En 1992, los vecinos de Autol decidieron relacionar la leyenda fiterna de Gustavo Adolfo Bécquer, El Miserere, con la falsa leyenda de que el monasterio de Fitero tuvo su primer asentamiento cerca de la cima del monte Yerga y, a partir de esta carambola sin base histórica alguna, desarrollaron la puesta en marcha anual de una representación teatral de esta leyenda en las ruinas de la ermita de Yerga. Bien es verdad que esta representación está muy bien realizada y que es de gran interés turístico.
Lo malo es que estos vecinos de Autol, para justificar lo injustificable, le han añadido a la leyenda de Bécquer un preámbulo que ayuda a justificar con retorcidos hechos históricos la localización del monasterio que dio lugar al Miserere de la Montaña con la ermita/granja de Yerga. Hasta aquí, para los fiteranos poco tendría que afectarnos a excepción de que esta tergiversación de la Historia contribuye a enturbiar la de los orígenes del monasterio de Fitero, perjudicando a los alfareños ya que el primer asentamiento cisterciense en el que, temporalmente, se instaló San Raimundo de Fitero, tras cruzar los Pirineos procedente del monasterio de l'Escaladieu, fue el de Niencebas (despoblado de Alfaro), en la falda meridional de Yerga.
Además, los vecinos de Autol han decidio apropiarse de una de las principales señas de identidad de la villa de Fitero, como es la de su Patrón: San Raimundo. En su tergiversación histórica se inventaron que el fundador de la Órden Militar de Calatrava fue abad de Yerga antes de trasladar su comunidad desde la cima de este monte a su falda, esto es, a Niencebas. No hay ningún documento que diga que, como pretenden estos falsarios de la Historia, acredite que San Raimundo fuese abad de Yerga, entre otras cosas porque en Yerga jamás hubo un monasterio y menos aún un abad.
Lo peor no es esto sino que con ello Fitero pierde sus señas de identidad pues, poco a poco, se diluye su Historia y se pierde la relación entre el primer abad y fundador del monasterio de Fitero, San Raimundo, y la villa que lo honra como su Patrón. Al que, por cierto, los autoleños no lo citan como San Raimundo de Fitero sino como San Raimundo, abad de Yerga, donde éste nunca llegó a estar en toda su vida.
Lo peor no es esto sino que con ello Fitero pierde sus señas de identidad pues, poco a poco, se diluye su Historia y se pierde la relación entre el primer abad y fundador del monasterio de Fitero, San Raimundo, y la villa que lo honra como su Patrón. Al que, por cierto, los autoleños no lo citan como San Raimundo de Fitero sino como San Raimundo, abad de Yerga, donde éste nunca llegó a estar en toda su vida.
Ahora bien, dado que al Ayuntamiento y a la Parroquia de Fitero no les preocupa deshacer este entuerto y reivindicar su gloriosa Historia sin que otros se la usurpen, ¿por qué debería importarle a los fiteranos que los de Autol hayan dicho y hecho lo que han hecho con El Miserere y con San Raimundo?