La talla romanista del Cristo de la Guía es una de las mejores esculturas que alberga la iglesia del antiguo monasterio cisterciense de Fitero. Fue obra del escultor estellés Barnabé Imberto, realizada en los primeros años del siglo XVII. Inicialmente estuvo situada, sin retablo alguno, en el actual baptisterio. Después, el Cristo de la Guía fue trasladado a la actual capilla de la Virgen de la Barda, Patrona de la Villa, insertándolo en el retablo en el que se encuentra ahora y que entonces se convirtió en la capilla funeraria del abad fiteriense, de origen cordobés, fray Plácido de Corral y Guzmán (1625-1642). Aunque luego, cuando esta capilla se amplió y cambió su advocación vigente, el retablo se traslado a su ubicación actual, en el brazo norte del transepto de la iglesia parroquial de Fitero. Este retablo estuvo diseñado para el Cristo de la Columna y fue obra romanista del peraltés Jerónimo de Estaragán, datando de 1637 e incluyendo un lienzo del entierro del Cristo, que está en su ático y que data del siglo XVI, dos pinturas del siglo siguiente que representan a San Plácido y San Blas, junto con una pintura central que representa en la base, junto con el retrato del mecenas de este retablo: el citado abad fray Plácido de Corral y Guzmán, tres temas: la Expulsión de Adán y Eva del Paraíso, la Bajada de Cristo al Limbo, y la Resurrección de Cristo. Así como unas esculturas de escasa relevancia artística, que representan a San Juan Evangelista y a la Virgen María, obra del escultor tudelano Juan Francisco de Peralta, que fueron colocadas en este retablo hacia 1735.
Uno de los momentos más delicados de la preparación de los pasos que salen en la procesión de Viernes Santo es el de la bajada del Cristo de la Guía de su ubicación habitual en el citado retablo. Desde hace ya algunos unos años esta tarea se hace a pulso, cayendo en desuso la polea móvil que, a tal efecto, puso el carpintero Carmelo Fernández Vergara, en 1954. Año desde el que este Cristo viene saliendo en procesión por las calles de la Villa, gracias a la iniciativa de este artesano y entusiasta fiterano. Del mismo modo que, una vez bajado de su posición habitual en el retablo, tampoco se le traslada ya en un carro hasta el brazo sur del transepto, donde se usaba la barandilla del balcón en el que se encuentra el órgano como punto de apoyo o polea con la que subirlo y bajarlo de sus andas procesionales. Actividad que, año a año y lamentablemente, fue dejando en la madera de dicha barandilla las marcas del desgaste ocasionado por el rozamiento del subir y bajar de las sogas utilizadas en esta operación. Bienvenido sea este cambio en el proceder de la preparación de estas andas procesionales.
Uno de los momentos más delicados de la preparación de los pasos que salen en la procesión de Viernes Santo es el de la bajada del Cristo de la Guía de su ubicación habitual en el citado retablo. Desde hace ya algunos unos años esta tarea se hace a pulso, cayendo en desuso la polea móvil que, a tal efecto, puso el carpintero Carmelo Fernández Vergara, en 1954. Año desde el que este Cristo viene saliendo en procesión por las calles de la Villa, gracias a la iniciativa de este artesano y entusiasta fiterano. Del mismo modo que, una vez bajado de su posición habitual en el retablo, tampoco se le traslada ya en un carro hasta el brazo sur del transepto, donde se usaba la barandilla del balcón en el que se encuentra el órgano como punto de apoyo o polea con la que subirlo y bajarlo de sus andas procesionales. Actividad que, año a año y lamentablemente, fue dejando en la madera de dicha barandilla las marcas del desgaste ocasionado por el rozamiento del subir y bajar de las sogas utilizadas en esta operación. Bienvenido sea este cambio en el proceder de la preparación de estas andas procesionales.