El paso procesional de la Virgen de la Soledad o de La Dolorosa porta una imagen-armazón de la Virgen María, que es el único elemento que queda expuesto en la iglesia parroquial de Fitero. Pues lo que queda de su retablo rococó, obra del polifacético escultor fiterano Juan Manuel Angós Sanz, que data de la segunda mitad del siglo XVIII, se conserva desmantelado en la galería que sirvió de nueva Sala Capitular del desaparecido monasterio cisterciense de Fitero. Esta imagen de candelero, que inicialmente fue donada por los cabezaleros de María de Urquizu y Uterga, viuda de Juan Jiménez de Vea, a la desaparecida cofradía de la Vera Cruz, data de 1659, como recogieron Ricardo Fernández Gracia y Manuel García Sesma.
Todavía se conserva la tradición popular de acudir el Viernes Santo al brazo norte del transepto de la iglesia de Fitero, para pedirle a La Dolorosa las Tres Gracias. Aún recuerdo como, siendo niño, acompañábamos a mi abuela Juana Bermejo Rupérez, más conocida como Juanita, a cumplir con esta tradición que tan importante era para ella y a la que acudía con tanta devoción. También recuerdo los nervios que había ese día en casa, a la hora de comer, ya que había que calcular bien la hora y no llegar tarde pues era importante hacerlo a la misma hora exacta en la que falleció en la cruz Jesús de Nazareth, a las 3 en punto de la tarde, siguiendo el horario solar y no el horario vigente, que es como se hace ahora. Entonces éramos pocos, en comparación con el buen número de fiteranos que lo vienen haciendo los últimos años, los que acudíamos a la iglesia de Fitero sólo unos minutos antes y nos quedábamos esperando, ante su puerta cerrada, a que la abriera el párroco, para poder solicitar las Tres Gracias, con emoción y recogimiento. Hoy también acudiremos y, como siempre en estos casos, me volveré a acordar mucho más de mi abuela.