martes, 29 de marzo de 2011

La villa, el monasterio de Fitero y su santuario de Yerga, damnificados por las tropas de Napoleón

La pretensión del emperador francés Napoleón I Bonaparte de instaurar y consolidar en el trono de la España ocupada por sus tropas, a su hermano mayor, José I Bonaparte, condujo a los españoles a la Guerra de la Independencia. La villa y el Monasterio de Fitero no fueron ajenos a este conflicto bélico y, como tantos otros monasterios e instituciones, tuvieron que contribuir al sostenimiento de los ejércitos de ambos contendientes, realizando diversos e importantes pagos tanto en dinero en efectivo como en especie, entre el 25 de Junio de 1808, cinco días después de que los franceses llegaran a Fitero y se llevaran presos a Tudela a los primeros nueve vecinos con los que se encontraron y a los que liberaron 8 días después, y el 18 de Octubre de 1809, fecha en la que los 33 monjes cistercienses de Fitero fueron exclaustrados como consecuencia de la desamortización, decretada el 18 de Agosto por José I, según la cual se suprimieron las órdenes monacales, mendicantes y de clérigos regulares, adjudicando sus bienes a la Real Hacienda y forzando a los monjes a abandonar sus conventos y a vestir los hábitos de los sacerdotes seculares, a partir de los quince días posteriores a dicha fecha.
Los días previos al de la famosa batalla de Tudela, de la que salieron victoriosas las tropas francesas, entre el 3 y el 22 de Noviembre de 1808, el Monasterio de Fitero mantuvo en sus dependencias y a sus expensas un hospital militar para el Ejército del Centro, que estaba bajo el mando del general Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, por encargo de la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino de España. Función de hospital castrense que las dependencias del desamortizado monasterio volvieron a desempeñar para los soldados que acudían a Baños de Fitero durante los casi cuatro años que estuvo bajo la ocupación francesa, entre el 25 de Agosto de 1809 y el 2 de Junio de 1814, pues los cistercienses no regresaron a su Monasterio de Fitero hasta el 22 de Julio.
A principios de Octubre de 1813 los franceses cruzaran los Pirineos definitivamente, continuando la guerra en Francia hasta que Napoleón se rindió a los aliados. Sin embargo, el final de la invasión francesa no acabó con las penurias por las que aún tuvo que pasar la villa, como consecuencia de esta guerra. Así, el 18 de Noviembre de 1813, el alcalde de Fitero, licenciado Tiburcio Asiain (abogado de los Tribunales Nacionales), hizo constar en el acta de la sesión del Ayuntamiento que con motivo del establecimiento en esta villa de un Hospital Militar para el Tercer Ejército [español, acantonado en la región de Pamplona pero trasladado entonces a la comarca de Tudela, estando ubicado el hospital destinado a su 2ª División en los Baños de Fitero], que debe sostenerse a expensas de la misma, son tan considerables los gastos que se han originado y que indispensablemente se originarán en adelante que iba a ser necesario proceder a la venta de algunas propiedades para poder afrontarlos. Además de los gastos ya asumidos durante la ocupación francesa por medio de las dos operaciones de venta de parte de las piezas de plata de la Iglesia, realizadas por la villa en Junio de 1810 y en Septiembre de 1811.
Por su parte, el 24 de Diciembre de 1814, el prior y presidente mayor, fray Bartolomé Oteiza, natural de Fustiñana, presentó un informe ante la Diputación Provincial de Navarra, conteniendo una relación pormenorizada de los perjuicios que este conflicto le había ocasionado a su Monasterio de Fitero. Destacando los citados pagos a ambos ejércitos y la venta de objetos de plata que había realizado el Ayuntamiento de Fitero, así como los daños causados por las tropas francesas de ocupación en el propio edificio del monasterio y en diversas propiedades, entre las que también se encontraba el damnificado santuario de Yerga.
Cabe señalar que, durante los años de la ocupación francesa del Monasterio de Fitero, en la villa hubo un alcalde ordinario diferente cada año, siendo José Atienza en 1808, Tiburcio Asiain Magaña en 1809, Juan Antonio Medrano en 1810, Félix Latorre en 1811, de nuevo Tiburcio Asiain en 1812, Joaquín Val en 1813 pero sólo hasta la proclamación de la Constitución de Cádiz, que en Fitero tuvo lugar en septiembre de 1813, como publicó Jesús Soria, y que condujo a la reelección de Tiburcio Asiain como alcalde de la Villa. Elección que sólo duró unos meses pues, en diciembre, se produjeron nuevas elecciones municipales anuales que hicieron que, en 1814, lo fuera de nuevo José Atienza, como anticipo del regreso al Antiguo Régimen, al que Navarra regresó en mayo de este año.

lunes, 28 de marzo de 2011

EDER desestima su ayuda para que Salvemos el Humilladero

Hoy me han comunicado del Consorcio EDER que, tras contactar con el Ayuntamiento de Fitero para informarles acerca de las cuatro propuestas de espacios o rincones que han recibido, para que uno de ellos sea considerado como candidato a ser recuperado en Fitero, en el marco de la iniciativa http://www.recuperatuespacio.com/, las han valorado y han considerado desestimar, precisamente, la correspondiente al salvamento del Cristo del Humilladero.
La triste decisión que han tomado se debe a que han concluido que evitar que se agranden sus grietas, así como el agujero que se abrió en su falso techo a principios de este año, y que acabe hundiéndose el templete, como parece que va a ocurrir de forma inminente, así como embellecer su contorno, ajardinándolo, sería un proyecto que superaría el presupuesto de los 10.000 € destinados a cada municipio de la Ribera en esta iniciativa del Consorcio EDER.
Pero, seamos positivos, votemos para recuperar otro espacio de Fitero que también vale la pena aunque no esté en peligro de desaparición, votemos por la Fuente del Obispo.
Este depauperado monumento popular, que data de mediados del siglo XIX, espera ahora nuestro apoyo para poder convertirse en uno de los rincones más encantadores de la villa. Así que, no lo dudes, vota por la fuente y pídele a tus familiares y amigos que también contribuyan con su voto a sacar provecho de esta encomiable iniciativa, a la que sólo se puede acceder por internet.
Por otra parte, no nos desanimemos y reaccionemos ante la pasividad de quienes tenían que haberse preocupado ya por nuestro Patrimonio Histórico. Pidámosle al Ayuntamiento de Fitero y al Gobierno de Navarra que actúen por vía de urgencia o como crean menester para evitar que se acabe hundiendo este entrañable monumento de mediados del siglo XVI. ¡Movilízate: Salvemos el Humilladero, ya! Mejor ahora que después de que se haya hundido y ya no tenga remedio. ¡Pásalo!

viernes, 25 de marzo de 2011

Calles Alfaro, Calatrava y Patrona

Manuel María Alfaro (1829-1900) nació en Fitero y fue hijo de Gervasio Alfaro Ochoa, natural de Olite, que fue regidor de Fitero en 1835 y delegado del Comisionado de Arbitrios de Amortización en el Monasterio de Fitero, del que compró gran número de fincas rústicas y urbanas, y de Mª. Dolores Morales Ayensa, natural de Monteagudo. Fue propietario de varios sotos y dehesas en Fitero, por herencia de su padre, y también se dedicó a actividades bancarias e industriales. De hecho, en 1862 construyó la primera industria que hubo en Fitero, que inicialmente se llamó La Primitiva aunque después pasó a denominarse Hijo de Gervasio Alfaro, con la que produjo y comercializó el famoso Jabón Celia, y en 1874 una fábrica de aceite de coco, producto que aún se usa en la industria de la cosmética para la elaboración de jabones y cremas.
Entre 1865 y 1868 fue alcalde de Fitero y, en marzo de 1875, fue nombrado Diputado Foral, en plena III Guerra Carlista. Destacando en su gestión que, el 14 de enero de 1876, lograra que se suprimieran los arbitrios y portazgos, por los perjuicios que ocasionaban a los propietarios, transportistas y transeúntes, y en marzo de ese mismo año representó a la Diputación Foral en la ceremonia de entrada del rey Alfonso XII de Borbón en Madrid. Posteriormente también formó parte del primer Consejo Administrativo de Navarra, creado en 1898. Por lo que no es extraño que en 1899 figurara como el mayor contribuyente de la villa y el noveno de toda la Merindad de Tudela.
El 12 de julio de 1885, el recién nombrado alcalde de Fitero, Mariano Val, leyó una comunicación del marqués de San Adrián, en la que proponía al Ayuntamiento la apertura de dos nuevas calles en el Olivar Grande, cuyos terrenos cedía gratuitamente su hermana Mª. Pilar Magallón Campuzano, ya viuda de Rafael Jabat Hernández de Alba. Una de ellas tendría 5 m. de anchura y 137 de largura y empezaría en el solar número 5, acera derecha de la Calle de la Patrona [Virgen de la Barda], abierta en 1884, y terminaría en la otra calle nueva, que sería de 7 m. de anchura y 238 de larga e iría desde la Plaza Magallón (actual Paseo de San Raimundo), a la Carrera del Olivar (hoy Calle Federico Mayo). Propuesta que aceptó el Ayuntamiento, denominando a la primera Alfaro y a la segunda Calatrava, teniendo presente que deste pueblo salió Fray Raymundo, hoy santo, a la defensa de Calatrava, siendo el fundador de la esclarecida Orden, como publicó Ricardo Fernández Gracia, y el de la primera a que la responsabilidad social del espíritu emprendedor de Manuel María Alfaro le llevó a costear de su bolsillo la construcción de las casas de los números pares de esta calle, para dar vivienda a los obreros empleados en sus fábricas, así como también algunas casas de la fila de los nones de la adyacente calle Calatrava. Calles que fueron edificadas a destajo, en 1886, por cinco hermanos albañiles: Cipriano, Andrés, Zoilo, Juan y Anastasio Fernández, por 500 ptas. cada una de las dos calles nuevas de Fitero.
Manuel María Alfaro se casó con su prima cascantina Manuela Morales Gómez de Segura (1832-1867) y, tras enviudar, volvió a casarse con la fiterana Inés Octavio de Toledo Sagasti. En la segunda mitad del siglo XIX, también construyó la magnífica mansión que aún se conserva a las afueras de Fitero, en la margen izquierda de la carretera NA-160, que conduce a Baños de Fitero. Casa que fue comprada y remodelada para ser adaptada como convento de clausura por las congregación de monjas Clarisas descalzas o hermanas pobres de Santa Clara, que en enero de 1940 llegaron a Fitero, procedentes de Calatayud (Zaragoza), donde habían fundado su primer convento en 1235, y que se fueron de Fitero en enero de 2009, dejando en venta esta magnífica casa señorial.
Quizá convenga renombrar esta calle con el nombre completo de Manuel María Alfaro pues no son pocos los vecinos que ahora creen que esta calle hace referencia a la limítrofe ciudad riojana de Alfaro. También sería conveniente revisar la necesidad del número de señales de tráfico ubicadas en la esquina de las calles Calatrava y Alfaro, así como soterrar el cableado en cuanto sea posible.

jueves, 24 de marzo de 2011

Cinco fechas para recordar, en la Historia de la Villa

Lo más conocido de Fitero es su antiguo Monasterio cisterciense y los Baños de Fitero. De ahí que no sea extraño que se suela mezclar y confundir la historia del Monasterio con la de la villa y eso haga que ésta no acabe de encontrar su propia identidad. Quizá sea hora de ir sentando las bases de una Historia de la Villa de Fitero y, para ello, nada mejor que empezar por seleccionar cinco fechas para recordar: 1157, 1168, 1374, 1482 y 1835.
1157 es el año en el que San Raimundo de Fitero fue nombrado señor del castro de Tudején, por el futuro rey de Castilla, Sancho III el Deseado, con permiso de su padre, Alfonso VII el Emperador. En 1140, Raymond, junto con otros doce monjes cistercienses, vino de allende los Pirineos para instalarse provisionalmente en la villa desierta de Niencebas (despoblado ubicado en Alfaro), mientras construían el Monasterio de Castellón. Llamado así por ser el nombre del término de la villa castellana de Tudején, en la que se instalaron en 1152. Muy cerca del lugar donde estaba la frontera o el Fitero de Tudején con el pueblo pamplonés de Cintruénigo y la ciudad aragonesa de Tarazona. De ahí que esta circunstancia acabara dándole el nombre definitivo al Monasterio cisterciense y a su fundador y primer abad: San Raimundo de Fitero, con lo que el nombre de Fitero entró en la Historia.
1168 es el año en el que el rey de Castilla, Alfonso VIII el Bueno, dotó a su Monasterio de Fitero del coto redondo o término que, tras diversas reducciones territoriales acaecidas a lo largo de la Historia, acabó dando lugar al territorio correspondiente al actual término municipal de la villa de Fitero. En una época en la que ésta no existía y era el Monasterio de Fitero el que estaba ubicado dentro del territorio de la villa castellana de Tudején (despoblado ubicado cerca de Baños de Fitero, aunque en la margen derecha del río Alhama, que los cistercienses intentaron repoblar sin éxito desde principios del siglo XIII).
1374 es el año en el que el reino de Navarra, tras una larga disputa de más de dos siglos, se hizo con la posesión del Monasterio castellano de Fitero y su estratégico castillo de Tudején. No así la villa de Fitero pues ésta aún tardaría más de un siglo en surgir.
1482 es el año en el que fray Miguel de Peralta, poco después de ser nombrado abad de Fitero, tuvo éxito al hacer valer el derecho del Monasterio para repoblar su antigua villa de Tudején, haciéndolo en las propias dependencias del cortijo del cenobio. En vez de hacerlo a poco más de media milla al oeste, que es donde están las ruinas del castillo y de la villa de Tudején, así como de la iglesia parroquial de San Valentín. Naciendo así la villa de Fitero, como una villa perteneciente al señorío abacial del que tomó su nombre.
1835 es el año en el que definitivamente fueron exclaustrados los cistercienses que hubo en Fitero, como consecuencia de la famosa Desamortización de Mendizábal. Concretamente, el 21 de Diciembre fue el día en el que los últimos monjes abandonaron las dependencias del Monasterio y éste dejó de existir, pasando sus propiedades a formar parte de la Parroquia, del Ayuntamiento y, sobre todo, de unos pocos y avispados potentados que supieron sacar provecho de la ocasión, adquiriendo a muy buen precio la mayoría de las fincas rústicas y urbanas que había pertenecido al desaparecido Monasterio de Fitero.
A partir de esta fecha, la Historia de la villa de Fitero cambió radicalmente y comenzó a asemejarse a la de otras poblaciones vecinas. De ahí que vaya siendo hora de que los fiteranos empecemos a conocer y a asumir la Historia de la Villa, sabiendo distinguirla de la del Monasterio que la fundó.

lunes, 21 de marzo de 2011

El voto de los fiteranos: Salvemos el Humilladero

Es la oportunidad de evitar que se acabe hundiendo el Cristo del Humilladero y desparezca el que debería ser uno de los rincones más atractivos de Fitero. Ya sabemos que ahora no lo es y que incluso corre peligro de desaparecer pero podría serlo y conservarse si aprovechamos la iniciativa que ha puesto en marcha el Consorcio EDER, en el que participan 35 municipios de la Ribera de Navarra, y cuyo nombre lo dice todo: http://www.recuperatuespacio.com/
Seguramente no debería hacer falta la participación ciudadana para salvar un monumento como el del (1) Humilladero, cuyo ruinoso estado debería haberse evitado con anterioridad, o para que se le restaure la cara a (2) la estatua del Patrón de Fitero, de paso que se cambian los escudos de Navarra y de Fitero para acabar de cumplir la Ley de Símbolos de 2003, o para que tanto estos dos enclaves como el de (3) la Fuente del Obispo sean lugares más atractivos, bellos y con encanto que lo que hoy en día son, eliminando de ellos objetos fuera de lugar y ajardinando sus contornos para que los coches no invadan su espacio, o para que (4) el solar donde estuvo el edificio del primitivo Ayuntamiento de Fitero, del que sólo quedan algunos restos de los casi olvidados y poco respetados muros de la cárcel municipal, que datan del siglo XVI o XVII, ofrezca su actual función de improvisado aparcamiento de una forma menos agresiva y más acorde con el entorno del antiguo Monasterio de Fitero. No obstante, podemos aprovechar la oportunidad que ofrece este concurso organizado por EDER y conseguir que, en poco tiempo, mejore el estado de uno de estos cuatro rincones tan necesitados de una restauración.
Movilízate: busca amigos empadronados en Fitero que estén dispuestos a dar su voto (un fiterano - un voto) a través de la página web de esta iniciativa -sólo se puede participar vía internet- y aporta tu ayuda para que, entre todos, salvemos el Humilladero.
Entre hoy y el 21 de abril, los votos de los fiteranos decidirán qué tres de estos cuatro candidatos siguen en la competición por los 10.000 € destinados a Fitero. Mientras que uno de ellos será descartado y su futuro dependerá de otras iniciativas que puedan tenerlo en cuenta.
La segunda y definitiva ronda de este concurso tendrá lugar entre el 26 de abril y el 26 de mayo, publicándose a continuación el único ganador y destinatario de la ayuda que EDER dedicará a Fitero y que esperemos que, con la ayuda de todos, vaya destinada a salvar el Humilladero.
Por cierto, hablando de votos, de los otros, los que tienen que ver con las cercanas elecciones municipales y forales, no estaría mal que todos los partidos políticos que concurren a ellas se tomaran Fitero en serio e incluyeran en sus programas un Plan Director para revalorizar y explotar la riqueza del Patrimonio Histórico de la Villa, en el que destacan todas las dependencias del antiguo monasterio cisterciense y no sólo su iglesia, de modo que se hagan las inversiones necesarias y se realicen los proyectos que posibiliten que, de verdad y de una vez por todas, este patrimonio se convierta en el motor del tan deseado y necesitado desarrollo socioeconómico de Fitero.

sábado, 19 de marzo de 2011

Calle Alberto Pelairea


Alberto Pelairea Garbayo (1878-1939) nació en Bilbao, donde su padre, el roncalés Calixto Pelairea, trabajaba como profesor de dibujo en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza, aunque cuando cumplió los dos años de edad ya vivía en Tudela, de donde era natural su madre, Rita Garbayo. Tras cursar diversos estudios, sin llegar a finalizar ninguna carrera universitaria, y después de probar varios trabajos, por fin, en 1908, obtuvo la administración o dirección del Balneario Nuevo de Baños de Fitero, conocido desde 1973 como Gustavo Adolfo Bécquer, y, a partir de entonces, vivió en la villa de Fitero el resto de su vida.
Su pasión era la poesía y, en los Juegos Florales de Pamplona de 1918, celebrados en conmemoración del centenario del escritor navarro Francisco Navarro Villoslada (1818-1895), obtuvo el galardón de la Flor Natural por su poema Navarra. Premio al que siguió el que le otorgó de la Diputación Foral, con ocasión de la celebración del tercer centenario de la canonización del copatrón de Navarra, por su Himno a San Francisco Javier, en 1922. El mismo año en el que también Fitero lo nombró hijo Adoptivo de la Villa, el 14 de Septiembre. Reconocimiento al que se sumó el gran homenaje oficial que le hizo la ciudad de Tudela, en 1924, reconociéndole así su prestigio como poeta, en un acto en el que Alberto Pelairea recordó su infancia y juventud tudelana, y leyó su poema Mi gratitud. Completándose la terna de grandes galardones con el recibido el año siguiente, en Zaragoza y en presencia del rey Alfonso XIII de Borbón, por su poema El Pilar.
En 1931 falleció su esposa, la tudelana Cecilia Alba, pérdida que le abatió mucho pero que no le impidió seguir trabajando en su obra literaria hasta casi la fecha de su muerte. Nefasto acontecimiento que acaeció en Tudela, el 17 de Abril de 1939, como consecuencia del cáncer de garganta que deterioró su salud los dos últimos años de su vida. Aunque siguiendo sus deseos, fue enterrado en el cementerio de su querido Fitero, en la misma tumba en la que descansan los restos de su madre y de su esposa.
A excepción de la Antología Poética de Alberto Pelairea, que recogió y publicó el escritor tudelano Luis Gil Gómez (1915-1983), en 1973, la mayoría de sus trabajos literarios fueron publicados en la prensa regional de Navarra e incluso de Aragón. Por lo que, lamentablemente, no existe un compendio de todas sus obras, ni siquiera de toda su poesía y, menos aún, de las obras de teatro, escritas tanto en prosa como en verso, y que tanto éxito popular obtuvieron las representaciones de su época. Obras que, en buena medida, estaban dedicados a temas o asuntos relacionados con Fitero, sus costumbres y sus gentes.
En Octubre de 1965, el Ayuntamiento de Tudela honró su memoria dedicándole una calle y, en 1971, el de Fitero también hizo lo propio. Por lo que ahora sería loable que, en esta última, se despejara el lugar que ocupa la placa dedicada a este prolífico escritor ya que las dos señales de tráfico que hay junto a ella casi impiden su lectura. Del mismo modo que, pensando en la conveniencia de ir embelleciendo las calles para que la Villa tenga más encanto y un mayor atractivo para los turistas que la visiten, sería bueno ir haciendo canalizaciones subterráneas por las que derivar los antiestéticos tendidos de cable aéreo que recorren las fachadas de las casas y cruzan las calles de la Villa. Es algo que habría que considerar cuando se vuelvan a reparar sus calzadas, claro.

jueves, 17 de marzo de 2011

A quien corresponda...

La iglesia del antiguo Monasterio cisterciense de Fitero fue declarada Monumento Nacional en 1931 y calificada como Bien de Interés Cultural tras la aprobación de la Ley de Patrimonio Histórico Español (1985), así como por la Ley de Patrimonio Cultural de Navarra (2005). Lo que justifica que se vengan realizando diversas intervenciones para asegurar su conservación, como la que ahora hay en marcha en el Claustro. Sin embargo, ninguna de ellas ha considerado la posibilidad de restaurar su fachada principal y, de paso, cumplir con el espíritu y la letra de la Ley de Símbolos (2003). Bien es verdad que en ella se especifica que “En el plazo de un año desde la entrada en vigor de esta Ley Foral, las autoridades en ella referidas procederán a la retirada y sustitución de la simbología propia del régimen franquista. Aquellos símbolos que estén integrados en edificios declarados de carácter histórico-artístico serán sustituidos y enviados para su custodia a la Institución Príncipe de Viana, salvo que resulte materialmente imposible la operación de sustitución”. Por lo que no parece que la trágicamente absurda solución adoptada en 2003, consistente en mantener el monumento funerario modificado parcialmente, esto es: tapando la parte que hacía referencia explícita a los “Caídos por Dios y por España” pero dejando visible la parte de la placa con el listado de los nombres de estas personas adosado a la fachada de la iglesia, a la vez que se cubría el escudo preconstitucional con uno correspondiente al del reino de España; sea la mejor que se podría adoptar para el futuro del antiguo Monasterio de Fitero, ni para que éste sea uno de los principales promotores del turismo de Navarra.
Seguramente, estas líneas debieran haber sido promovidas por el Consejo Navarro de Cultura o por el propio el Ayuntamiento de Fitero pero, dado el tiempo transcurrido, me he decidido a escribirlas para solicitar respetuosamente a quien corresponda que tenga a bien destinar una partida presupuestaria para que se restaure la fachada de la iglesia de Fitero. Se lo pido no sólo desde una perspectiva histórica y sin ningún afán revisionista y menos aún revanchista (entre las víctimas de la Guerra Civil Española que figuran en la lista, que aún está adosada a la fachada de la iglesia y que estaría mejor en el cementerio, se encuentra un tío-abuelo mío: Saturnino Yanguas Hernández, a quien siempre hemos recordado con mucho cariño en mi familia), sino también con visión de futuro. Pues ya es hora de que todos consideremos a este Monasterio como el monumento cultural que es, conservándolo y promocionándolo como merece. Por lo que también aprovecho para decirle que sería loable que pusiera en marcha un Plan Director que lograra que las inversiones públicas que se realizan en él acaben redundando en beneficio de todos.

martes, 15 de marzo de 2011

La Fuente del Obispo

El popular nombre de esta fuente hace referencia al acontecimiento de su inauguración. Acontecimiento que ocurrió el 13 de agosto de 1859, fecha en la que el Ayuntamiento de Fitero concluyó la construcción del elemento arquitectónico que aún existe a las afueras de la villa, situado poco antes del arranque de la cuesta de La Mejorada, en la carretera NA-160 que conduce hacia Baños de Fitero y a la frontera con La Rioja, donde está el limítrofe barrio de la Venta del Baño, que pertenece ya a Cervera del Río Alhama.
El acto inaugural de este monumento fue presidido por el obispo de Tarazona, a la sazón, el riojano Cosme Marrodán Rubio (1802-1888), que en 1858 había sido promovido a dicha sede episcopal, situada en la también limítrofe provincia de Zaragoza, y que, además, se convirtió así en el primer obispo turiasonense que empezó a ser administrador apostólico de la diócesis navarra de Tudela, hasta que ésta pasó a depender de la archidiócesis de Pamplona en 1955. Esto es, la inauguración de esta fuente acaeció sólo unos meses después del nombramiento de este obispo y el acto debió coincidir con la primera visita apostólica que este obispo hizo a la villa. Desde entonces, el elemento arquitectónico en el que se encuentra la fuente ha sido remodelado en varias ocasiones, la primera de ellas en 1885, destacando que, a finales del año siguiente, se construyó junto a ella un lavadero público cubierto, cuya ejecución fue encomendada a Generoso Berges. Después siguieron las reformas de 1927, en las que se eliminó el lavadero, y también las de 1975, que sirvieron para adecentar ligeramente el que parecía que iba a ser su definitivo diseño. Aunque la que lo ha dejado en el lamentable y poco atractivo estado en el que ahora se encuentra, fueron las acometidas con tan poco gusto en 2005. Al completarse la fase final del camino peatonal que, desde entonces, comunica el casco urbano de la Villa con las cercanías de Baños de Fitero. Desafortunadamente, en esta última transformación también fueron eliminados los dos pilones rectangulares que estaban situados donde ahora suelen colocar el contenedor de basura, junto a la farola, y cuya finalidad era la de aplacar la sed de las caballerías que aún ayudaban en las labores agrícolas de los fiteranos. Por lo que se han perdido parte de los elementos originales y se han añadido otros que están fuera de lugar. A la vez que también cabe señalar que las recientes edificaciones realizadas en sus cercanías también han afeado y reducido el espacio destinado a esta fuente. De modo que ahora ya no tiene el encanto que tenía este agradable rincón de la villa que, en las noches de verano, sobre todo, permitía que en sus frescas instalaciones se disfrutara de interesantes tertulias.
No obstante, las rumorosas aguas que manan de esta fuente parecen estar clamando por una remodelación que la embellezca y le devuelva la gracia y la elegancia que debería tener este rincón, para solaz y disfrute de los viandantes que se acerquen a ella. Por lo que sería muy de agradecer que las autoridades se ocuparan de su reforma y que, en un acto de civismo ejemplar, también eliminaran de su contorno el contenedor de basura y la disonante señal de tráfico que también han puesto allí, despejando su espacio de objetos que están fuera de lugar. Así como que reconocieran a la fuente del obispo como uno de los Monumentos de Interés Local, inventariándolo como tal y dotándolo del correspondiente panel explicativo, al estilo a las que suele haber en todo lugar de interés turístico.

sábado, 12 de marzo de 2011

Los Gigantes de la Cueva de la Mora

Con motivo de las fiestas patronales de San Raimundo de Fitero y en presencia de diversas autoridades, entre las que destacaba la del presidente del Gobierno Foral de Navarra, Miguel Sanz, la villa de Fitero ha estrenado esta mañana medio lluviosa de sábado los dos nuevos gigantes de la Cueva de la Mora, que representan a los protagonistas de una de las dos leyendas románticas que ideó el escritor sevillano Gustavo Adolfo Bécquer durante su estancia en Baños de Fitero, poco después de casarse en 1861 con Casta Esteban, natural de la no muy lejana localidad soriana de Noviercas.
Los nuevos gigantes corresponden al caballero cristiano, señor o tenente del fronterizo castillo pamplonés de Caparroso, y a la doncella mora, hija del alcaide del castillo zaragozano de Tudején (despoblado de Fitero). Plazas fuertes que, en 1073, recoge la Historia que participaron en un acontecimiento que vinculó a estas dos poblaciones mucho antes de que, desde 1374, ambas pasaran a pertenecer al reino de Navarra. En el siglo XI ambos castillos eran dos de las fortalezas más importantes existentes en la frontera de los reinos de Pamplona y Zaragoza, dándose la circunstancia de que los pamploneses conquistaron el castillo musulmán de Tudején poco antes de que, en represalia, los musulmanes que salieron de la zaragozana Tudela conquistaran el de Caparroso y provocaran la firma de las nuevas paces entre ambos reinos, cuya inmediata consecuencia fue la devolución de ambos castillos fronterizos a sus centenarios propietarios. Marco histórico en el que Bécquer situó la inviable historia de amor entre el caballero cristiano y su amada mora. A la que, poco antes de morir y aprovechando sus últimas fuerzas, intentó bautizar pero que parece que no lo consiguió y que, debido a ello, el ánima de ella todavía more en las proximidades de las ruinas del fiterano castillo de Tudején, saliendo todas las noches de la famosa Cueva en busca del agua del cercano río Alhama, con la que saciar la sed de su amado herido de muerte.
Sólo me queda añadir que, desde hoy, también es un gran motivo de satisfacción ver como estos gigantes de la Cueva de la Mora, cuyas vestimentas se han inspirado completamente en las que diseñamos y utilizamos en las representaciones teatrales de esta leyenda, en los meses de agosto de 2005, 2006, 2009 y 2010, hayan pasado a formar parte de la comparsa de gigantes y cabezudos que acompaña a los fiteranos en las grandes celebraciones. Por lo que tenemos otro motivo más para seguir agradeciendo a Bécquer que su obra y su fama sigan ayudando a promocionar la Villa y los Baños de Fitero.

El Humilladero de Grávalos, el más cercano a Fitero

Existen muchos Humilladeros en la geografía Ibérica, se trata de construcciones sencillas en las que hay una columna de piedra, sobre la que suele haber un Crucifijo, una Virgen o, como suele ser más habitual y es también el caso de Fitero, ambas figuras en una misma escultura popular ante la que los fieles se arrodillaban o humillaban, de ahí su nombre. Dada su ubicación como hito o mojón que estaba junto al camino más transitado de los que conducían a la entradas y salidas que había en las afueras del casco urbano de las villas o ciudades, como muestra de piedad entres sus vecinos y para fomentarla entre los viajeros que se acercaban a ellos, también se suele denominar a los Humilladeros o Cruceros como Cruz de Término.
A veces, como es el caso de Fitero, el Cristo del Humilladero está cubierto por un templete o incluso se puede haber convertido en una construcción más compleja, con su capilla y lugar de oración, siendo entonces considerados como ermitas, como en el municipio riojano de Grávalos, cuya ermita del Humilladero (posiblemente del siglo XVIII y de estilo barroco, aunque completamente reconstruida en el siglo XX) alberga la imagen de su co-patrona: la Virgen del Humilladero (La Piedad: Virgen con el cadáver de Cristo en brazos). Lugar que esta mañana invernal he visitado junto con mi amigo igeano Miguel Álvarez.
Otra característica de los Humilladeros es que están cerca de una fuente o pozo en el que los viandantes saciaban su sed. En Fitero tenemos que recordar que junto al Humilladero discurre el trazado de la primera acequia de piedra (hoy en día bajo tierra), que conducía el agua del río Alhama hasta el molino que los cistercienses construyeron junto al edificio del primer monasterio que tuvieron en Fitero desde 1152, antes de que se trasladaran al segundo y definitivo Monasterio de Fitero, cuya iglesia fue consagrada en 1247. Pero, sobre todo, que no lejos de allí, subiendo por la cuesta de la Mejorada, en la carretera que conduce a Baños de Fitero y a Grávalos, se encuentra la Fuente del Obispo. Al igual que, en Grávalos, a una distancia similar de la ermita gravaleña del Humilladero se encuentra también a las afueras de la población, en la carretera que conduce a Baños de Fitero y a Alfaro, la fuente Fon-Podrida, llamada así por el olor que exhalan sus saludables aguas sulfurosas que, desde 1843, son explotadas por el balneario de Grávalos que, con este fin, fue construido sobre ella y que recientemente ha sido reconstruido y ampliado con modernas y atractivas instalaciones que entrarán en funcionamiento el mes que viene.
En los alrededores de Fitero, el Humilladero de Grávalos es el único que todavía queda en pié. Por lo que podemos considerarlo como un elemento común que, junto con la existencia de balnearios en ambas localidades, debería contribuir a que fiteranos y gravaleños compartiéramos más cosas, a pesar de pertenecer a Comunidades Autónomas limítrofes.

viernes, 11 de marzo de 2011

El techo del Cristo del Humilladero de Fitero se está hundiendo

Hace tiempo que al tejado del templete cuadrangular que da cobijo a este Cristo del Humilladero le hace falta un buen retejado y algún que otro cuidado más. Especialmente, si las necesarias reparaciones se llevan a cabo con cierta urgencia y antes de que continúen ampliándose las peligrosas grietas de los arcos de ladrillo que soportan su moderna techumbre y de que continúe agrandándose el agujero que, desde principios de este año, hay en su falso techo. Esto es, antes de que la manifiesta desidia ponga en grave peligro al propio santuario.
Este Cristo del Humilladero, que debería estar catalogado como Bien de Interés Cultural de relevancia local, cuando menos, se encuentra en el lugar que fue conocido como el Paradero y que estaba ubicado en los extramuros de la villa hasta que, en 1845, fue derruido el cercano portal, junto con las ligeras y ruinosas fortificaciones de las que formaba parte esta entrada al cerrado recinto de Fitero, que dejaba a este monumental santuario fuera de lo que entonces era su casco urbano.
La construcción de este entrañable santuario data de poco antes del 28 de mayo de 1558 ya que en esta fecha hizo testamento el matrimonio formado por María Serrano y Juan Martínez de Azcoitia, que fue varias veces alcalde en la villa que, en 1482, habían fundado junto a su monasterio los cistercienses que llevaban instalados en este paraje desde 1152, y entre las voluntades expresadas por este matrimonio consta el mandato de que con los réditos de los 20 ducados que dejaban a tal efecto, se repararan tanto el Crucifijo como el Humilladero cuya construcción habían costeado. En el monumento ya no se conserva ese Crucifijo, aunque sí lo hace la columna que lo sustentaba, ni tampoco la primitiva techumbre del Humilladero. El primero fue reemplazado en 1948 por la escultura que para ello realizó Fausto Palacios Martínez (polifacético fiterano que también fue alcalde de la villa, entre 1955 y 1967) y que consiste en una cruz pétrea con un Cristo crucificado en su anverso y una imagen de la Virgen María con el niño Jesús en sus brazos, en el reverso, como publicó Ricardo Fernández Gracia. Fecha en la que también debió ser sustituida la segunda por la techumbre que ahora está en serias dificultades y que ya fue reparada en 1984 por el ayuntamiento, en una intervención que ocasionó la desgraciada rotura de uno de los brazos de la Cruz. Por lo que su alcalde, Carmelo Aliaga Hernández, ordenó entonces su inmediata reparación, cuyos nefastos efectos aún son visibles en la escultura. Así como, poco tiempo después, este primer alcalde constitucional también atendió la solicitud que le hicieron tres jóvenes fiteranos, preocupados por el Patrimonio Histórico de la villa, para que el Cristo del Humilladero no fuera desmantelado o trasladado a otro lugar fuera de contexto, debido a la presión inmobiliaria del momento.
Por lo que si ahora la autoridad municipal o foral que sea competente para ello se decidiera por fin a evitar que acabe hundiéndose el techo de este Humilladero y puede que con él lo haga también el resto del santuario, no vendría nada mal que también aprovechara estas obras de restauración para mejorar también su recinto, dotándolo de un pequeño jardín a su alrededor que hiciera aún más atractivo este pintoresco rincón del casco urbano de Fitero. A la vez que así se evitaría que los coches siguieran aparcando a tan sólo unos centímetros de las pilastras de sillería que sustentan el templete, haciendo más visible el santuario, y se facilitaría el acceso a los viandantes que quieran disfrutar de este insigne y recoleto monumento.
Finalmente, sería bueno que las autoridades se preocuparan por la conservación de este extraordinario monumento popular, de los pocos que aún se conservan en este estado en Navarra, para que no acabe hundiéndose y desapareciendo para siempre un elemento que merecería ser declarado Bien de Interés Cultural, al menos de carácter local.

jueves, 10 de marzo de 2011

La esperada mejora del puente de Fitero

Pascual Madoz Ibáñez, al tratar acerca de la voz Fitero en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, editado en 1847, recogió algunas noticias acerca del puente de piedra de sillería cuya última reconstrucción databa de 1591, tras habérselo llevado una crecida en 1588 y haber sido reemplazado por uno provisional, de madera, como publicó Ricardo Fernández Gracia, diciendo que:Baña este terreno [de Fitero] el río Alhama que atraviesa el término en dirección SO hasta confluir con el Ebro cerca de Alfaro: en el puente que había sobre el mismo, a las inmediaciones de la villa, y que constaba de dos arcos semicirculares, se arruinó el uno la noche del 16 de septiembre de 1827 y amenazando el otro hacer lo mismo, se resolvió derribarlo y volverlo a construir, lo que se verificó en 1843, haciendo sus arcos más rebajados con los arranques de la hermosa Peña del Baño hasta encima de las aguas altas, y lo demás de ladrillo, resultando una obra sólida y elegante. Con este motivo, se ha hecho a su bajada opuesta, un hermoso paseo [del Barranco] de 4 hileras de árboles y 400 pasos de largo que progresa extraordinariamente y que hace la delicia de la población que lo frecuenta. Otro paseo poco menor se está formando un poco más lejos, en el sitio llamado Las Minas, que es más a propósito para el invierno, por el abrigo en que está.”.
En 1984 este puente sufrió una ampliación que no tuvo en cuenta su estética ni su función para los viandantes. El resultado fue horrendo: se le mutiló un tajamar y el gracioso balcón que había sobre él, en el que existía un banco corrido que fue testigo de agradables veladas veraniegas a la luz de la luna, y quedó casi intransitable para los peatones. Mientras que los dos estrechos carriles con los que se dotó a su piso, gracias a las feas planchas de cemento añadidas, sólo facilitaron el paso de dos vehículos pequeños ya que, al carecer de arcenes, si uno de ellos es un autobús, no hay forma de evitar que éste invada parte del otro carril, con el peligro que ésto conlleva.
Por fin, en septiembre de 2010, el Gobierno de Navarra destinó un máximo de 100.000 € para la realización de un estudio de mejora del acceso a Fitero desde la carretera nacional N-113 por la local NA-6900, contemplando el ensanche del puente sobre el río Alhama. Por lo que esperemos que su resultado sea bello a la vez que funcional y seguro, tanto para las personas como para los vehículos; y que esta obra sea el preludio de las también esperadas mejoras que se necesitan en el otro acceso desde la N-113, que igualmente confluye en el puente por la carretera local NA-6991, y cuyo estado hace muchos años que es bastante lamentable.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Calatrava y las señas de identidad de Fitero

Fue en un mes de enero, sólo que del año 1158, cuando los destinos de Fitero y Calatrava quedaron entrelazados para siempre. Entonces, la corte itinerante del rey de Castilla, Sancho III el Deseado, se encontraba en Almazán (Soria). Allí fue donde el ultra-pirenaico Raymond, primer abad del primer monasterio cisterciense que esta Orden fundó en la Península Ibérica, recibió la villa de Calatrava (Carrión de Calatrava, Ciudad Real), con objeto de que, junto a sus compañeros cistercienses, ayudara al rey de Castilla a defenderla de “los paganos enemigos de Cristo”.
No es de extrañar la confianza que depositó este rey en aquellas cogullas blancas pues los cistercienses, como si de Cascos Azules se tratara, ya habían demostrado durante casi dos décadas su valía como mediadores de la Paz en el Fitero, frontera o mojón en el que, desde 1134, Castilla lindaba con los nuevos reinos de Pamplona y Aragón.
De hecho, el 15 de abril de 1157, estando la corte del susodicho rey en Toledo y contando éste con el consentimiento de su padre, el emperador Alfonso VII, ya había recompensado a Raymond y a su monasterio con el señorío del castro castellano de Tudején (antecesor de la moderna villa navarra de Fitero), por la labor diplomática y pacificadora llevada a cabo entre los más importantes reinos cristianos. Trayectoria vital que contradice las míticas leyendas bélicas que aún distorsionan la hagiografía del Patrón de Fitero. Ya que, en vida de San Raimundo (fallecido hacia 1163 y enterrado en la villa toledana de Ciruelos, aunque sus restos descansan en la catedral de Toledo), no hay noticias de que la milicia cisterciense que él fundó (dirigiendo la multitud de seglares que le acompañaron desde Fitero a Calatrava) entablara ninguna batalla. Con el tiempo, esta milicia evolucionó hasta convertirse en la Orden Militar de Calatrava que, varios siglos después, adoptó como signo distintivo la cruz acolada que aún se conoce como Cruz de Calatrava y cuyo vivo color gules, desde mediados del siglo XX, adorna y forma parte del escudo y, por tanto, de las señas de identidad de Fitero. Por lo que aprovecho para felicitar al Ayuntamiento de Fitero porque siga manteniendo dicho símbolo a pesar de que recientemente se haya podido poner en cuestión.

sábado, 5 de marzo de 2011

Adaptación Teatral de la leyenda fiterana de Gustavo Adolfo Bécquer: La Cueva de la Mora

En la primavera de 2005 le propuse al alcalde de Fitero, Pachi Yanguas, organizar una representación teatral de la leyenda fiterana de Gustavo Adolfo Bécquer: La Cueva de la Mora. Contando con su apoyo, preparé una adaptación teatral de la leyenda con objeto de ser representada por un grupo de algo más de 40 magníficos actores voluntarios, de diversas edades, que tuve el honor de dirigir; así como de otras 20 personas más que estábamos entre bambalinas para asegurarnos de que todo salía como esperábamos. Mención especial requiere la inestimable y desinteresada colaboración del gran poeta y amigo Luis Alberto de Cuenca, que se avino a ponerle voz a la narración de Bécquer. La representación multimedia, pues además de las personas que actuaban en los escenarios en los que se podían identificar los castillos de Tudején y Caparroso, el río Alhama, la propia Cueva de la Mora y unas viñas cercanas a Baños de Fitero, en las que Bécquer ubicó su leyenda, también estaban las imágenes y el sonido que con tanto acierto montó Jesús Latorre, fue todo un éxito y hubo más de 600 personas que vieron la primera representación nocturna que hicimos en la Plaza de los Ábsides, reconvertida en magnífico teatro al aire libre para la ocasión (con una anfiteatro formado por las gradas portátiles que nos prestó el Ayuntamiento de Tudela). Tanto es así que al día siguiente tuvimos que volver a repetir la actuación, obteniendo otro aforo completo y, por tanto, un gran éxito de público en el que más de 1200 personas de Fitero y de muchos otros lugares cercanos y no tan próximos a Fitero disfrutaron de esta experiencia multisensorial, a mediados de agosto de 2005, que nos trasladó a mediados del siglo XIX y también a los del XI.
En enero de 2006, el Ayuntamiento nos distinguió a todos los que habíamos contribuido a recuperar esta obra de Bécquer para fomentar el turismo cultural en Fitero con el honroso premio de Fiterano del Año y, a mediados de agosto de ese mismo año, volvimos a representar la obra en el mismo lugar, contando con el apoyo y la organización del Ayuntamiento. Tras un par de años en los que parecía que esta movilización popular se había desintegrado, los participantes en la obra decidimos organizamos y constituirnos en una Asociación Cultural: Bécquer en Fitero; estando formada su Junta Directiva por Jesús Yanguas (Presidente), Jesús Rupérez (Vicepresidente), Serafín Olcoz (Secretario), Barda Melero (Tesorera), Pedro Luis Calleja (vocal) y Estela Yanguas (vocal), con objeto de que no se perdiera esta representación popular y que incluso pudiera convertirse en una Fiesta de Interés Turístico, contando, claro, con la colaboración del Ayuntamiento y con el apoyo de más de un centenar de socios. En esta ocasión, readapté la escenografía para poder representarla en la centenaria Plaza de Toros y, nuevamente, a mediados de agosto de 2009, tuvimos otro éxito espectacular ya que acudieron más de 700 personas, muchas de ellas procedentes incluso de fuera de Navarra y que vinieron ex profeso para ver la obra. Lo que nos animó a volver a hacer un nuevo esfuerzo en 2010, dedicando la primera quincena de agosto a los ensayos y al montaje de los escenarios en la Plaza de Toros, para volver a ser recompensados con otro éxito notable: más de 500 personas, a mediados de agosto.
Vaya desde aquí mi reconocimiento y agradecimiento a todos los que, desinteresadamente y con gran esfuerzo e interés, contribuyeron y contribuyen a promocionar Fitero por medio de actividades culturales como, por ejemplo, la de esta representación de la leyenda de la Cueva de la Mora que, gracias a Bécquer, ya lleva más de siglo y medio poniendo a nuestra villa y su Historia en un lugar destacado y reconocido por todo el mundo.

viernes, 4 de marzo de 2011

Cueva Ladrones, un hito que unía Fitero y Grávalos

Hace un par de fines de semana acompañé a mi amigo José Antonio Frías a visitar las renovadas instalaciones del balneario riojano de Grávalos, que celebraba unas jornadas de puertas abiertas en las que el propio alcalde, Jorge Abad, hacía de cicerone de lujo. La verdad es que vale la pena verlo, tanto para los que no conocían las antiguas instalaciones como para los que tuvimos la suerte de recorrer las que casi podríamos considerar como sus abandonadas ruinas decimonónicas. Tras la interesante visita, aprovechamos el camino de regreso a Fitero por la carretera que va a Alfaro y a los Baños de Fitero (LR-385), para hacer una parada poco después de pasar la curva más angosta que hay en ella, a poco más de 3 kms del nuevo balneario gravaleño.
Una vez aparcado el coche, volvimos sobre nuestros pasos por el arcén más cercano a la falda de la sierra de Yerga, cuyo somontano habíamos venido bordeando, y bajamos al fondo del barranco del Sotillo, por el que surca el riachuelo que pasa por debajo de esta carretera, justo en el citado congosto, donde también cambia su nombre por el de barranco de Valdeladrones.
Allí, al sur de la carretera y enfrente de Rabiñuelas (apócope de Larrate Viñuelas), en el término de la Raícilla, le mostré a mi amigo la sorprendente ubicación de la gran cueva que hay junto al poderoso pilar del puente: Cueva Ladrones, y aproveché para contarle que, antiguamente, este lugar era el último de los mojones que circundaban el coto redondo del monasterio de Fitero, limítrofe entonces con los términos de Grávalos. Nos habíamos remontado nada menos que hasta 1168, que es la fecha en la que el rey de Castilla, Alfonso VIII el Bueno, le otorgó a su monasterio de la frontera con los reinos de Aragón y de Pamplona los términos que constituyeron su territorio o coto redondo. También le comenté que allí hubo hasta un molino y otras construcciones de interés, hoy desaparecidas. Así como que hace no demasiados años, tan idílico y oculto paraje era el escogido por las parejas de recién casados para hacerse el reportaje fotográfico de la boda recién celebrada en Grávalos. Quizá un día no muy lejano, los vecinos de Grávalos se decidan a recuperar Cueva Ladrones, enlazando su romántico enclave con una senda que permita llegar a él desde el mismo balneario, añadiendo así un motivo más para visitar esta localidad y su balneario.
Lástima que por ahora la verja que cierra el paso al jardín que hay delante de la vivienda particular, edificada en la propia cueva, no nos permitió visitar su interior. No obstante, captamos la fuerza telúrica que emana de ella y aprovechamos para disfrutar de las cristalinas aguas del riachuelo que discurre a la vera de la cueva, tan transparentes como sólo las recordábamos haber visto en los ibones del lejano Pirineo aragonés. Y así completamos nuestra breve visita a Grávalos, no sin que antes mi amigo José Antonio anotara en su agenda que tenía que comentar esta excursión con su amiga Clara Fraile y que pensaba regresar pronto a Cueva Ladrones.