En la Historia de Fitero abundan las singularidades cuya relevancia sobrepasan el ámbito local. En la Plena Edad Media, aparte de las reinas y de las abadesas de algunos destacados conventos religiosos, no hubo muchas mujeres que tuvieran la oportunidad de ejercer un cargo público y de formar parte de la aristocracia terrateniente sin que fuera como consorte. En la sociedad feudal del Siglo XII, el poder de los monarcas estaba delegado en los tenentes que, como su nombre indica, eran los señores que tenían un territorio o feudo como el que, por ejemplo, correspondía a la villa o castro de Tudején (despoblado de Fitero), desde su reconquista en 1119. Señoríos que, aunque evolucionaron, se mantuvieron vigentes hasta la primera mitad del siglo XIX, habiendo pasado el de Tudején a manos del primer abad del monasterio de Fitero, San Raimundo, el 15 de abril de 1157, y pudiéndose considerar a la villa de Fitero como una continuidad de la de Tudején.
La primera noticia conocida acerca de un señor de Tudején data de 1151, bajo el reinado de Alfonso VII el Emperador, siéndolo Gautier o Gutierre Fernández de Castro, uno de los principales magnates de la corte de Castilla y León durante la primera mitad del siglo XII. En casos como éste, en los que un señor feudal tenía a su cargo múltiples tenencias, siendo alguna de ellas de gran valor estratégico, como lo era Tudején, por su carácter fronterizo con los recién escindidos reinos de Pamplona y Aragón, no es de extrañar que delegaran algunas de ellas en alguien de su entera confianza. Lo extraño era que la escogida fuera una mujer pero así consta Godina como señora de Tudején entre 1151, al menos, y 1155, pues aunque desde finales de 1153 o principios de 1154 Gutierre Fernández pasó esta tenencia y la de Cervera del Río Alhama a su sobrino, Álvaro Rodríguez de Castro, Godina siguió como señora de Tudején, mientras que su marido, Fortún Garceiz, siguió siendo el alcaide de este fronterizo castro. Poco después, entre abril de 1156 y quizá hasta que Tudején pasó a manos de San Raimundo de Fitero, figura en Ágreda, Cervera del Río Alhama y Tudején, García Zapata por delegación del cofrade templario Portales, que era hermano del señor de Tarazona, el también cofrade templario Fortún Aznárez, entonces al servicio de Castilla.
Poco más se sabe de Godina, tan sólo que hacia 1147, como propietaria del establecimiento de los Baños de Tudején o Baños de Fitero, lo donó a la Catedral de Calahorra con objeto de adquirir el derecho a ser enterrada en ella. No quedando claro cómo pasó el balneario a manos del Monasterio de Fitero, si fue en 1157, formando parte del señorío de Tudején, o si fue en 1159, cuando la gente armada de Tarazona asaltó este convento, apaleó y expulsó a los cistercienses, y lo usurpó en beneficio de esta sede episcopal aragonesa y en perjuicio de la calagurritana.