Este fin semana se celebrará en Fitero el XXVI Congreso Nacional de Vexilología, dedicado a Las Banderas: Pasado, Presente y Futuro. La ponencia inaugural corre a cargo de mi buen amigo Francisco Alfaro Pérez y versará sobre El escudo de la villa de Fitero en su bandera: origen, distorsiones y valor identitario.
Será una gran ocasión para conocer las últimas novedades acerca del Escudo y la Bandera de Fitero, así como la importancia que tienen estos signos de identidad para quienes saben interpretarlos y los admiran con el respeto que merecen, por lo que representan para el pueblo que los creó.
Será una gran ocasión para conocer las últimas novedades acerca del Escudo y la Bandera de Fitero, así como la importancia que tienen estos signos de identidad para quienes saben interpretarlos y los admiran con el respeto que merecen, por lo que representan para el pueblo que los creó.
También será un buen momento para reflexionar sobre la pena que da cuando quienes no saben de qué se trata, los ignoran o lo que es peor aún, los modifican a su antojo bien siguiendo sus preferencias personales o las modas y costumbres del momento político en el que se vive. Males que viene sufriendo la Bandera de Fitero, especialmente, desde que se aplicara como se hizo la Ley de Símbolos de Navarra, de abril de 2003, y se modificaran sus símbolos arbitrariamente, siendo reemplazados la Virgen de la Barda, la Cruz de Calatrava, etc en una cara por un gran Escudo de Fitero y perdiéndose también la Vera Cruz, etc al quedar completamente en blanco por la otra. Justo pocos años después de que algunos creyéramos que el Ayuntamiento de Fitero empezaba a ser consciente de la importancia que tenía recuperar las señas de identidad de la Villa y pensáramos que empezábamos a recoger los frutos conseguidos por los esfuerzos que desde la década de los 80 del pasado siglo, hicimos Ricardo Fernández Gracia y un servidor, entre otros, para que se recuperase el Escudo de la villa de Fitero.
Todavía recuerdo los años que les costó asumir el cambio a las corporaciones municipales a las que se lo fuimos solicitando hasta que por fin se convencieron de que debían dejar de emplear el escudo diseñado por Fausto Palacios. Cambio que emprendieron varios años después de que ya nos hubiéramos dado por vencidos quienes insistíamos en que era de Justicia hacerlo así, pensando que no había nada que hacer al respecto.
Afortunadamente, de ese escudo ya sólo quedan dos ejemplares en sendos lugares públicos de Fitero: el monumento a San Raimundo de Fitero, que data de 1946 y que fue diseñado por el propio Fausto Palacios, y una variante errónea y libre de éste que aún puede verse en la fachada del otrora edificio público que hay en la Calle Mayor. Ambos escudos carecen de soporte histórico y son fruto de errores interpretativos del Escudo de Fitero que se rediseñó en el siglo XIX. Esperemos que ambos desaparezcan cuando se revise la correcta aplicación de la citada ley, más que por cumplir con ésta porque creemos que sería bueno que las autoridades municipales tomaran conciencia de la trascendencia de las señas de identidad de la Villa y obraran en consecuencia, movidas por el respeto a la historia de nuestros antepasados.
Todavía recuerdo los años que les costó asumir el cambio a las corporaciones municipales a las que se lo fuimos solicitando hasta que por fin se convencieron de que debían dejar de emplear el escudo diseñado por Fausto Palacios. Cambio que emprendieron varios años después de que ya nos hubiéramos dado por vencidos quienes insistíamos en que era de Justicia hacerlo así, pensando que no había nada que hacer al respecto.
Afortunadamente, de ese escudo ya sólo quedan dos ejemplares en sendos lugares públicos de Fitero: el monumento a San Raimundo de Fitero, que data de 1946 y que fue diseñado por el propio Fausto Palacios, y una variante errónea y libre de éste que aún puede verse en la fachada del otrora edificio público que hay en la Calle Mayor. Ambos escudos carecen de soporte histórico y son fruto de errores interpretativos del Escudo de Fitero que se rediseñó en el siglo XIX. Esperemos que ambos desaparezcan cuando se revise la correcta aplicación de la citada ley, más que por cumplir con ésta porque creemos que sería bueno que las autoridades municipales tomaran conciencia de la trascendencia de las señas de identidad de la Villa y obraran en consecuencia, movidas por el respeto a la historia de nuestros antepasados.