A menudo se habla del Claustro de Fitero como si se tratara del único que hay, asimilando este concepto con las galerías porticadas del claustro medieval del antiguo Monasterio de Fitero. Sin embargo, se trata de conceptos relacionados pero distintos.
Así, si nos referimos a las galerías porticadas que tuvo el Monasterio de Fitero, tendríamos que aclarar si nos referimos a las del citado claustro medieval, a las del claustro moderno o Plaza de las Malvas, o a las del desaparecido nártex medieval que comunicaba y cubría la entrada principal de la iglesia con la que había en el Paso de los Conversos, en El Cortijo. Por el contrario, si hablamos del claustro de un monasterio deberíamos tener en cuenta que se trata del espacio cerrado e interior por medio del que se comunican todas y cada una de las estancias del monasterio. Este espacio cerrado tiene forma más o menos cuadrada y en él se suele encontrar un jardín con un pozo de agua potable, además de una galería porticada que cubre de las inclemencias del tiempo las puertas de cada una de las estancias monásticas que dan al perímetro del claustro.
En el caso del Monasterio de Fitero no se conserva la galería porticada perimetral que tuvo el claustro medieval y, en su lugar, podemos ver la galería plateresca, que data del siglo XVI y que fue reforzada con contrafuertes para poder sostener la galería porticada que se construyó en el segundo piso, a principios del siglo XVII, y que es de estilo neoclásico. Tampoco se conserva el nártex medieval aunque son visibles las pilastras sobre las que un día se apoyó esta desaparecida galería porticada, mientras que también se conserva la galería porticada del claustro moderno que hoy se conoce como la Plaza de las Malvas y a la que se accede por el popular Arquillo.
Aclarado todo esto ya se puede concretar qué partes de uno de los dos claustros se han venido reconstruyendo estos últimos años: los contrafuertes y el muro de la galería que hay en la panda oriental, y la base de los contrafuertes de la panda norte. Así que falta completar la reconstrucción de esta panda, las otras dos en las que aún están por empezar las actuaciones y que son las que sufrieron el hundimiento del 16 de enero de 1893, los accesos a las dependencias que dan al piso llano del claustro así como la reconstrucción de las cuatro galerías del primer piso y sus correspondientes accesos. Por lo que es muy difícil que todo esto esté acabado el año que viene, que es cuando termina el Plan Navarra 2012 en el que se enmarcaron estas obras. Además, en su día este claustro era el corazón que palpitaba vida a todas las dependencias monásticas y como los frailes no van a regresar, si no se planifica la reutilización de estos espacios carecerán de todo sentido los esfuerzos dedicados a esta reconstrucción. De ahí que ahora más que nunca sea urgente contar con un Plan Director en el que se considere su futura explotación y el retorno de las inversiones realizadas.