Los cistercienses salieron del antiguo Monasterio de Fitero el 21 de Diciembre de 1835 y, poco después, los representantes de la Villa se dispusieron a entrar en sus dependencias y tomar posesión de uno de sus inmuebles. José María Mutiloa publicó que entre las actas de la Diputación de Navarra aparecía una instancia fechada el 12 de Febrero de 1836 en la que la villa de Fitero pide autorización para derribar la Portería y la tapia que corta el frontis principal del suprimido monasterio; y que se le conceda también para Casa del Ayuntamiento otro edificio accesorio que llaman Hospedería. Anticipándose así al Real Decreto del 8 de Marzo de 1836 por el que los ayuntamientos podían reclamar edificios de los conventos clausurados para utilidad pública.
La tapia a la que se hace referencia atravesaba de lado a lado la actual Plaza de San Raimundo, a la altura del lugar en el que desde 1946 está el monumento dedicado al Patrón de la Villa. De la Portería y de la tapia ya no queda ningún resto, son los efectos del ensanche urbanístico que tuvo lugar en Fitero a finales del siglo XIX, y, efectivamente, el actual domicilio del Ayuntamiento ocupa la antigua Hospedería pero sólo desde el 15 de Marzo de 1985. Esto es, casi 150 años después de que quienes regían el consistorio municipal lo hubieran intentado por primera vez.
El proceso por el que se llevó a cabo la definitiva Desamortización del Monasterio de Fitero está por estudiar pero se sabe que aunque se completó el inventario el día anterior al de la salida de los últimos cistercienses que hubo en Fitero, su ejecución sufrió grandes retrasos. De hecho, los efectos de la primera Guerra Carlista en Navarra retrasaron todos los procesos desamortizadores puestos en marcha en 1835. La subasta de los bienes inventariados del Monasterio de Fitero no comenzó hasta mediados de 1838. Aunque los propios inmuebles del extinto convento, a excepción de la iglesia abacial que se había transformado en la iglesia parroquial, siguieron estando clausurados y sin que se les diera ningún uso.
Parece que, en el caso de Fitero, tampoco sirvió de nada el Decreto del 9 de Diciembre de 1840 por el que se promovían las solicitudes de cesiones de edificios de conventos suprimidos para destinarlos a utilidad pública, dando un plazo de 60 para que los que se pusieran a la venta los que no hubieran sido reclamados para tal fin. Pues aunque, como publicó José María Mutiloa, el Ayuntamiento de Fitero solicitó el monasterio de bernardos (27 de Septiembre de 1841) para hospital y escuelas, y, como publicó Manuel García Sesma, el Gobierno de la Regencia del General Espartero se lo concedió con todas sus dependencias y sin otra excepción que la de los graneros nuevos. Pero esta R. O. no se cumplió debido a las vicisitudes políticas de entonces y a las intrigas de los que pretendían que la pingüe herencia del Convento beneficiase a unos pocos y no al vecindario en general.
El proceso por el que se llevó a cabo la definitiva Desamortización del Monasterio de Fitero está por estudiar pero se sabe que aunque se completó el inventario el día anterior al de la salida de los últimos cistercienses que hubo en Fitero, su ejecución sufrió grandes retrasos. De hecho, los efectos de la primera Guerra Carlista en Navarra retrasaron todos los procesos desamortizadores puestos en marcha en 1835. La subasta de los bienes inventariados del Monasterio de Fitero no comenzó hasta mediados de 1838. Aunque los propios inmuebles del extinto convento, a excepción de la iglesia abacial que se había transformado en la iglesia parroquial, siguieron estando clausurados y sin que se les diera ningún uso.
Parece que, en el caso de Fitero, tampoco sirvió de nada el Decreto del 9 de Diciembre de 1840 por el que se promovían las solicitudes de cesiones de edificios de conventos suprimidos para destinarlos a utilidad pública, dando un plazo de 60 para que los que se pusieran a la venta los que no hubieran sido reclamados para tal fin. Pues aunque, como publicó José María Mutiloa, el Ayuntamiento de Fitero solicitó el monasterio de bernardos (27 de Septiembre de 1841) para hospital y escuelas, y, como publicó Manuel García Sesma, el Gobierno de la Regencia del General Espartero se lo concedió con todas sus dependencias y sin otra excepción que la de los graneros nuevos. Pero esta R. O. no se cumplió debido a las vicisitudes políticas de entonces y a las intrigas de los que pretendían que la pingüe herencia del Convento beneficiase a unos pocos y no al vecindario en general.