martes, 6 de septiembre de 2011

El Callejón de Santa Lucía

Era uno de los tres callejones empotrados en otras tantas viviendas que había en Fitero, junto con el del Guache y el del Carmen, que aún existen. Los tres tenían una construcción similar, con gruesas vigas de madera visibles en el techo, y parecidas dimensiones.
Al igual que ocurre ahora en el Callejón del Carmen, parece que en el Callejón de Santa Lucía también hubo una hornacina que albergó una imagen religiosa. Aunque desapareció hace mucho tiempo, de hecho yo no llegué a conocerla y tampoco he podido recabar más información acerca de ella. El camino que salía por este callejón conduce a la parte trasera del término de Santa Lucía, en el que también hubo una ermita dedicada a esta santa, cuya devoción popular arraigó fuertemente en la Villa casi desde los orígenes de ésta, y fue la que dio lugar a la consagración de la desaparecida ermita y, seguramente, a la posterior dedicación de la hornacina y, por tanto, al nombre del ahora también desaparecido Callejón de Santa Lucía.
Este callejón se encontraba en el inmueble de la Parcela 1093 de la Calle Mayor y era otro de los tres únicos edificios que el Servicio de Patrimonio de la institución Príncipe de Viana tenía catalogado en el Inventario Arquitectónico de Interés Histórico-Artístico de Navarra. Sin embargo, no fue incluido en el catálogo de Patrimonio Arquitectónico de la Villa cuando el Ayuntamiento elaboró el vigente Plan Municipal de Urbanismo, lo que explica por qué también se ha convertido ahora en un solar en el que se permite el aparcamiento de vehículos, temporalmente, al menos. Afortunadamente, el Ayuntamiento puso a buen recaudo el escudo nobiliario de los Octavio de Toledo, que había en su fachada. Este escudo, como el de los Yanguas de Fitero, que aún está en otra fachada fiterana, data de finales del siglo XVIII y son los dos únicos escudos nobiliarios de piedra que quedan en Fitero. Esto es, dos de los muy escasos escudos nobiliarios que permitió el antiguo monasterio de Fitero que los vecinos de su Villa pudieran colocar en las fachadas de sus casas y que han llegado hasta nuestros días.