El 21 de Junio de 1813 se produjo la victoria aliada, de las tropas españolas, portuguesas e inglesas, bajo el mando de Arthur Wellesly, duque de Wellington, sobre las francesas que escoltaban a José I Bonaparte en su huida hacia Francia, en la famosa batalla de Vitoria. Cuatro días después, las tropas aliadas comenzaron el asedio de Pamplona, que duró hasta que se rindió la plaza el 31 de Octubre. Mientras que, el 26 de Junio, las tropas imperiales francesas del Ejército del Norte, mandadas por el general Bertrand Clausel, llegaron a Tudela procedentes de Calahorra y Alfaro, huyendo de la División de Navarra, que estaba comandada por Francisco Espoz y Mina. Al día siguiente, los franceses abandonaron definitivamente Tudela, dirigiéndose a Zaragoza mientras eran perseguidos por las tropas de Espoz. Situación que facilitó el que, el 23 de Julio de 1813, como recientemente publicó Francisco Miranda Rubio, se produjera el primer contacto oficial entre la Regencia española y los miembros de la extinta Diputación del reino, aún en el exilio al que se habían visto abocados en Agosto de 1809, para solicitarles a éstos que nombrasen un Jefe Político para Navarra y que se publicase y jurase la Constitución, a medida que las poblaciones se fueran liberando del dominio francés, habiendo sido la primera la ciudad de Estella, el 31 de Julio de 1812.
Estos actos se ejecutaron según lo previsto, con la solemnidad, ceremonia y demás circunstancias, de acuerdo con la certificación expedida por el citado secretario, el lunes siguiente; tal y como publicó Jesús Soria Magaña, hace poco más de un lustro. A pesar de las dudas que su artículo generó en algunos historiadores fiteranos, incluido el propio autor, acerca de que estos actos no habrían acaecido entonces sino bastantes años después, probablemente en 1820. Por lo que aprovecho la ocasión para dejar constancia de que el trabajo era correcto y que, efectivamente, la Constitución de Cádiz se juró en Fitero el sábado 11 de Septiembre de 1813. Si bien, el retorno del exilio del rey Fernando VII de Borbón, en Marzo de 1814, acabó dando al traste con la primera experiencia constitucional que hubo en España, restituyendo el sistema de gobierno y las instituciones existentes antes de la Guerra de la Independencia.