Manuel María Alfaro (1829-1900) nació en Fitero y fue hijo de Gervasio Alfaro Ochoa, natural de Olite, que fue regidor de Fitero en 1835 y delegado del Comisionado de Arbitrios de Amortización en el Monasterio de Fitero, del que compró gran número de fincas rústicas y urbanas, y de Mª. Dolores Morales Ayensa, natural de Monteagudo. Fue propietario de varios sotos y dehesas en Fitero, por herencia de su padre, y también se dedicó a actividades bancarias e industriales. De hecho, en 1862 construyó la primera industria que hubo en Fitero, que inicialmente se llamó La Primitiva aunque después pasó a denominarse Hijo de Gervasio Alfaro, con la que produjo y comercializó el famoso Jabón Celia, y en 1874 una fábrica de aceite de coco, producto que aún se usa en la industria de la cosmética para la elaboración de jabones y cremas.
Entre 1865 y 1868 fue alcalde de Fitero y, en marzo de 1875, fue nombrado Diputado Foral, en plena III Guerra Carlista. Destacando en su gestión que, el 14 de enero de 1876, lograra que se suprimieran los arbitrios y portazgos, por los perjuicios que ocasionaban a los propietarios, transportistas y transeúntes, y en marzo de ese mismo año representó a la Diputación Foral en la ceremonia de entrada del rey Alfonso XII de Borbón en Madrid. Posteriormente también formó parte del primer Consejo Administrativo de Navarra, creado en 1898. Por lo que no es extraño que en 1899 figurara como el mayor contribuyente de la villa y el noveno de toda la Merindad de Tudela.
El 12 de julio de 1885, el recién nombrado alcalde de Fitero, Mariano Val, leyó una comunicación del marqués de San Adrián, en la que proponía al Ayuntamiento la apertura de dos nuevas calles en el Olivar Grande, cuyos terrenos cedía gratuitamente su hermana Mª. Pilar Magallón Campuzano, ya viuda de Rafael Jabat Hernández de Alba. Una de ellas tendría 5 m. de anchura y 137 de largura y empezaría en el solar número 5, acera derecha de la Calle de la Patrona [Virgen de la Barda], abierta en 1884, y terminaría en la otra calle nueva, que sería de 7 m. de anchura y 238 de larga e iría desde la Plaza Magallón (actual Paseo de San Raimundo), a la Carrera del Olivar (hoy Calle Federico Mayo). Propuesta que aceptó el Ayuntamiento, denominando a la primera Alfaro y a la segunda Calatrava, teniendo presente que deste pueblo salió Fray Raymundo, hoy santo, a la defensa de Calatrava, siendo el fundador de la esclarecida Orden, como publicó Ricardo Fernández Gracia, y el de la primera a que la responsabilidad social del espíritu emprendedor de Manuel María Alfaro le llevó a costear de su bolsillo la construcción de las casas de los números pares de esta calle, para dar vivienda a los obreros empleados en sus fábricas, así como también algunas casas de la fila de los nones de la adyacente calle Calatrava. Calles que fueron edificadas a destajo, en 1886, por cinco hermanos albañiles: Cipriano, Andrés, Zoilo, Juan y Anastasio Fernández, por 500 ptas. cada una de las dos calles nuevas de Fitero.
Manuel María Alfaro se casó con su prima cascantina Manuela Morales Gómez de Segura (1832-1867) y, tras enviudar, volvió a casarse con la fiterana Inés Octavio de Toledo Sagasti. En la segunda mitad del siglo XIX, también construyó la magnífica mansión que aún se conserva a las afueras de Fitero, en la margen izquierda de la carretera NA-160, que conduce a Baños de Fitero. Casa que fue comprada y remodelada para ser adaptada como convento de clausura por las congregación de monjas Clarisas descalzas o hermanas pobres de Santa Clara, que en enero de 1940 llegaron a Fitero, procedentes de Calatayud (Zaragoza), donde habían fundado su primer convento en 1235, y que se fueron de Fitero en enero de 2009, dejando en venta esta magnífica casa señorial.
Entre 1865 y 1868 fue alcalde de Fitero y, en marzo de 1875, fue nombrado Diputado Foral, en plena III Guerra Carlista. Destacando en su gestión que, el 14 de enero de 1876, lograra que se suprimieran los arbitrios y portazgos, por los perjuicios que ocasionaban a los propietarios, transportistas y transeúntes, y en marzo de ese mismo año representó a la Diputación Foral en la ceremonia de entrada del rey Alfonso XII de Borbón en Madrid. Posteriormente también formó parte del primer Consejo Administrativo de Navarra, creado en 1898. Por lo que no es extraño que en 1899 figurara como el mayor contribuyente de la villa y el noveno de toda la Merindad de Tudela.
El 12 de julio de 1885, el recién nombrado alcalde de Fitero, Mariano Val, leyó una comunicación del marqués de San Adrián, en la que proponía al Ayuntamiento la apertura de dos nuevas calles en el Olivar Grande, cuyos terrenos cedía gratuitamente su hermana Mª. Pilar Magallón Campuzano, ya viuda de Rafael Jabat Hernández de Alba. Una de ellas tendría 5 m. de anchura y 137 de largura y empezaría en el solar número 5, acera derecha de la Calle de la Patrona [Virgen de la Barda], abierta en 1884, y terminaría en la otra calle nueva, que sería de 7 m. de anchura y 238 de larga e iría desde la Plaza Magallón (actual Paseo de San Raimundo), a la Carrera del Olivar (hoy Calle Federico Mayo). Propuesta que aceptó el Ayuntamiento, denominando a la primera Alfaro y a la segunda Calatrava, teniendo presente que deste pueblo salió Fray Raymundo, hoy santo, a la defensa de Calatrava, siendo el fundador de la esclarecida Orden, como publicó Ricardo Fernández Gracia, y el de la primera a que la responsabilidad social del espíritu emprendedor de Manuel María Alfaro le llevó a costear de su bolsillo la construcción de las casas de los números pares de esta calle, para dar vivienda a los obreros empleados en sus fábricas, así como también algunas casas de la fila de los nones de la adyacente calle Calatrava. Calles que fueron edificadas a destajo, en 1886, por cinco hermanos albañiles: Cipriano, Andrés, Zoilo, Juan y Anastasio Fernández, por 500 ptas. cada una de las dos calles nuevas de Fitero.
Manuel María Alfaro se casó con su prima cascantina Manuela Morales Gómez de Segura (1832-1867) y, tras enviudar, volvió a casarse con la fiterana Inés Octavio de Toledo Sagasti. En la segunda mitad del siglo XIX, también construyó la magnífica mansión que aún se conserva a las afueras de Fitero, en la margen izquierda de la carretera NA-160, que conduce a Baños de Fitero. Casa que fue comprada y remodelada para ser adaptada como convento de clausura por las congregación de monjas Clarisas descalzas o hermanas pobres de Santa Clara, que en enero de 1940 llegaron a Fitero, procedentes de Calatayud (Zaragoza), donde habían fundado su primer convento en 1235, y que se fueron de Fitero en enero de 2009, dejando en venta esta magnífica casa señorial.
Quizá convenga renombrar esta calle con el nombre completo de Manuel María Alfaro pues no son pocos los vecinos que ahora creen que esta calle hace referencia a la limítrofe ciudad riojana de Alfaro. También sería conveniente revisar la necesidad del número de señales de tráfico ubicadas en la esquina de las calles Calatrava y Alfaro, así como soterrar el cableado en cuanto sea posible.