Todavía hubo un tercer intento por hacer una nueva población a la que trasladar la villa de Fitero. Manuel García Sesma recogió que los apuros económicos de la Corona española se agudizaban, pues, a pesar del Tratado de Westfalia de 1648, continuaba la guerra con Francia, Portugal y Cataluña.
Por eso, acabado el relato del segundo intento independentista de la Villa con sentencia favorable para el antiguo Monasterio de Fitero, sus memoriales recuerdan cómo percibieron los siguientes acontecimientos: Parece que con este Privilegio que obtuvo el Monasterio habían de quedar desengañados los vecinos y no habían de molestar al Monasterio con pretensiones de nueva población. Pero como nunca faltan cavilosos en los Pueblos y la ambición de ganar dietas los mueve a inventar nuevas tretas, persuadiendo a los vecinos la libertad, y que miran por los derechos de la Villa logran su intento con facilidad, ya porque los más de los Vecinos son de corto alcance, y ya porque ceban en cualquiera especie que sea contra el Monasterio. Sin embargo, por este privilegio que tenía el Monasterio para que los de Fitero ni otro ninguno pudiesen hacer edificios en los Montes de Cierzo y Argenzón, acudieron de nuevo a Su Majestad, solicitando gracia o merced para hacer nueva Población, ofreciendo por ella ciento once mil Reales de plata doble, y para facilitar más su pretensión dieron antes 4000 ducados. Y en 14 de Julio de 1652 obtuvieron merced de Su Majestad de 50 robos de tierra medida de monte en los de Cierzo y Argenzón, en la parte y sitio que señalare la Villa, dándole la propiedad de ella, con facultad para hacer una nueva población, Iglesias, Casas, Molinos, etc. sin limitación alguna, con título y nombre de Villa Real, haciéndola buena Villa, dándole jurisdicción civil y criminal, con todas las prerrogativas que se requieren, en remuneración de sus servicios, y por 11.000 Reales de plata, conque ofrecía servir para el gasto de las guerras, con calidad que antes que tomasen posesión, pagase la dicha Villa al Monasterio 2000 ducados de plata que dio al Conde de Oropesa [Duarte Fernando Álvarez de Toledo] por un despacho privativo que dio a dicho Monasterio.
Presentóse esta Cédula en el Consejo [Real de Navarra] y habiéndose mandado comunicar al Monasterio y a las Ciudades de Cascante y Corella y otros lugares interesados, salieron a la demanda y después de muchos alegatos y Escrituras que se presentaron, mandó el Consejo por dos declaraciones conformes, que la Villa de Fitero eligiese y señalase el puesto donde intenta fundar, midiendo y dejando amojonados los 50 Robos de tierra y que se hiciese una planta del sitio, todo con citación de las partes interesadas.
Por fin parecía que la Villa iba a lograr su propósito de independizarse del monasterio que la había fundado. En vez de ello, comenzó un largo proceso que, en 1685, acabó para siempre con las posibilidades de hacer una nueva población de Patronato Real en Fitero.