La villa de Fitero surgió en 1482, al amparo del antiguo monasterio cisterciense que le dio su nombre a su Villa, de ahí que sea normal el que los vecinos adoptaran las celebraciones festivas que conmemoraban los monjes y que tuvieran por Patrona oficial a la Inmaculada de la Concepción que, como publicó Ricardo Fernández Gracia en su libro sobre la Virgen de la Barda, inspirado y fiel en casi todo a lo publicado con anterioridad por Manuel García Sesma, quien ya había publicado varias décadas antes que la primera Patrona que tuvo el pueblo fue la Purísima Concepción, adoptada como tal por los monjes y el ayuntamiento de la Villa, el 19 de agosto de 1643. Se acordó que su fiesta se celebrara el 8 de diciembre, con misa solemne y procesión, como la del Corpus [que era la fiesta mayor del pueblo y que se celebraba con gran pompa litúrgica, y en el terreno profano, con comedias y corridas de toros]. A la sazón, era Presidente del Monasterio, por sede vacante, el distinguido historiador Fr. Jerónimo de Álava, añadiendo que, de ese modo, el municipio y el monasterio llegaron a un acuerdo para la celebración de su día, junto al de San Bernardo, para la reducción de los días feriados. Por eso hay una escultura de la Inmaculada Concepción presidiendo el retablo mayor que en el presbiterio desde entonces.
Manuel García también había publicado que la adopción de la Virgen de la Barda como Patrona -de hecho, aunque no nominalmente- no ocurrió hasta 1785. En efecto, en el folio 50 del Libro de Acuerdos de la Villa de Fitero, desde el año 1782 a 1801, que se conserva en el Archivo Municipal, puede leerse el auto del Ayuntamiento del 15 de mayo de dicho año, en el que se dice textualmente que "a causa de experimentarse de mucho tiempo aquí, en todos los habitadores de este pueblo, una devoción suma a la Madre de Dios de la Barda, venerada en el altar de la parroquia y que así aquéllos particularmente, como la Villa por el común, siempre recurren a rogar su amparo y protección, para el divino auxilio en todas sus necesidades, por cuyo amparo se han reconocido singulares beneficios; deseando hacer demostraciones de gratitud, resuelven se haya de celebrar una festividad en el mismo día domingo del Dulce Nombre de María del mes de septiembre de cada año, a perpetuo, con misa solemne, sermón, vísperas y completas colemnes y procesión general". Añadiendo que se habrá observado que, en el citado acuerdo del Ayuntamiento, se habla de celebrar la festividad de Nuestra Patrona con misa solemne, sermón, vísperas y completas solemnes y procesión general; pero no se hace ninguna referencia a su Novena. Cierto es que la Novena es siempre anterior a la fiesta, y por tanto, no había por qué nombrarla, concluyendo con la noticia de que su texto, y los Gozos de la misma que se cantan desde hace más de un siglo son posteriores a la extinción del convento, es decir, a 1835, y se deben a Fr. Raimundo Carrillo Jiménez, natural de Fitero y datando su primera edición del año 1849, como publicó Ricardo Fernández. Quién, además, completó esta información con los detalles acerca de cómo se produjo la transición de una a otra Patrona de Fitero, a lo largo del siglo XIX, coexistiendo ambas durante un tiempo, la de la Villa, heredada de los monjes, y la Virgen de la Barda, promocionada por el pueblo de Fitero tras la marcha de los monjes hasta que, finalmente fue la que se impuso a principios del siglo XX, tal y como aún se celebra, quedando la Inmaculada Concepción relegada a una festividad más del calendario religioso que, por cierto, se celebra en toda España. Recordemos que fue en 1918 cuando se trasladó la imagen de la Virgen de la Barda al Camarín, construido entonces por suscripción popular a propuesta del obispo fiterano Miguel de los Santos Díaz y Gómara, en la que hasta entonces había sido la capilla del Cristo de la Guía y panteón del último abad perpetuo del monasterio, Fr, Plácido del Corral y Guzmán.
Últimamente hay quienes vuelven a plantear otra vez pues no es la primera que se hace en el último cuarto de siglo, al menos, que las fiestas populares pasen a celebrarse en agosto, mes al que ya se trasladaron también las Fiestas de la Juventud. Quizá sea ahora el momento de mantener la celebración de las fiestas de la Virgen de la Barda, ciñéndolas sólo al fin de semana correspondiente de septiembre, junto con su popular Novena, por supuesto, y replantearse seriamente cómo y cuándo se podrían aprovechar mejor los días de agosto en los que acompaña el buen tiempo, retornan a la Villa buen número de fiteranos y familiares ausentes durante el resto del año, así como se constata uan gran afluencia de turistas que vienen a visitar el antiguo monasterio de Fitero y a disfrutar del paisaje y la gastronomía, además de contar con el atractivo que suponen los Baños de Fitero, aunque éstos ya están disponibles durante casi todo el año.