jueves, 24 de marzo de 2011

Cinco fechas para recordar, en la Historia de la Villa

Lo más conocido de Fitero es su antiguo Monasterio cisterciense y los Baños de Fitero. De ahí que no sea extraño que se suela mezclar y confundir la historia del Monasterio con la de la villa y eso haga que ésta no acabe de encontrar su propia identidad. Quizá sea hora de ir sentando las bases de una Historia de la Villa de Fitero y, para ello, nada mejor que empezar por seleccionar cinco fechas para recordar: 1157, 1168, 1374, 1482 y 1835.
1157 es el año en el que San Raimundo de Fitero fue nombrado señor del castro de Tudején, por el futuro rey de Castilla, Sancho III el Deseado, con permiso de su padre, Alfonso VII el Emperador. En 1140, Raymond, junto con otros doce monjes cistercienses, vino de allende los Pirineos para instalarse provisionalmente en la villa desierta de Niencebas (despoblado ubicado en Alfaro), mientras construían el Monasterio de Castellón. Llamado así por ser el nombre del término de la villa castellana de Tudején, en la que se instalaron en 1152. Muy cerca del lugar donde estaba la frontera o el Fitero de Tudején con el pueblo pamplonés de Cintruénigo y la ciudad aragonesa de Tarazona. De ahí que esta circunstancia acabara dándole el nombre definitivo al Monasterio cisterciense y a su fundador y primer abad: San Raimundo de Fitero, con lo que el nombre de Fitero entró en la Historia.
1168 es el año en el que el rey de Castilla, Alfonso VIII el Bueno, dotó a su Monasterio de Fitero del coto redondo o término que, tras diversas reducciones territoriales acaecidas a lo largo de la Historia, acabó dando lugar al territorio correspondiente al actual término municipal de la villa de Fitero. En una época en la que ésta no existía y era el Monasterio de Fitero el que estaba ubicado dentro del territorio de la villa castellana de Tudején (despoblado ubicado cerca de Baños de Fitero, aunque en la margen derecha del río Alhama, que los cistercienses intentaron repoblar sin éxito desde principios del siglo XIII).
1374 es el año en el que el reino de Navarra, tras una larga disputa de más de dos siglos, se hizo con la posesión del Monasterio castellano de Fitero y su estratégico castillo de Tudején. No así la villa de Fitero pues ésta aún tardaría más de un siglo en surgir.
1482 es el año en el que fray Miguel de Peralta, poco después de ser nombrado abad de Fitero, tuvo éxito al hacer valer el derecho del Monasterio para repoblar su antigua villa de Tudején, haciéndolo en las propias dependencias del cortijo del cenobio. En vez de hacerlo a poco más de media milla al oeste, que es donde están las ruinas del castillo y de la villa de Tudején, así como de la iglesia parroquial de San Valentín. Naciendo así la villa de Fitero, como una villa perteneciente al señorío abacial del que tomó su nombre.
1835 es el año en el que definitivamente fueron exclaustrados los cistercienses que hubo en Fitero, como consecuencia de la famosa Desamortización de Mendizábal. Concretamente, el 21 de Diciembre fue el día en el que los últimos monjes abandonaron las dependencias del Monasterio y éste dejó de existir, pasando sus propiedades a formar parte de la Parroquia, del Ayuntamiento y, sobre todo, de unos pocos y avispados potentados que supieron sacar provecho de la ocasión, adquiriendo a muy buen precio la mayoría de las fincas rústicas y urbanas que había pertenecido al desaparecido Monasterio de Fitero.
A partir de esta fecha, la Historia de la villa de Fitero cambió radicalmente y comenzó a asemejarse a la de otras poblaciones vecinas. De ahí que vaya siendo hora de que los fiteranos empecemos a conocer y a asumir la Historia de la Villa, sabiendo distinguirla de la del Monasterio que la fundó.