jueves, 16 de junio de 2011

El escalafón fiterano de la Santidad

En el escalafón de la Santidad, la Iglesia Católica distingue actualmente cuatro niveles o grados canónicos o normalizados: Siervo de Dios, VenerableBeato y Santo. El postulador o promotor de cada Causa de Canonización junto con el correspondiente obispo diocesano son quienes inician el proceso de tramitación asociado a una Causa de Canonización. Para ello presentan ante la Congregación para las Causas de los Santos de la Santa Sede Apostólica de Roma un informe acerca de la vida del fallecido candidato y de los posibles milagros relacionados con él. Este informe, prospera si dicha Congregación reconoce y dicta el Decreto de que no hay obstáculo (nihil obstat), que impida iniciar la Causa de Canonización y que, por tanto, el citado obispo puede proceder a dictar el Decreto de Introducción de la Causa del que, a partir de entonces, pasa a ser reconocido con el título de Siervo de Dios.
Posteriormente, con el título de Venerable o digno de veneración, siempre que sea en privado y nunca en actos públicos, se reconoce que el fallecido candidato vivió las virtudes de la Fe, la Esperanza y la Caridad en grado heroico y, esta fase de la canonización la hace el cardenal correspondiente a la zona geográfica donde vivió esa persona, en la catedral más importante de esa zona. Además del reconocimiento de los atributos personales y de las virtudes heroicas del candidato, para alcanzar el titulo de Beato o Bienaventurado se requiere la realización de un posible milagro obtenido a través de la intercesión del Venerable, que ha de ser examinado exhaustivamente y probado ante una comisión de expertos en medicina y, después, de otra de teólogos. El milagro no es requerido si la persona ha sido reconocida como Mártir de la Iglesia Católica y, en cualquier caso, es el citado obispo de la diócesis respectiva quien, en compañía de un cardenal que actúa en nombre del Papa, procede a proclamar como Beato al Venerable, en la catedral más importante de su zona, de modo que ya puede ser objeto de pública veneración por parte de la Iglesia local.
Al concluir el proceso de la Causa de Canonización, para lo cual hace falta probar la realización de otro milagro atribuido al ya Beato y ocurrido después de la beatificación a no ser que el Papa decida que hay razones para obviar este paso, el Papa reconoce que al Beato le corresponde el título de Santo y que ya se puede ser objeto de culto público en toda la Iglesia Católica, asignándosele un día de fiesta y pudiéndosele también dedicar iglesias y santuarios.
En Fitero tenemos ahora mismo un Santo, un Beato y un Siervo de Dios: San Raimundo de Fitero, el Beato Juan de Palafox y el Siervo de Dios José María García Lahiguera.
Raymond, natural de Saint Gaudens (Haute Garonne, Midi Pyrénées, Francia), es el único de los tres fiteranos que no nació en la villa de Fitero. De hecho, fue el monasterio que él fundó a mediados del siglo XII el que, en 1482, acabó fundando y dándole su nombre a la actual villa navarra. Habiendo fallecido en 1163, en Ciruelos (Toledo, Castilla-La Mancha), su proceso de canonización no fue el actual y, aunque a comienzos del siglo XVII ya se le reconocía su santidad entre los cistercienese, éstos no obtuvieron el Decreto para rendirle culto público a San Raimundo de Fitero hasta el 21 de Enero de 1702. Solicitando, en 1718, que se celebrara su festividad los días 15 de Marzo (anteriormente, en España se venía celebrando el 1 o el 6 de febrero y, en Francia, el 30 de abril), cosa que se hizo a partir del año siguiente, asentándose así la fiesta del patrón de la Villa y dando pie a la afirmación de que: Mientras el Mundo sea Mundo, el 15 de marzo: San Raimundo. Si bien su culto no se generalizó en España hasta 1800 y en Francia también en el siglo XIX, Fitero tuvo en el olvido a San Raimundo hasta fines del siglo pasado [XIX], como publicó Ricardo Fernández Gracia, añadiendo que el 5 de septiembre de 1891 se presentó una instancia en el Ayuntamiento por Nazario Ochoa y otros fiteranos señalando que "sería conveniente que en la festividad de la Patrona se pusiese en el Altar mayor a San Raimundo y se sacase en la procesión de dicha patrona, a fin de arraigar más y más la fe". Del 9 de septiembre de 1916 data la inauguración del primer monumento al Santo en el Paseo o Plaza Magallón, que por entonces se llamó con el nombre del fundador de Calatrava. Este proceso de remembranza y festejos de todo tipo en memoria del santo cisterciense se ha venido acrecentando hasta nuestros días en nuestra villa, y curiosamente sin que, al parecer, medie acuerdo corporativo del Ayuntamiento, adelantándose una vez más la costumbre, la tradición y el alma popular al frío escrito oficial, que si existe no hemos localizado.  La mayor parte de los restos del Santo descansan en la catedral de Toledo, pues otros se han venido distribuyendo como reliquias a lo largo del tiempo, incluyendo Fitero desde 1590.
La Causa de Canonización del Beato Palafox, nacido accidentalmente en Baños de Fitero, el 24 de junio de 1600, y fallecido el 1 de octubre de 1659 en El Burgo de Osma, es una de las más complejas y longevas de la Iglesia Católica pues dio comienzo el 18 de septiembre de 1666 y el Venerable Siervo de Dios Juan de Palafox y Mendoza no ha sido proclamado Beato hasta el pasado 5 de junio, en la catedral de la citada localidad soriana, fijándose su festividad para el 6 de octubre. En esta sede episcopal descansa la mayor parte de sus restos, pues otros se han distribuido como reliquias tras su reciente beatificación.
Finalmente, la Causa de Canonización de José María García Lahiguera, nacido en nuestra Villa, el 9 de marzo de 1903, y fallecido en la de Madrid, el 14 de julio de 1989, dio comienzo el 11 de octubre de 1995, siendo reconocido como Siervo de Dios el 25 de enero de 2002. Sus restos descansan en el convento de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote, en Madrid. Orden religiosa de la que fue cofundador junto con la Sierva de Dios Mª. Carmen Hidalgo de Caviedes Gómez.