Abatores, como bien señaló Manuel García Sesma, es la aféresis de Lavatores, plural del sustantivo latino lavator: lavador, lavadores. La pista etimológica de este topónimo fiterano la encontró en el Catálogo Documental de la Ciudad de Corella, publicado por Florencio Idoate. Concretamente, en una referencia al lugar de las afueras de Fitero conocido como Los Lavatores, que se citaba en el extracto de un documento acerca de un pleito sostenido ante la Chancillería de Valladolid, en 1751, por Corella y el Monasterio de Fitero, a propósito de un regadío en dicho término, en el que se invocaban sentencias de 1530 y posteriores. Si bien añadió que ignoramos el motivo específico por el que se le dio este nombre, aunque indudablemente estuvo relacionado con el agua.
Lo más probable es que el topónimo Abatores haga referencia a Lavatores Lanae, que es la denominación latina de la primera operación o proceso de transformación que sufre la lana, tras el esquilado a tijera de las ovejas en el Guache, para acabar transformándose en un paño. En la Edad Media, la industria pañera realizaba esta transformación por medio de una cadena de operaciones que se realizaban en diversos talleres altamente especializados, estando la mayoría de ellos ubicados en las afueras de las poblaciones, por motivos de salubridad, a modo de lo que hoy se consideraría una especie de polígonos industriales. Primero se realizaba una serie de labores preparatorias que comenzaban por el lavado de la lana, incluyendo su secado al sol, así como su estibado en sacas, tras haberla pesado y marcado. A continuación se realizaban el apartado, cardado, peinado e hilado de la lana; para pasar a las operaciones que concluían con su verdadera transformación y acabado por medio del tejido, tintado, abatanado, cardado (oficio de los pelaires), tundido y apuntado del paño, por citar las más importantes.
Por lo que, de confirmarse esta hipótesis, el topónimo Abatores haría referencia al lugar en el que se encontraban las instalaciones del taller del lavado o lavadero de la lana procedente de la abundante ganadería ovina trashumante que poseyó el Monasterio de Fitero y cuya explotación y comercio le supuso una importante fuente de ingresos, especialmente a partir del siglo XV. Por lo que el hecho de que estos lavaderos no se mencionen en el inventario de los bienes desamortizados al Monasterio de Fitero en 1835, sería un indicador de que habrían caido en desuso bastante tiempo antes y de que el término Abatores sería así uno de los pocos recuerdos que nos han quedado de la existencia en Fitero de unos artesanos, una industria y un modo de vida que desaparecieron hace ya mucho tiempo.
El agua usada en los Lavatores Lanae debía proceder del pozo de la Jacinta, transformado en la década de los años 70, del pasado siglo, en el actual pantano del Olmillo.
El agua usada en los Lavatores Lanae debía proceder del pozo de la Jacinta, transformado en la década de los años 70, del pasado siglo, en el actual pantano del Olmillo.