Tras la muerte sin descendencia del último rey de Pamplona y Aragón, Alfonso Sánchez I el Batallador, en Septiembre de 1134, sus dominios se dividieron entre los dos antiguos reinos que lo formaban, ampliándose los territorios de ambos al sur del Ebro con los territorios que éste había reconquistado a los musulmanes, desde Diciembre de 1118 y entre los que se encontraba el valle del Alhama. La restauración de los reinos de Pamplona y Aragón tuvo lugar bajo el vasallaje que sus nuevos gobernantes rindieron al que se convirtió en el emperador de España, Alfonso Raimúndez VII el Emperador, desde Mayo de 1135, y su frontera común se estableció en el valle del Alhama, estableciéndose el hito o mojón de los tres reinos en lo que hoy es Fitero y que entonces era un término de la villa castellana de Tudején (despoblado de Fitero) colindante con los de Cintruénigo, por parte pamplonesa, y con los de la ciudad aragonesa de Tarazona.
En 1140, Alfonso VII hizo venir a Raymond de Saint Gaudens desde el otro lado de los Pirineos para que fundara en dicho valle, en la ya entonces villa desierta de Niencebas (Bienzobas, despoblado que hubo entre los actuales términos corellanos de Morterete y los alfareños de la Fuente de los Cantares), el que acabaría siendo el primer monasterio cisterciense que se fundó en la península Ibérica.
En 1152, el primer abad de este monasterio trasladó su cenobio a su definitiva ubicación fiterana, en la castellana villa de Tudején, lo que le procuró el sobrenombre de San Raimundo de Fitero, por encontrarse el monasterio en la mismísima frontera o hito entre los tres reinos. Cinco años después, Alfonso VII le donó a San Raimundo el señorío de la villa de Tudején, aunque ésta acabó despoblándose a principios del siglo XIII y el monasterio de Fitero quedó sólo, vigilando esta frontera castellana desde su estratégico y famoso castillo de Tudején. Por lo que, desde principios del siglo XIV, el reino de Navarra intentó apropiarse del extenso territorio del monasterio castellano de Fitero, dando lugar a diversos conflictos, como el de la famosa batalla de Tudela, de 1335, que desembocaron en un largo pleito.
En 1152, el primer abad de este monasterio trasladó su cenobio a su definitiva ubicación fiterana, en la castellana villa de Tudején, lo que le procuró el sobrenombre de San Raimundo de Fitero, por encontrarse el monasterio en la mismísima frontera o hito entre los tres reinos. Cinco años después, Alfonso VII le donó a San Raimundo el señorío de la villa de Tudején, aunque ésta acabó despoblándose a principios del siglo XIII y el monasterio de Fitero quedó sólo, vigilando esta frontera castellana desde su estratégico y famoso castillo de Tudején. Por lo que, desde principios del siglo XIV, el reino de Navarra intentó apropiarse del extenso territorio del monasterio castellano de Fitero, dando lugar a diversos conflictos, como el de la famosa batalla de Tudela, de 1335, que desembocaron en un largo pleito.
El 3 de Octubre de 1373, el cardenal y legado papal Guy de Boulogne, que en marzo había sido designado como árbitro para dirimir éste y otros conflictos entre los reinos de Castilla y Navarra, sentenció torticeramente que Fitero (cuya villa no vería la luz hasta 1482) pertenecía a este último. Los castellanos recurrieron la injusta sentencia hasta que, cinco meses después de la muerte de Guy de Boulogne y una vez admitida la Sentencia por ambos Reyes quiso D. Carlos [II el Malo] de Navarra tomar posesión de lo que era suyo y para ello otorgó un despacho o Cédula Real (su fecha: Olite a 28 de Abril de 1374) por la cual mandaba a Mosén Rodrigo [de Uriz], duque y señor de Luesia, D. Pedro Álvarez de Rada, alcalde de Tudela, que en su nombre tomasen posesión del Monasterio de Fitero y su Castillo de Tudején, y recibiesen juramento de vasallaje y homenaje del Abad y convento, de los moradores y habitantes en el monasterio, y si fuese necesario, del alcaide que era o sería del Castillo de Tudején.