También este sábado hubo una ponencia en el XXVI Congreso Nacional de Vexilología, celebrado en Fitero, acerca de la bandera de la Villa y corrió a cargo de Juan José González Sánchez. Hizo referencia al trabajo que publicamos Ricardo Fernández Gracia y un servidor, en 1983, reconociendo que no se conocen datos de cómo pudieron ser otras banderas de la Villa, si es que las hubo con anterioridad a 1881, fecha en que el Ayuntamiento de Fitero encargó la bandera que entonces describimos y de la que parece ser fiel reflejo la que se conserva desde 1945. No ocurre así con la que reemplazó a ésta en 1998 pues se simplificó la cara de la Vera Cruz, eliminando los escudos de la Villa y las Cruces de Calatrava; ni mucho menos con la bandera blanca que con sólo un gran escudo de la Villa ondea en los edificios oficiales, tal como manda la Ley de Símbolos.
Juan José González consideró que la Bandera de Fitero es demasiado compleja para ser usada como tal, aunque no así para ser portada por la Corporación municipal en los grandes acontecimientos, tal como ya viene haciéndose desde hace poco más de un lustro. También expuso que la bandera que ondea en los edificios oficiales es una simplificación extrema y que tampoco se corresponde con la de la Villa, por lo que era necesario replantearse su revisión.
Puestos a buscar los orígenes de la Bandera de Fitero, Juan José González propuso acudir al relato de los acontecimientos del famoso Motín de 1675 y destacar que en él se dice que los amotinados enarbolaron la bandera de la Cofradía de San Miguel de los Ballesteros, añadiendo que ésta pudo tratarse de una bandera blanca, con una cruz que posiblemente pudo ser roja, con una imagen de San Miguel bordada en ella, y que quizá a ésta y no a la cruz de la bandera de la Vera Cruz, podría hacer referencia la actual enseña municipal.
En cualquier caso, dada la especial vinculación de la Villa con el fundador de la Órden Militar de Calatrava, San Raimundo de Fitero, propuso mantener la Cruz de Calatrava tal como ahora figura en dos de las esquinas de la Bandera de Fitero, sólo que una de las caras de ésta debería pasar a ser completamente blanca en la nueva. Y dado que para simplificarla proponía quitar tanto la Vera Cruz, como la Virgen de la Barda y el Escudo de Fitero, propuso añadir una franja diagonal roja, en recuerdo de la faja que enarbolaron los amotinados de 1675, al ser desposeídos de la bandera de la Cofradía de San Miguel por el alcalde de la Villa.
En cualquier caso, dada la especial vinculación de la Villa con el fundador de la Órden Militar de Calatrava, San Raimundo de Fitero, propuso mantener la Cruz de Calatrava tal como ahora figura en dos de las esquinas de la Bandera de Fitero, sólo que una de las caras de ésta debería pasar a ser completamente blanca en la nueva. Y dado que para simplificarla proponía quitar tanto la Vera Cruz, como la Virgen de la Barda y el Escudo de Fitero, propuso añadir una franja diagonal roja, en recuerdo de la faja que enarbolaron los amotinados de 1675, al ser desposeídos de la bandera de la Cofradía de San Miguel por el alcalde de la Villa.
Propuesta preliminar que causó cierta sorpresa entre los fiteranos asistentes al Congreso de Vexilologia y que motivó que en el turno de preguntas, me viera obligado a declarar, con buena intención y sentido del humor, que, aunque no soy muy aficionado al fútbol, creía que puestos a reemplazar la actual Bandera de Fitero por una nueva, que prefería que nos hiciéramos del Osasuna antes que serlo del Rayo [Vallecano]. Todo ello antes de declararme partidario de mantener la tradición y recuperar la bandera de 1883, reemplazando con ella las variantes simplificadas que están actualmente en uso. A lo que el ponente contestó que su propuesta no dejaba de ser un inocuo ejercicio vexilológico de cómo podría ser una Bandera de Fitero si hubiera que crearla ahora y que, aunque estaba de acuerdo en respetar la tradición, creía que la bandera encargada en 1881 no podía seguir siendo usada como tal por el Ayuntamiento de Fitero, sino en la forma que había comentado antes. Esperemos pues a que Juan José González y Francisco Alfaro Pérez acaben y publiquen los trabajos que tienen entre manos.