La casa del Soto es una de las construcciones más antiguas de la Villa pues data de mediados del siglo XVII, destacando por su aislada ubicación en medio del Soto, término del que tomó su nombre. Su misión inicial fue la de apoyo para los trabajos agrícolas que los cistercienses de Fitero realizaban en sus inmediaciones, así como la de servir como casa de descanso y salud ya que, junto a ella, manaban dos fuentes, una de agua normal y otra de aguas sulfurosas cuyas propiedades medicinales parece que no han sido analizadas todavía.
Su construcción la realizó el fiterano Pedro Angós Mañero, entre 1671 y 1673. Dándose la circunstancia de que los monjes de Fitero entablaron un pleito con él, a la hora de pagarle la obra que le habían encargado, siendo necesaria la intervención de tasadores que mediaran y arbitraran entre ambas partes para poder ajustar el pago de los costes correspondientes.
El edificio consta de dos plantas, la baja de sillares de piedra y las superiores de ladrillo, así como un ático, destacando en su interior su impresionante escalera que sólo se puede visitar si se habla con sus actuales propietarios particulares. Las últimas obras que éstos realizaron hace un lustro, poco más o menos, eliminaron las ruinas de los corrales y cobertizos que había en su parte posterior y reforzaron el sobremuro que rodea el piso inferior de la casa. También repararon los alrededores del nacedero de la fuente cuyas escaleras de piedra y acceso al acueducto-desagüe que, sorprendentemente, pasa por debajo de la misma casa, atravesándola de lado a lado para comunicarse, quizá, con el estanque o pesquera que había en medio de la finca hasta 1835, aún son los originales.
Como bien recogió Ricardo Fernández Gracia, Pedro Angós Mañero, nacido en Fitero en noviembre de 1625, fue el segundo miembro de una dinastía de artistas: albañiles, arquitectos y escultores que progresó en Fitero, desde la llegada del homónimo padre de éste a la villa navarra, procedente de la limítrofe ciudad aragonesa de Tarazona, poco tiempo antes, hasta mediados del siglo XIX. Siendo Juan de la Cruz Angós Aliaga, el último miembro de esta dinastía de artistas, a quien la Villa le dedicó la calle que aún lleva su primer apellido, como también señaló Manuel García Sesma. Quién, por cierto, publicó que en 1835 el Soto tenía 90 robos y estaba poblado de árboles, con un estanque en medio de la finca y cuya casa tenía derruida la parte del fondo.
Sería muy de agradecer que las autoridades municipales lo señalaran adecuadamente, documentando algunas noticias relacionadas con su historia, para mayor disfrute de quienes visiten nuestra Villa y paseen por sus agradables contornos, y que también lo declararan como Bien de Interés Cultural, al menos de carácter local, a esta magnífica construcción rural cuya impresionante presencia en mitad del Soto alegra la vista de los que disfrutamos al pasear por estos parajes. Sin duda, uno de los más bonitos de Fitero o, por lo menos, uno de mis preferidos.
Sería muy de agradecer que las autoridades municipales lo señalaran adecuadamente, documentando algunas noticias relacionadas con su historia, para mayor disfrute de quienes visiten nuestra Villa y paseen por sus agradables contornos, y que también lo declararan como Bien de Interés Cultural, al menos de carácter local, a esta magnífica construcción rural cuya impresionante presencia en mitad del Soto alegra la vista de los que disfrutamos al pasear por estos parajes. Sin duda, uno de los más bonitos de Fitero o, por lo menos, uno de mis preferidos.