viernes, 10 de junio de 2011

El comienzo de la Rebelión Realista de 1822

Tras el pronunciamiento militar del Teniente Coronel Rafael del Riego, el rey de España, Fernando VII de Borbón, acabó jurando la Constitución de 1812, dando lugar al periodo histórico conocido como el Trienio Liberal o Constitucional (1820-1823). En Fitero, la consiguiente desamortización, ordenada el 1 de Octubre de 1820, conllevó la supresión del monasterio el 4 de Noviembre y la exclaustración de los cistercienses, el 22 de Febrero, así como la incautación y subasta de buena parte de los bienes del monasterio de Fitero. A pesar del triunfo inicial de los libreales en el reino de Navarra, que pasó a ser una provincia del estado español, el primer alzamiento realista ocurrió en 1821, aunque con escaso eco fuera de Pamplona; por el contrario, el segundo fue preparado más concienzudamente y supuso el comienzo de la lucha armada en Navarra. Aconteció tras la proclama de la Junta Interina el 10 de junio de 1822, formada por Lacarra, Eraso, Ariz y Mélida, cuya finalidad era incitar a los navarros a la sublevación contra las instituciones liberales, como señaló Francisco Miranda Rubio.
Aunque, según publicó Ramón del Río Aldaz, no existe un corte brusco entre la situación anterior y posterior al 10 de junio, sino más bien una continuidad. Lo que cambia es que entran algunos exiliados [desde Francia] y que las partidas ya existentes comienzan a repartir proclamas contra la Junta Interina de Navarra -impresas, pero con el día de la fecha a mano- incitando a la rebelión. Añadiendo en su descripción de cómo fueron los comienzos de la rebelión realista en Navarra que, durante la noche del día siguiente, las proclamas comenzaron a llegar a los pueblos y a Pamplona durante la mañana del 12, y que así mismo, circuló un oficio de "un tal Balda", cabecilla recién entrado de Francia. El oficio de Martín José Balda -enviado a varios alcaldes- ordenaba la leva forzosa y general de mozos desde la edad de 17 años hasta los de 40, con la obligación de concentrarse, armarlos y proveerles de munición, en Larraga, al día siguiente. Pero que, sin embargo, el pamplonés Balda no tuvo más remedio que desconvocar la concentración dadas las penosas circunstancias en las que se encontraba con la mayor parte de la gente reclutada a la fuerza y las armas entrando aún por Roncesvalles, para no caer en manos de las tropas que habían salido de Estella en su busca, como también publicó Ramón del Río. Quien señaló que, aunque las tropas de Balda continuaron distribuyendo las proclamas y siguieron forzando las levas realistas por diversas localidades navarras, dejando a un lado las pequeñas partidas que existían con anterioridad, la nueva incorporación en la primera quincena de junio sólo supuso algo más del 15% del total de incorporados durante 1822, y en la segunda quincena no se alcanzó más que la cuarta parte. Así como que el marco geográfico de la rebelión se centró en la merindad de Estella y el norte y noroeste de la de Pamplona y que dejando a un lado la que estaba formando en Roncesvalles Juan Manuel Sarasa, la partida realista más importante en estas fechas era la capitaneada por Balda y el Pinto, que estaba recorriendo la Ribera robando raciones, armas y caballos por los pueblos, por lo que el Jefe Político [de Navarra] solicitó a los absolutistas moderados del ayuntamiento de Tudela la colaboración de la Milicia. Dándose la circunstancia de que el 16 de junio, a la altura de Buñuel, 45 voluntarios tudelanos derrotaron completamente a la partida realista [formada por un centenar de hombres], comunicando posteriormente el alcalde de Fitero que Balda, [el día 19], el Pinto y el cascantino Navarro "pasaron azorados por la Venta del Pillo con dirección a pasar el Ebro por Azagra". Noticia que parece ser que fue recogida con particular agrado en las Cortes, según señaló Ramón del Río.
La Venta del Pillo (sus ruinas están en Niencebas, despoblado de Alfaro) se encontraba ubicada  en el centro del coto redondo del antiguo monasterio cisterciense de Fitero, por algo estuvo en sus inmediaciones el primer asentamiento cisterciense de la península Ibérica: Niencebas. De ahí que al haber sido exclaustrado los monjes, señores de la Villa, las autoridades avisaran entonces a su alcalde de que el cabecilla realista, Martín José Balda, y su acompañante cascantino habían salido de la provincia, repostando sus monturas en la fiterana Venta del Pillo, para seguir camino por Aldeanueva de Ebro hacia Calahorra, esto es, por una de las Carreras Generales de Postas, concretamente, la que comunicaba Madrid con Bayona y que permitía también desviarse hacia Calahorra, para, a continuación, cruzar el río Ebro en Calahorra y proseguir así su camino de huida por Azagra.