sus mejores caballos y unos pocos infantes para entretener nuestras tropas, determinaron replegarse y hacer noche en Alfaro, cuyo alcalde sin más fuerza que la decisión de sus vecinos no temió a los facciosos, y los esperó a pie firme, sin que se atreviesen a penetrar en él. Es sabido que esta canalla no da la cara, ni presenta combate, ni se atreve a entrar en pueblos donde no son deseados.
Cuéntase que los partidarios de Corella, denominados serviles, han decaído de ánimo al ver la gavilla de que se componía aquella facción, su desorden y excesos, y hubo servil que exclamó: ¡estos son los que nos han de redimir! De aquí deduzco yo que los pueblos, aún los más fanatizados, se desengañarían en breve, y en esta clase de forajidos, perdida su mal adquirida opinión, se retirarán con sus rapiñas. Dícese también haber referido un arriero, que los encontró en su fuga, que le preguntaron aquellos por el espíritu público de Zaragoza, y que habiéndoles contestado no haber novedad, dijo uno de ellos: "¿no os digo yo que nos engañan? ..." Por fin se han ahuyentado, y se han tenido noticias del espíritu y decisión de la mayor parte de los pueblos inmediatos a Corella, como son Cervera, Fitero y Cintruénigo, de los que salieron un número considerable de voluntarios a hacerles frente, a quienes se incorporaron los voluntarios de infantería y caballería de Tarazona; me persuado no pisen más este país.
Debo advertir que el pueblo de Cervera se levantó en masa contra la canalla; y uniendo su fuerza a la de dichos pueblos, hizo su movimiento por aquella parte. Saco por cuenta que pasarían de mil hombres los que queríamos disputarnos la gloria de llegar a las manos con los facciosos. Es indecible la decisión y entusiasmo de todos. Los de mi columna tienen tal ansia por un lance, y es tal su ardimiento, que no reparan en fatigas. El primer día anduvieron más de 10 leguas por el deseo de llegar a tiempo, creyendo ser cierto el combate, y su espíritu es tal que irían a Rusia si fuese necesario. Me parece pues que se reunirá la fuerza que se quiera, y por descontado la columna de 300 hombres se completará muy presto, y su organización se verificará muy luego.